domingo, 31 de enero de 2016

Mujeres experimentadas

Muchos hombres opinan que las mujeres somos rebuscadas, malpensadas y frías. Consideran que somos inaguantables cuando nos ponemos a la defensiva o que acabamos echando en cara muchos reproches del pasado. Pues bien, aunque sí que es cierto que a veces nos pasamos un poco cuando nos enfadamos con nuestras parejas/maridos, y hombres en general, lo principal es buscar la raíz del problema: ELLOS. Sí, ellos mismos son los que han provocado que acabemos siendo tan “especiales”. Evidentemente, cualquier hombre que lea esto o al que se lo diga, no sólo lo negará sino que me dirá que eso mismo confirma esa teoría masculina, puesto que también se suelen quejar de que siempre les echamos la culpa de todo.

Cuando eres una adolescente, crees en los cuentos de hadas, en el Amor a primera vista y en el Amor Verdadero. En esa época, somos más inocentes y mucho más vulnerables ya que tenemos un total desconocimiento de las relaciones Hombre/Mujer tanto en el plano físico como en el emocional. Que a los 16-18 años un chico te pida salir es fantástico y todo lo que ello conlleva: los arrumacos a la salida de clase, las notitas amorosas, las salidas nocturnas, las nuevas experiencias… Pero la cosa cambia cuando empieza a hacerte menos caso, menos llamadas, le ves que tontea con otras o se acaba en ruptura. Esto es sólo una experiencia de las tantas que pueden surgir y es justo por eso, por la experiencia, por la que cuando pasamos la barrera de los 30 años nos cuesta mucho más encontrar una pareja estable, por el mero hecho de que estamos más “maleadas”.

He tenido citas en las que me han halagado hasta el extremo, que me han prometido escapadas fabulosas, que se me han declarado abiertamente o que estaban ansiosos por conocerme o volver a verme. De estas ocasiones, los que consiguieron sexo, acabaron desapareciendo y los que, por diversas circunstancias, no lo obtuvieron también desaparecieron. Es decir, se aprende a no creer en palabras bonitas a la primera de cambio y a desconfiar de aquellos que se exceden tanto en elogios como en promesas que sabes que nunca se van a cumplir. También se aprende a huir de los que sólo hablan de sí mismos o de aquellos que derivan cualquier conversación al plano sexual. Está bien tratar abiertamente el tema del sexo pero cuando es una constante, está claro hacia donde se dirige esa cita y si no es lo que buscas, no merece la pena perder el tiempo.  Si evitamos a los “aguilillas”, los que “nunca se atreven” corren la misma suerte porque es más que probable que en una relación con ellos tengas que llevar la iniciativa la mayor parte del tiempo (por no decir siempre), y es que lo que al final importa son los hechos.

Los hechos son los que demuestran todo de una persona, tanto para lo bueno como para lo malo y son el indicativo perfecto para saber si a alguien le importas o no. Me han llegado a decir que soy “controladora de tiempos” a la hora de contestar mensajes por Whatsapp o llamadas de teléfono. Pues bien, teniendo en cuenta que si me tardan en contestar, incluso hasta tres días, que no esperen que cuando lo hagan esté ansiosa por escribirles o llamarles. Su acción demuestra el poco interés que tienen en mí, por tanto, no voy a perder tiempo (aunque sean unos minutos) en ellos. No aguanto eso de que dejen las conversaciones a medias y que cuando lo haces tú te lo echen en cara o te digan el típico “claro, es que te has olvidado de mí”, puedo entender que haya momentos en los que no se pueda contestar pero ¿Qué se olviden? , no, por ahí no paso. Una vez escuché la siguiente frase “no pierdas el tiempo en escribir a quien no tiene tiempo de contestar” y es una gran verdad que se aprende con la experiencia.

Otro hecho muy significativo: dar plantón. Se te queda una cara de idiota cuando ves que pasa el tiempo y sigues esperando sin que aparezca tu cita. Crees que se ha retrasado por el transporte y das unos 15 minutos de margen para intentar localizarle. Lo haces y o bien no te contesta o si lo hace te suelta una excusa que suena a mentira por todos los lados por donde lo quieras mirar. Eso demuestra una cobardía y una falta de educación sin igual y ¿qué pasa? Pues que aprendes la lección y te cuidas muy mucho de con quién vas a quedar, cómo, cuándo y dónde. Tengo por norma que sean ellos los que me lo propongan y si no se molestan en confirmar la cita, doy por sentado que es un “No” y no insisto para buscar una confirmación. Puede sonar un poco a tópico eso de que mejor sean ellos los que lleven la iniciativa, pero lo hago por dos cuestiones. La primera, si una mujer toma la iniciativa en la mayor parte de los casos, los hombres se amedrentan, no entiendo muy bien por qué pero es así (repito, mayoría de los casos, no todos). La segunda, si son ellos los que manifiestan interés no sólo en quedar sino en confirmar la cita e incluso se prestan a irte a buscar donde te encuentres, me aseguro de que sí van a aparecer. Otra cosa de la que se olvidan muchos hombres es de los detalles. Tener o no ciertos detalles (no sólo me refiero a materiales) dice mucho de la persona y de su implicación en la relación que tengáis.


Decir lo que piensas o sientes al poco tiempo de conocer a alguien es todo un error en el mundo de las conquistas. Cuando dices un “me gustaría volver a verte”, “quiero seguir conociéndote”, “te he echado de menos”… tienes que tener en cuenta a quien se lo vas a decir y si habrá reciprocidad en sus palabras y hechos. Principalmente porque te estás descubriendo, estás abriendo una puerta a los sentimientos y le demuestras que te importa bastante más que para unas cuantas citas esporádicas. Como en el juego de las cartas, para ganar hay que apostar y jugar, a veces se pierde y a veces se gana, pero antes tienes que haber observado a tu adversario, calcular qué cartas puede tener, qué actitud tiene… En el caso de las relaciones es lo mismo, no puedes apostar a ciegas, primero hay que observar y tantear el terreno antes de tirarse a la piscina. Y para conseguir esto, hay que haber perdido muchas veces y ganado en otras, dándote una visión de lo que conviene o no según las circunstancias y, lo más importante, según como sea tu carácter y tu forma de actuar. Lógicamente llega un punto en el que hay que poner las cartas sobre la mesa y saber a qué juega cada jugador y eso suele darse con el tiempo, la cercanía y, nuevamente, los hechos.

Se suele pensar que las mujeres lo tenemos más fácil que los hombres a la hora de ligar porque si queremos ligar, ligamos. Cualquiera que piense eso dudo mucho que sea mujer. Lo que sí es cierto es que acabamos escogiendo nosotras y no ellos, pero eso no significa que sea sencillo porque he recibido “Noes” como respuesta en bastantes ocasiones. Esto también forma parte del aprendizaje, el aceptar el rechazo. La primera vez duele, ¡vaya si duele! No sé a vosotras pero a mí me pasó en mi época de instituto al enamorarme de alguien que no me correspondía. Pero suele impactar más en la época adulta, cuando ya eres más consciente de las cosas y te planteas de una forma más seria el por qué de ese rechazo.

Y cuando tienes éxito y llegas a intimar… ¡la de batacazos que te llevas con el tema sexual! De los que tardan menos de 3 minutos en terminar y se olvidan de que existes, pasando por los que se duermen, los que aprietan demasiado fuerte, los que no hacen orales bajo ningún concepto pero sí quieren que se los hagas, hasta los que no ponen ningún entusiasmo, los que parecen que no terminan nunca, los que pasan de preliminares, los que no quieren usar protección porque les aprieta… Vamos, que hay de todo. Y aquí lo que aprendes es a descubrir las reacciones de tu cuerpo y a saber lo que te gusta y lo que no, pero, sobre todo, a disfrutar del sexo. “La primera vez” no es que se diga que sea la mejor de todas y durante la adolescencia, con la explosión hormonal, se va descubriendo mucho, sí, pero sin los matices que se adquieren a partir de la madurez cuando todo ese conocimiento se unifica y ramifica en más conocimiento a través de más experiencias desde una perspectiva más sensitiva y enfocada al placer no únicamente a la investigación.

Por este motivo, por la experiencia, una mujer madura puede hacerse la inocente sin serlo, la que no sabe nada pero sabiendo, la que no se entera de nada pero enterándose de todo, la que hace la vista gorda pero que lo ve todo, la que sabe reconocer una mentira aunque aparente que se la cree, la que se hace la olvidadiza sin olvidar nada… Y esto es muy peligroso


domingo, 13 de diciembre de 2015

SOLTERA A PARTIR DE LOS TREINTA

Tengo amigas casadas y con niños que me dicen que tengo mucha suerte por estar soltera, que ellas con los niños y los maridos no tienen ratos de relax para ellas mismas, de tirarse en el sofá durante varias horas sin hacer nada más que leer, escuchar música o ver una película. Otras me dicen que tengo más libertad, que no tengo que dar explicaciones, que puedo viajar, cambiarme de ciudad o de trabajo sin contar con nadie más, que no tengo que hacer visitas a los suegros ni me hacen visitas sin avisar. En pocas palabras, que hago lo que quiera, cuando quiera y como quiera. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y estar soltera no es lo mejor que hay en el mundo y menos aún cuando pasas la barrera de los 30 años. Actualmente al estado de Soltera o, como ahora se llama, Single se le ha dado una visión de extravagancia y glamur más propio de las películas de Hollywood que lo que en realidad es.

Para empezar, la soltería a partir de los 30 tiene dos aspectos importantes que son más destacados en las mujeres que en los hombres, principalmente por el tipo de educación recibida: Soledad y Frustración. Cuando llegas a casa después de trabajar, no puedes decir “¡Hola! Ya estoy en casa” y no hay nadie que salga a recibirte. Tampoco puedes hablar con nadie de las cosas buenas que te han ocurrido en el día y no te queda otro remedio que llamar por teléfono, usar el email o los Whatsapp. De la misma manera, no hay nadie a quien contar tus penas en el momento en el que te suceden, nadie te abraza ni te anima justo cuando más lo necesitas y, nuevamente, tienes que recurrir a la tecnología, mucho más fría para hablar de sentimientos y emociones. Por otra parte, la generación de mujeres de los 70-80 (las que en estos momentos rondamos la treintena), hemos crecido con el lema subliminal de que el matrimonio y los hijos son el objetivo máximo al que toda mujer debe aspirar. No sé cómo serán las generaciones de mujeres de los 90 en adelante, parecen más independientes que nosotras, pero creo que la presión social hacia el matrimonio poco entiende de fechas de nacimiento.  También hay que tener en cuenta que la gente de tu misma edad de tu entorno ya ha alcanzado ese punto, es evidente que en tu caso has fracasado y te crea una sensación de frustración al pensar que no eres lo suficiente buena para nadie como para ejercer de esposa y madre. Para agravar más la situación, te ves como un bicho raro porque mientras que tus amigas hablan de cambiar pañales, de lo difícil que es compaginar el trabajo con llevar a los niños a la guardería o al cole o el elevado desembolso económico que tienen que hacer para adquirir el material escolar, tu sólo puedes hablar de tu ajetreada semana con miles de actividades después del trabajo, los after-works con los compañeros de trabajo, las salidas nocturnas, tus ligues o tus viajes. Vamos, que notas que no encajas en absoluto y te frustras más aún.

Susan Sarandon y Genna Davis en "Thelma y Louise"
Pasados los 30 años se hace cada vez más difícil encontrar pareja, y no porque no tengas posibilidades, sino porque las cosas no se ven de la misma manera que con unos cuantos años menos, las prioridades y las circunstancias en la vida son diferentes a las etapas anteriores, hay más responsabilidades y tienes más claro lo que buscas (y lo que no) en una pareja. Pasada cierta edad, tenemos menos capacidad de aguante y menos ganas de que alguien nos trastoque nuestra independencia, además nos volvemos más egoístas y nos cuesta pensar en la comodidad de otros, centrándonos en la propia y en nuestras necesidades. Es decir, que si conoces a un hombre y al mes ya está con pamplinas de que si está ocupado, que no tiene tiempo o que simplemente empieza a desaparecer, se te quitan todas las ganas de seguir conociéndole y que le aguante su madre. En lo único en lo que te fijas es en el grado de interés que pone y si busca tu compañía, algo que si no hace te da pie a perder la ilusión y desentenderte. Puede que fallemos en no entender que el otro tiene también una vida, sin embargo, lo que está claro es que cuando algo de verdad te importa, pones todo tu empeño para conseguirlo o buscas la forma de lograrlo, y si no se demuestra…algo no cuadra.

Relacionado con el poco aguante, tenemos también las Manías. Según vamos madurando, vamos creando pequeñas o grandes manías en nuestra rutina del hogar y como cada uno tiene las suyas propias, cuando se juntan las manías de otra persona con las tuyas, la convivencia puede resultar algo complicada. Ya sea por el amor o la confianza que da el tiempo, cuando llevas con alguien desde más joven, estas situaciones son más llevaderas porque ya se han incluido en tu rutina de vida y no te son desconocidas. Es como cuando vives con tus padres, la familiaridad hace que ellos aguanten tus rarezas al igual que tu aguantas las suyas sin problemas. Sin embargo, no es tan sencillo cuando tienes que adaptarte a las de alguien relativamente nuevo en tu vida. Y no se trata únicamente del tópico de no bajar la taza del wáter o dejar la pasta de dientes abierta, sino que me refiero a manías sobre la limpieza y orden, ducha, hábitos de sueño, horarios de comidas, forma de cocinar…

Cartel de "Cincuenta sobras de Grey"
Otra cosa que nos pasa a las treintañeras de hoy en día es que no sabemos qué les sucede a los hombres de nuestra generación. Es como si estuvieran encerrados en un mundo aparte, centrados en ellos mismos y totalmente al margen de relaciones o compromisos. Así que, te planteas dos alternativas: hombres más mayores o más jóvenes que tú. Los que para ti son mayores, aproximadamente rondando los 50 años, ya están curtidos y con un trato más atento, ya sea por la edad o por la educación que recibieron. Sin embargo, notas que no encajas en su mundo en el momento en el que te invita a una cena con amigos. Intentas estar comedida, reír las gracias que no tienen gracia, evitar las miradas de envidia de las mujeres presentes y hablar lo justo para no meter la pata. Además, sus amigos le criticarán y le echarán en cara que tienes unos años más que su hija y a ti te dirán que podría ser tu padre. Por tanto, pruebas con chicos algo más jóvenes que tú, de unos 25 años. Están en su apogeo sexual, con ganas de demostrarte que pueden hacerte ver las estrellas no una sino hasta siete veces o las que sean necesarias y tú les enseñas las habilidades amatorias propias de una mujer experimentada. Pero… sigues sin encajar cuando te encuentras en la fiesta en casa de un amigo suyo, rodeada de chavalinas mal pintadas pero con pantalones tan cortos y escotes tan pronunciados que los chicos no las mirarán a la cara y más aún cuando acaben bastante borrachos. Eso sí, en este caso, sus amigos tendrán envidia por saber cómo es hacerlo con una madurita sexy mientras que sus amigas se reirán a tus espaldas por ser una viejuna aparentando tener 15 años menos. Y sí, te sientes mayor viendo aquel percal y cuando escuchas canciones de grupos musicales que son totalmente desconocidos para ti.

Y aquí no acaba la cosa porque por suerte o por desgracia, la madurez nos hace ser más exigentes, no todo vale. Por eso, juegas al descarte: Casado, no que es problemático. Casado y con hijos, no que es más problemático aún. Divorciado, peligroso porque puede estar resentido. Divorciado con hijos, puede pero va a haber dificultades con respecto a sus hijos ya que son lo primero. Soltero, hay que tener cuidado porque si con la edad que tiene sigue sin pareja por algo será y seguro que alguna pega tiene. Celoso, malo porque vamos a tener peleas todos los días. Excesivamente romántico, como sea de los que quiere estar pegado a todas horas no vamos a acabar bien. Pesimista, escuchar quejas a todas horas no me hace ninguna gracia. Hiperactivo, me va a tener de un lado para otro y sin ningún fin de semana para los dos tranquilos en casa. Pedante, sólo va a hablar de sí mismo y de lo bueno que es. Deportista, se va a pasar todo el día con la bici, corriendo o en la montaña. Musculoso, va a adorar su cuerpo más que el mío y se va a pasar horas y horas en el gimnasio. En fin, que no das con uno que sea medianamente normal o al menos con el que veas que puedes compaginar bien.


Ah! Y por supuesto, no puedo olvidarme de lo que cuesta encontrar pareja cuando has adquirido  experiencia en relaciones amorosas, pero esto lo dejaré para el próximo artículo. En definitiva, todo tiene su lado bueno y su lado malo, y la soltería no es ninguna excepción a esta regla. Te adaptas a las circunstancias e intentas hacer de tu vida un poco mejor acompañada por familia, amigos y tus actividades diarias y buscas ser feliz con lo que tienes. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

LAS MATEMÁTICAS DEL AMOR

Hanna Fry (imagen de su web oficial)
Debido a mis estudios y mi pasión por las palabras (de ahí que me guste escribir) siempre me he considerado una mujer de Letras y no he tenido muy buena imagen de las Matemáticas. Sin embargo, creo que voy a tener que replantearme está cuestión al conocer las explicaciones de Hanna Fry, Profesora de Matemáticas en el University College de Londres. ¿Por qué mi cambio de opinión? Pues bien, la profesora Fry ha publicado un libro que seguramente muchas y muchos deberíamos leer para encontrar nuestra pareja perfecta y conservarla: “Las Matemáticas del Amor”. Di con él tras leer un artículo en una revista y desde entonces esta idea me ha estado obsesionando día tras día, lo que me ha llevado a  buscar por internet esta teoría de Hanna Fry y he encontrado un interesante video sobre cómo las Matemáticas influyen en el Amor.  Aquí va un resumen de las teorías.


“Atrévete”: Según parece, los atrevidos tienen más posibilidades de encontrar el Amor. Es decir, cuantas más veces arriesgues, llegarás a tener una opción posible mientras que si prefieres esperar a que te elijan, podrás acabar con la opción menos mala de las posibles que hubiese, aspecto que se calcula con el algoritmo de Gale-Shapley. Pero vayamos a lo real para verificar este hecho. Estás en una fiesta y te animas a coquetear con el rubiales que está pidiendo una copa. Entablas una pequeña conversación con él pero ves que no te está prestando la atención suficiente y te vas. Media hora más tarde aparece un grupo de tres hombres y uno de ellos te ha dejado fascinada, ¿cómo acercarse para hablar con él a solas? No, cielo, anímate y habla con los tres puede ser que justo uno de los acompañantes tenga una conversación más interesante y acabes fijándote en él mucho más que en su amigo. Además, seguro que el hecho de que tomes la iniciativa a conocerles les llama más la atención que si te quedas sentada en un sofá a esperar que alguno cruce la mirada contigo. Es decir, cuantas más veces lo intentes, más probabilidad tendrás de acertar en alguna ocasión. Lo cierto es que a muchas mujeres les da miedo tomar la iniciativa por miedo a ser rechazadas, sin embargo, ese hecho es bueno ya que poco a poco una misma se fortalece con los Noes recibidos hasta el punto de que no le importa que se los digan porque tiene la certeza de que habrá alguno que diga un sí.


“Práctica, Práctica, Práctica”: Evidentemente todo en la vida, o casi todo, lo vamos aprendiendo con el tiempo y la práctica. Unos son muy buenos tocando el piano, otros pintando, escribiendo, bailando… A cada uno nos gusta algo en concreto y lo vamos potenciando de tal forma que lo que al principio suponía un esfuerzo luego se convierte en algo fácil de realizar. Esto mismo sucede con el Sexo. ¿El Sexo? Sí, porque, evidentemente, ninguno nacemos sabiendo “TODO” sobre Sexo, sino que se aprende y la mejor forma de aprender es practicándolo. Bueno, dado lo que me he encontrado en mi vida sexual, puede que alguno tenga que practicar más o no haya prestado demasiada atención en sus prácticas pasadas… En las Matemáticas se habla de los “Supernodos” a través de la “Ley potencial”, que en las relaciones amorosas viene a significar que las personas que tengan muchas parejas sexuales son “Supernodos” que tienen más probabilidades de tener más conquistas sexuales. Volvamos a la realidad. Cuanta más experiencia coges, no sólo te llevas ese aprendizaje sino que te afecta emocionalmente tanto de forma positiva como negativa. La forma positiva es que cuanto más éxito se tiene en las conquistas, más seguridad se va adquiriendo, y la negativa sería lo contrario (lo que antes comentaba del rechazo) algo que en algunas personas les crea inseguridad para seguir intentándolo (un grave error, por supuesto). No necesariamente tienes que ser un bellezón para ligar o seducir, pero si eres capaz de conseguir muchos éxitos, te sentirás más sexy y más capaz de conseguir nuevas citas, es decir, la visión que tienes de ti misma es positiva y lo reflejarás en tu forma de vestir, de andar, de mirar, de hablar, de comportarte… en una palabra, te crees que puedes y, por tanto, lo consigues porque los otros son capaces de ver esa actitud y les llamará la atención. No obstante, tener muchas parejas sexuales lleva aparejado un riesgo: estar más expuesto a enfermedades de transmisión sexual o incluso un embarazo no deseado si no se toman las precauciones necesarias. Siempre  hay que realizar el Sexo seguro pero hay momentos en los que nos dejamos llevar por la pasión y, sin pensarlo, no hacemos las cosas bien, así que, por favor, seamos conscientes y usemos la cabeza antes de tener una relación sexual de una noche loca.

“Saber venderse”: En el mundo del Marketing y la Publicidad es un lema fundamental y los matemáticos demuestran que en las relaciones sentimentales se debe tener muy en cuenta, como así. En su video explicativo, Hanna Fry explica que hay que destacar eso que te hace ser diferente al resto y que es más ventajoso que no todos nos consideren atractivos, eso implica que quien tenga interés tendrá menos competencia y, por tanto, más opciones de éxito, mientras que si muchos creen que eres una preciosidad no querrán arriesgarse porque no tendrán éxito. ¿Cierto? Si me baso en las conversaciones con amigos, cuando ven a una chica realmente increíble en una discoteca, por ejemplo, no paran de mirarla pero muy pocos (o casi ninguno) se atreven a lanzarse ya que saben que no van a estar a la altura y que no van a ser de su agrado. También me han comentado que ante un grupo de amigas es mejor lanzarse a las que son más normalitas y no a la que destaque más por su belleza, con las amigas pondrán tener más probabilidades mientras que si “atacan” a la guapa no sólo es que les puede rechazar, sino que sólo tendrán una única opción. si en el campo del Amor lo relacionamos con el atrevimiento, las opciones se multiplicarán.

“¿Pareja Perfecta? Es posible”: Según las matemáticas, se utiliza la “Parada óptima”, por la cual en un tramo de entre los 15 y 35 años, el primer 37% de nuestras relaciones ha de descartarse como opción sería de matrimonio y se debe elegir a la siguiente persona que sea mejor que todas las anteriores. La profesora Fry advierte que no es eficaz al 100 por 100 y que se pueden dar dos tipos de riesgos: que la pareja perfecta aparezca en ese primer tramo del 37% que rechazamos y que no encontraremos a nadie que sea mejor que lo anterior, o que el 37% inicial no se adapte por completo a ti y que el siguiente sea “menos malo” y te quedes con esa opción aunque no es realmente buena para ti. Parce que solemos funcionar así y en la época de juventud se suele “juguetear” mientras que pasado el tiempo se intenta tener relaciones más estables. No obstante, me planteo varias cuestiones. Qué sucedería si conoces a esa persona siguiente de tu 37% con el cual deberías quedarte y, sin embargo, para él, tú te encuentras en su primer 37% que tiene que descartar o cómo se explicaría que haya personas que se casen con su primera pareja, algo muy común antiguamente y no tanto en el siglo XXI aunque algún caso sí he conocido. También me gustaría saber cómo calcular cuándo has llegado a tu 37%, puesto que has podido salir de una relación duradera y, como en ese tiempo no has ligado, aún no has cumplido tu 37% a pesar de poder estar en un tramo de edad superior a los 25-30 años, es decir, has pasado el rango del “juego” y te encuentras en el rango de “seriedad”, según las estadísticas, en este caso ¿se intenta jugar para tener más experiencia en todos los aspectos o nos quedamos con una alternativa que sea mejor que lo ya conocido? El problema es que cuando se supera la barrera de los 35 años es muy probable que la soltería comience a pesar, el reloj biológico de la mujer (que por desgracia es el que es y no se puede cambiar) suena cada vez con más intensidad y se comete el error de buscar a la desesperada, desear pareja lo antes posible y generar frustración cuando se producen rechazos o las opciones se tienen que descartar.

“Positividad”: ¿Quieres que tu relación prospere y no acabe en divorcio? La solución está en el umbral de negatividad. Hanna Fry menciona el estudio del equipo del psicólogo John Gottman, en el que se demuestra que parejas positivas tienen menos riesgo de divorcio. A este estudio se suma la ecuación de “Espiral de negatividad” del matemático James Murray, en la que interviene el estado de ánimo de cada miembro de la pareja y como se influyen entre sí. Los resultados indican que para que una relación funcione hay que tener un bajo umbral de negatividad que se caracteriza por no pasar las cosas por alto y que haya espacio para las quejas para que cosas triviales no se conviertan en problemas serios. En definitiva, tener una visión positiva del matrimonio. En este punto la realidad es mucho más compleja que las matemáticas aunque, por supuesto, siguen dándoles la razón. En las discusiones de pareja muchas veces nos dejamos llevar por las emociones y caemos en el error de los gritos, los reproches o incluso insultos o faltas de respeto. Obviamente, esto no es lo más ventajoso, al igual que estar discutiendo permanentemente. Lo que hay que encontrar es un término medio, en el que hablar las cosas sin llegar al “enfado extremo”, tener cada uno su espacio pero mantener espacios comunes en los que no sólo disfrutar el uno del otro sino también de hablar de lo que nos preocupa y ofrecer soluciones positivas. Lo malo de esto es que prácticamente es imposible llevarlo a cabo porque en la actualidad tenemos tan poco tiempo que lo último que queremos cuando llegamos a casa es mantener una discusión “cordial” con tu pareja, básicamente lo que queremos es estar tranquilos e ignoramos los problemas que puedan estar ocurriendo en nuestra relación. También nos hemos hecho más egoístas y nos cuesta escuchar a los demás y, por supuesto, hay que contar con el gran impedimento que supone el intentar hablar con un hombre de sus sentimientos, de lo qué está pensando o si le pasa algo, vamos, toda una misión imposible.

La verdad es que nunca creí que pudiese darse una relación entre las Matemáticas y el Amor ni mucho menos que nuestro comportamiento pudiese estar fundamentado de forma inconsciente en ecuaciones matemáticas o probabilísticas. Lo que sí es cierto es que el Amor, igual que las Matemáticas, no es sencillo y requiere del esfuerzo de ambos miembros de la ecuación para conseguir que 1+1 sea igual a 2.

Par saber más:


http://www.hannahfry.co.uk/


lunes, 26 de octubre de 2015

Infidelidad en la web

Cada vez más proliferan las webs de contactos para encontrar sexo fortuito y, aunque algunas las promocionan como un buscador de pareja estable, la realidad es muy distinta. Páginas como Badoo, Meetic, E-Darling, POF, C-Date o Adopta un tío son sólo algunos ejemplos de tantos como podemos encontraren la red. En cuanto a Adopta un tío, ¿os imagináis que hubiese una web llamada Adopta una tía? Bueno, la que se liaría sería increíble, miles de feministas poniendo el grito en el cielo y proclamando a los cuatro vientos que el cuerpo de la mujer se está exhibiendo como carnaza para los hombres. ¿Y en el caso de los hombres no es así? ¿Nadie dice nada por la exposición masculina en un mercado de carne virtual? No, claro, en este caso parece ser que no, como la mujer puede elegir y meter en el carro a quien quiera (tal como aparece en su logotipo) eso sí se considera lícito… Por otra parte, existen webs que incitan a tener encuentros sexuales fuera del entorno de pareja, y aunque muchos de los perfiles pueden llegar a ser falsos (aconsejo el reportaje de “Equipo de Investigación” de la Sexta sobre el tema, lo cierto es que muchas mujeres y hombres casados acceden a internet en busca de sexo. ¿En serio? ¿Hasta ese punto hemos llegado que necesitamos ser infieles para que “funcione” un matrimonio/pareja? Lo más triste de todo es que así es. Claro que también hay solter@s que quieren darse una alegría al cuerpo pero en las páginas de contactos encuentras a hombres que te preguntan si no te importa el hecho de que tengan pareja o te lo ocultan tanto como pueden. Un ejemplo de ello: los que pueden quedar únicamente entre semana con horarios reducidos o en fines de semana pero en horario de mañana, los que ponen excusas para no llevarte a sus casas, los que te aseguran que no pueden estar pegados al móvil por el trabajo, los que no quieren que te subas a sus coches (para no dejar rastros)… si te dan alguna de estas excusas, mantente alerta. Con todo esto, lo que yo me pregunto es ¿por qué somos infieles? ¿Es por lo prohibido? ¿Preferimos Sexo sin Amor? ¿Estamos cansados de lo que tenemos?

Lo cierto es que la rutina y la monotonía juegan un papel relevante en la búsqueda de una aventura. Si bien al principio de una relación todos hacemos buenos propósitos, al estilo de los propósitos de Año Nuevo de los que muchos de ellos no se cumplen, según pasa el tiempo nos vamos acomodando y dejamos de hacer cosas nuevas e interesantes con nuestra pareja. Y no sólo eso, sino que también te despreocupas de tu pareja: ni piropos, ni sexo pasional, ni interés por el día que ha tenido en la oficina… ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tu novio que estaba guapo con esa camisa? ¿Y a tu novia cuanto hace que no le llevas el desayuno a la cama? ¿Cuánto hace que no vais a un concierto, al cine o un fin de semana fuera? Esa dejadez es la que tanto a hombres como a mujeres les motiva más mantener relaciones extramatrimoniales, por la sencilla razón de que en esas personas casuales van a encontrar lo que no tienen en casa.

La apatía tiene mucho que ver con esta dejadez que cada vez suele ser más habitual de lo que parece. Las mujeres se multiplican para poder llegar a hacer todo en el mismo día y no es raro que lleguen tan irritadas a casa que a la mínima les salten a sus maridos, aunque sea por alguna tontería. Los hombres se enfrascan tanto en sus trabajos que llegan a casa cansados con el único propósito de tirarse en el sofá y no hacer nada o bien salen a desestresarse a correr o al gimnasio y sólo les quedan fuerzas para cenar y marcharse a la cama. Cuando hay niños, la situación se complica mucho más, no por los niños en sí mismos, sino por el estrés que genera la repartición de las tareas tanto del hogar como de los peques (llevarles al cole, recogerles, bañarles, prepararles la cena…). Caso 1: La mujer está harta de no poder tener sexo con su pareja porque siempre dice que está cansado y sin ganas. Esto le lleva a pensar que ya no le atrae, que no es sexy y se siente menos mujer. Utiliza webs de contactos para que le levanten un poco el ego, sentirse mejor y, si se decide, tener el calor humano que no recibe en casa (no sólo sexo, sino caricias, besos…). Caso 2: Hombre que prefiere quedarse trabajando hasta tarde para pasar menos horas en casa, bien por evitar discusiones, bien porque siente que se agobia en casa.  Empieza a poner excusas para llegar tarde a casa, se inventa reuniones cuando en realidad se va a tomar cervezas con varios compañeros. Decide flirtear con otras mujeres que le van a tratar como un rey. Son sólo dos casos hipotéticos de los muchos que podemos encontrar, pero todos ellos tienen en común sentimientos de soledad, frustración, incomprensión e insatisfacción.

Además de “abandonar”  a nuestra pareja, nos abandonamos a nosotros mismos aparcando actividades personales e incluso relegamos a nuestros amigos a un segundo plano. Y no es que hagamos esto por obligación sino que lo hacemos porque queremos y de forma progresiva, casi sin darnos cuenta, y se paga un alto precio por ello. Esto es más común en las féminas pero en el sector masculino también hay alguno que se olvida de los amigos y no hace nada si no va siempre con su chica. ¿No habéis conocido parejas así? Yo sí, bastantes. Todo lo hacen juntos y donde va el uno va el otro, así que, olvídate de planificar una noche de amigas porque seguramente tu amiga emparejada no parará de estar con el móvil en la mano escribiendo a su novio y se irá antes de medianoche cual Cenicienta porque así puede estar también con él. Eso o se trae al novio y se acabó el ambiente de “Noche de Chicas”. Otra cosa que solemos hacer muchísimo las mujeres, relegar cualquier plan a la espera de hacer algo con tu pareja, algo que muchas veces sale mal porque no se llega a hacer nada ni con unos ni con el otro. Con el tiempo, estas situaciones se vuelven en contra de la pareja porque ninguno de los dos tiene su espacio definido y conocer gente nueva se convierte en una válvula de escape para esa excesiva dependencia.

Y si hablamos de dependencia, la Dependencia Emocional también cuenta como un factor a tener en cuenta en la búsqueda de ligues en la red. Un exhaustivo control de dónde está, con quién, cuándo vuelve, lo que hace puede llegar a ser agotador y ese día que tenga libre para hacer lo que quiera, saldrá desatado/a y hará todo lo que no se le permite en condiciones normales. Otra forma de dependencia es para algunos la “necesidad” de estar con él/ella y miedo a perderle/la. Esto hace que en lugar de tener una relación “sana”, se vuelvan obsesivos, inseguros y miedosos y provoquen eso que no quieren, alejamiento de la persona que quieren. Ese alejamiento puede ser un simple cambio de comportamiento en casa (te habla menos, te evita, se va a la cama antes o después de que lo hagas tú, llena sus horas libres con actividades para sí mismo…) o un verdadero alejamiento físico en el que la frase “vamos a darnos un respiro” puede salir a la luz. De esto es muy fácil llegar a las mentiras y a crearse un perfil en una página de contactos, puede que al principio sin intención de llegar más lejos pero una vez metido en el asunto es muy probable que se llegue hasta el final.


Sin entrar en quién es más infiel, si hombres o mujeres, lo que se aprecia es que pasado un cierto tiempo las relaciones de pareja flaquean por diferentes circunstancias y, si no se ataja el problema a tiempo, puede llegar la dejadez y la monotonía y estás a su vez pueden desembocar en la búsqueda de nuevas experiencias que no encuentras en tu relación. ¿Tu relación no funciona? ¿Estás insatisfecha? ¿No eres feliz? ¿Necesitas algo nuevo? Antes de iniciarte en el mundo de la infidelidad sopesa lo que tienes, lo que ganas, lo que pierdes y el precio a pagar por esa aventura. Piensa que si pones en un segundo plano tu relación será porque no te interesa tanto como antes, entonces ¿por qué seguir? Pero lo más importante, recuerda que detrás del placer que recibes por una aventura fugaz, detrás hay una persona a la que engañas y deberías ponerte en su lugar ya que es muy probable que a ti no te gustas que fuesen infieles contigo, por lo tanto, no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

Incluyo enlaces a reportaje sobre la Infidelidad de "Equipo de Investigación" (la Sexta) emitido el 23/10/15: 


viernes, 9 de octubre de 2015

Mindfulness

Últimamente se ha puesto muy de moda el Mindfulness, o lo que es lo mismo, el “Aquí y Ahora” que ha promulgado el Yoga desde tiempos inmemorables, lo que pasa es que ahora queda más “fashion” llamarlo así. Está más que comprobado que el Yoga y otras técnicas de relajación que promulgan este concepto son muy saludables y no solo ayudan a mantener una mente sana sino también un equilibrio entre cuerpo y mente. Sin embargo, eso de vivir el “Aquí y ahora” puede que no sea del todo realista teniendo en cuenta la pura realidad biológica, es decir, nuestro cerebro. Según una serie de estudios científicos, el cerebro tarda unos 3 segundos en procesar la información que recibimos, por lo tanto, estamos permanentemente manejando datos pasados. Que incoherente ¿no? No pretendo hacer de este artículo un texto científico pero de lo que sí quiero hablar es de nuestra forma de ver el pasado, el presente y el futuro.

Por una razón que no logro entender, pasamos más tiempo pensando en el pasado y en el futuro que centrándonos en el presente. Vivo ejemplo de ello son muchas de mis amigas que continuamente se empeñan en rememorar el pasado, sobre todo lo negativo, y hacer miles de planes a futuro que acaban quedando en sus fantasías. Mi amiga Liliana cada vez que conoce a un chico nuevo le aplica actitudes y comportamientos de los hombres con quienes ha tenido malas experiencias. No se da tiempo a conocerles, empieza a agobiarse y a dar por hecho que las cosas son como ella las ve. Muchas veces me dice “¿ves? Te digo que está pasando de mi, está claro”. Por otra parte, otra de mis amigas sigue sin superar la ruptura con su ex después de dos años y le sigue teniendo en la cabeza.  A ver, siempre es complicado y cada uno tenemos un tiempo para asimilarlas, a unos más a otros menos, pero nunca se va a superar si día si y día también se rememora el pasado, de esta manera no se consigue avanzar. Esto demuestra que el Amor es el que más tiempo se queda anclado en el pasado pero también nos sucede con otros aspectos de nuestra vida. Puede que nos arrepintamos de no haber hecho algo (los famosos “y si hubiera”), que pensemos en amistades perdidas, que sintamos remordimientos por algo que hicimos mal... Evidentemente  recordar el pasado no siempre es malo, también nos hace recordar buenos momentos vividos o a personas queridas pero lo realmente importante es la forma en la que vamos a asimilar esas experiencias pasadas.

Si vivir en el pasado no es bueno, estar continuamente pensando en el futuro tampoco es alentador. Conozco personas que planifican a largo plazo y se comportan como el cuento de “La Lechera”: cuando tenga dinero, podré comprarme un hermoso vestido, tener una casa grande, trabajaré en lo que me gusta, podré viajar... Suelen ser personas ambiciosas y que curiosamente todo eso lo quieren conseguir lo antes posible. También hay quienes tienen totalmente determinado los momentos importantes de sus vidas: me casaré a los 29 años, tendré 3 hijos, viviré en una casa con piscina... Y tanto unos como otros, si ven que sus planes no llegan cuando ellos pensaban o no salen las cosas como querían, se llenan de frustración. Otra cosa que hacemos al pensar en el futuro: imaginar. Sí, tenemos la curiosa manía de adelantarnos a los acontecimientos e imaginar lo que ocurrirá: “Me van a echar del trabajo”, “no voy a aprobar”, “mi relación está acabada”.  Una cosa es que preveamos las consecuencias y otra muy distinta que nos atormentemos por lo que aún no ha sucedido. ¿De verdad eso es sano? No, para nada, y cuanto más pensamos en esto más nos agobiamos y más nos alejamos de la realidad.

Con todo ello, dejamos de lado al presente y, mientras nos centramos en el pasado y en el futuro, nos perdemos muchas cosas que nos están ocurriendo “Aquí y ahora”. También lo que nos está pasando es que hacemos las cosas de forma rutinaria, simplemente porque hay que hacerlas, y cosas que a lo mejor antes nos gustaban ahora las hacemos con desgana o hemos dejado de hacerlas por falta de tiempo, cambio de circunstancias, cambio de prioridades… El caso es que nos abandonamos poco a poco y perdemos oportunidades de disfrutar, de vivir, de sentir.


Yo soy la primera que cometo todos estos errores y por eso en lugar de apuntarme a cursos de Mindfullness, me he apuntado a clases de Yoga y voy progresando. Centrarme en la respiración y en cómo se encuentra mi cuerpo en esos momentos no sólo me ayuda a liberarme de todo el estrés sino que me relaja tanto que me ayuda a conciliar el sueño por las noches con más facilidad que antes. Mi siguiente reto es mantener el “Aquí y ahora” en todos los aspecto de mi vida. Y vosotros ¿os animáis a intentarlo?





miércoles, 16 de septiembre de 2015

Hombre Llorón

Ya sabemos que hay muchos tipos de hombres, de algunos ya he hablado y soy consciente de que es casi imposible abarcar a todos los que puedan existir, no sólo porque las características puedan ser infinitas sino porque un mismo hombre puede pertenecer a varias clasificaciones, por lo que tendríamos que hablar de clasificaciones intermedias y, por lo tanto, nunca acabaríamos. No obstante, hoy quiero hablar de los hombres tristes o mejor dicho, los “Hombres Llorones”.

El “Hombre Llorón” es aquel que sólo habla de su triste vida y lo mal que lo ha pasado, (de ahí el apodo), y sobre todo, no deja de hablar de lo mal que le han tratado las mujeres. ¿No os habéis encontrado ninguno así? Pues suerte tenéis si no os habéis topado con un individuo de estas características. Yo he dado con unos cuantos y, sinceramente, agotan, pero la que sí ha tenido más encontronazos con este tipo de hombre es mi amiga Susana, gracias a ella y a sus confidencias escribo este artículo, es decir, está basado en sucesos reales, aunque a veces parezca difícil de creer.

En este hombre, las quejas son continuas, tanto que sólo hablan de sí mismos y su penosa vida sentimental. Parece ser que se piensan que dando pena conseguirán conquistar a alguna mujer, una mujer buena que les quiera y que no les haga daño. Resumiendo, van de victimas. Sus frases más comunes suelen ser: “no encuentro una mujer que me sepa valorar”, “no atraigo a las chicas” entre otras muchas del mismo estilo. Al conocerles intentas animarles diciéndoles que seguro que no es así, que tendrán cosas buenas, que no todas las mujeres son de esa manera o que con el tiempo conocerán a alguien especial que les corresponda. Lo malo es que confunden amabilidad con interés y ya piensan que eres la mujer de su vida y en ese momento empiezas a arrepentirte de ser cortés con la gente y escuchar las penas de los demás.

Actualmente las redes sociales y páginas de contactos están en auge para conocer gente, ligar o tener sexo sin compromiso, según lo que se vaya buscando, y en estas webs se esconden muchos “Hombres Llorones” camuflados de chicos normales. ¿Cómo saber si el chico que te acaba de saludar a través de una de estas páginas es de este tipo de hombres? Aquí dejo algunas pistas: suelen enseñar poco en la foto de perfil, principalmente fotos de la cara o de lejos o que no tengan que ver con ellos, como dibujos, animales, paisajes... Suelen utilizar frases profundas del tipo “lo que importa es lo de dentro” y en el apartado específico para que hablen de ellos, escriben textos enormes en donde explican que son maravillosos y enumeran lo que no quieren de una mujer y lo que esperan de ellas, eso sí, no se cortan a la hora de pedir ya que quieren una mujer elegante, guapa, inteligente, femenina, buena compañera, con inquietudes y que "no sean ni chonis ni princesas o taradas que no hayan superado relaciones anteriores" (está frase es literal). Vamos, que lo quieren todo, una mujer perfecta, casi una venus, una diosa mas bien. Yo me pregunto, ¿para qué un texto tan largo? ¿No pueden resumir? Yo también me he topado con perfiles similares y, personalmente, no les presto atención porque me canso de leer y, claro está, cuando veo una descripción en la que seguramente no encajo, ni me molesto porque no, no soy perfecta, ni yo ni ninguna mujer pero de sueños también se vive ¿no?  Lógicamente, no todos los perfiles que te encuentres con estas características indican que sean así, pero al menos ya estás alerta para desenmascararle poco a poco en la conversación, algo que será fácil porque empezarán a hablarte de sus experiencias negativas con las mujeres. ¡Ah! Seguro que te dirán que se van a borrar de la web porque ninguna chica les habla o que sólo se burlan de ellos pero pasa el tiempo y siguen ahí buscando el amor de su vida.

Dos anécdotas quisiera mencionar de mi amiga Susana que me ha dado su consentimiento para plasmarlas por escrito. En una un chico que en un principio parecía majo acabo contándole  una cita que tuvo en la cual, la chica con la que había quedado se llevó también a unas amigas y que se pasaron la tarde riéndose de él. La verdad es que cuando he quedado con un chico, no se me ocurre llevarme a mis amigas de teloneras ya que nunca se sabe lo que puede ocurrir, ¿y si el muchacho te gusta tanto que quieres algo más en esa primera cita? ¿Miedo a que sea un psicópata? Pues quedas en un lugar céntrico y concurrido y solucionado. No obstante, pensar que todo el mundo (en este caso las chicas) se ríe de él me parece exagerado ¿no creéis? La segunda anécdota fue en vivo y en directo. El chico se empeño en ir al cine en la primera cita y como él se ofreció a invitarla a tomar algo, ella tomo la decisión de comprar las entradas del cine. La velada fue torciéndose con los comentarios que hacía sobre las mujeres, estaba enfadado con todas las mujeres del mundo, le detalló sus malas experiencias, lo mal que le habían tratado y que hasta se habían reido de él muchas veces. (Como veis, esto se repite a menudo). No hablaron de otros temas ni siquiera le preguntó sobre ella, no, todo era él, él y él y su vida llena de tristezas y sinsabores. Con este estupendo panorama, dan ganas de marcharse ¿no? Eso mismo pensó Susana pero ya había pagado las entradas así que, aguantó como pudo y fue al cine. El remate fue que el muchacho debía ser un pelín tacaño y lo único a lo que invitó fue a una cocacola, así que, mi amiga no se cortó y a la salida del cine le dijo que tenían que hacer cuentas, que todo lo pagaban a medias, algo que le pillo por sorpresa por la cara que puso. Ahí terminó todo porque Susana se fue y no volvieron a hablar. Imagino que a partir de entonces ella ha pasado a formar parte de esas mujeres malas que tanto daño le han hecho.

El “Hombre Llorón” únicamente se centra en la culpabilidad de las mujeres, eluden toda responsabilidad y sólo hablan de sí mismos. Eso les hace ser egocéntricos, en tanto que no prestan atención a los demás, y cobardes, ya que no sólo no saben asumir sus errores sino que tampoco quieren afrontar sus miedos. Todos nos equivocamos e intentamos aprender de los errores, ellos parece que son más listos que los demás y nunca se equivocan, ¿no se dan cuenta de que eso es un fallo? Cierto que hay mujeres que se portan mal con los hombres pero si en la vida de estos Hombres Llorones han pasado muchas mujeres así, ¿no será que ellos tienen algo que ver? Si constantemente te fijas en la persona equivocada, tienes que hacértelo mirar porque la culpa de la mala elección es tuya. Una vez asimilada parte de la culpabilidad, habrá que averiguar que haces para que te ocurra lo mismo una y otra vez ¿no crees? Pues esto es lo que deberían saber estos hombres, que caen en la misma piedra miles de veces porque ellos mismos quieren no porque otros les pongan la piedra delante. Sin embargo, no aprenden y siguen llorando.

Sea como fuere, estos hombres no se dan cuenta que la técnica de la pena funciona poco o mas bien nada. Todos tenemos momentos en los que estamos más decaídos o desanimados pero no como una constante. Así mismo, no creo que resulte agradable estar al lado de una persona que siempre se queja de todos y de todo, que vive anclado en el pasado y no para de ver el lado negativo de las cosas. Prefiero a alguien optimista para quien los sucesos no tan buenos sean una forma de aprendizaje y lo transforme en un empuje para alcanzar sus objetivos. Prefiero a alguien que disfrute conmigo y de mí sin necesidad de que me cuente al detalle cada infortunio amoroso. Prefiero a alguien que tenga los pies en la tierra y su ideal de mujer esté dentro del mundo real, sin buscar quimeras o super mujeres que sólo se encuentran en los comics. Prefiero a alguien que sepa hablar de más cosas que de sí mismo y que sepa ver que yo también puedo tener un mal día y necesitar palabras de apoyo en lugar de frases llenas de quejas. Por eso los “Hombres Llorones” no tienen éxito, porque sus lágrimas les ocultan la realidad, porque sus lagrimas no les dejan ver el sol. 


domingo, 30 de agosto de 2015

Bloqueado

Todos alguna vez nos hemos sentido bloqueados. Esos momentos en los que no sabes muy bien por qué pero estás en un punto muerto sin saber por dónde seguir.  Es algo emocional que nos paraliza y no nos deja avanzar en todos los planos de nuestra vida y actuamos y seguimos de una forma mas bien automática. El bloqueo puede darse por uno mismo, cuando no estamos satisfechos con lo que tenemos o lo que hacemos, o por terceros, cuando lo que hacen otros nos afecta tanto que hemos perdido el control cediéndoselo a ellos. No obstante también existe el bloqueo literal, casi físico, y en este caso siempre están implicadas terceras personas. Es el caso de los bloqueos en redes sociales como Facebook o mensajerías instantáneas como Whatsapp o Telegram que, si bien pueden llegar a ser entendibles en ciertos casos, no dejan de ser el  “me enfado y no te hablo” de los niños pequeños. Bloquear a alguien o que te bloqueen es lo mismo que pensar que no quieres que esté en tu vida por alguna razón y, como pasa con otras muchas cosas, puede haber una justificación en unos casos pero no en otros. ¿Qué casos?, veamos.

No hay cosa más nociva que seguir teniendo a tu ex en el Facebook u otras redes sociales. Cotilleas las fotos que cuelga, lees los comentarios de sus amigos y amigas, sobre todo de las amigas por si ya te ha buscado sustituta. Incluso le comentas algo con un tono que está marcado por el rencor. Pero lo que más te molesta y te hierve la sangre de verlo, es que sale con sus amigotes de fiesta y que se lo está pasando genial !sin ti! Ojo, lo más seguro es que mucho de eso sean apariencias pero eso tú no lo sabes con seguridad y piensas lo peor. Bueno,  ya no te cuento si ves una foto de él con una chica, ambos muy juntos, o de ellos dos con otra pareja en un restaurante y tu instinto de mujer ya te dice que sí, que está con otra. Eso es lo que me pasó a mi, me enteré de su nueva “amiga” porque por error ¡me etiquetó en una foto de ellos! Desde ese momento, me di cuenta de que no era sano tenerle entre mis contactos y decidí eliminarle y decirme a mí misma que no volvería a buscarle aunque tuviese tentaciones. Y eso hice, no le busqué, aunque no fue nada fácil, lo confieso. Otro caso que he tenido con un ex es acoso y derribo por teléfono móvil. Fue tan insistente que no me quedó más remedio que ignorarle, pero aun así no paraba de escribir así que tuve que bloquearle para evitar sus mensajes obsesivos. Estoy convencida de que habréis tenido experiencias similares, por eso, en casos como estos el alejarse de estas personas no sólo es sano sino necesario, aunque sea de forma temporal.

¿Sólo ocurre esto con los ex? Ni mucho menos, también te puede ocurrir con ligues o incluso amigos o conocidos. Mi amiga Andrea tuvo que bloquear a un chico por fanfarrón. Por lo visto, se conocieron por internet y ya desde un principio se veía claramente que él iba a lo que iba. Andrea en ese momento pasaba de compromisos así que le venía bien esa actitud. Sin embargo, ella me contaba que cada vez que intentaban quedar, él al final no confirmaba nada y que aunque llegaron a hablar por teléfono para citarse en un día y hora concretos, llegado el momento no se producía esa cita. Y mi amiga se cansó. Lo curioso es que cuando pasaban unos meses él volvía a plantear una cita y a fantasear con darle un sexo increíble pero nunca llegaba esa cita. Andrea dejó de contestar y ni aún así el otro dejaba de escribir pasado un tiempo, por eso tomó la iniciativa y cortó por lo sano. ¿Y qué me decís cuando te mandan fotos “guarronas”? Es increíble el afán que tienen algunos por exhibirse y mostrar sus atributos para ligar, imagino que con alguna les funcionará la técnica, pero a mi no me impresionan. Más de dos y de tres me han enviado por mail o por móvil fotos enseñándome todo lo que tenían que enseñar, y de estos exhibicionistas tuve un caso muy curioso. Un día encontré un mensaje en la carpeta “Otros” de Facebook de un chico que no conocía de nada ni teníamos contactos en común, un simple “hola, ¿qué tal?”. No contesté. Unas semanas después, vuelvo a encontrar un mensaje del mismo chico, esta vez, dos fotos de su aparato masculino. Siento tener que ser tan sincera pero me reí, no por su miembro viril que, más o menos tenía un tamaño decente, me reí porque me pareció la ocurrencia más tonta, sin conocerme de nada ¿quieres sorprenderme así? Mal vas entonces. En esta ocasión no solo no contesté sino que decidí bloquearle para que no me encontrase más y no me molestase con mas fotos de esas.

Al igual que bloqueas, te pueden bloquear o eliminar por las mismas o distintas razones pero siempre te da por pensar el motivo que le ha llevado a esa persona a hacerlo. Y como piensas, también te das cuenta de que hay gente que tiene pocos motivos para hacerlo o lo hacen llevados por alguna tontería o rencilla que en lugar de hablarla y solucionarla, se decide poner tierra de por medio y  te hacen desaparecer. Eso me hizo una amiga, se pilló un mosqueo considerable por lo que realmente era una tontería y a todos los implicados nos dejó de hablar y nos eliminó del Facebook. Fue una manera de decir “no os quiero en mi vida”, y así ha sido, desde hace varios años yo no he vuelto a saber de ella. Lo mismo me ha ocurrido con el Whatsapp, un chico me ha bloqueado y aún no sé por qué. Todo ocurrió de la noche a la mañana, un viernes me propone quedar a tomar algo pero ya tengo planes y le tengo que decir que no puedo. El sábado ya estaba bloqueada, no podía ver ni su foto, ni su hora de conexión y no le llegó el mensaje que le mandé, sin embargo, sí leyó el mensaje que mandé en el grupo en el que ambos estamos, así que.... está claro ¿no? Lo que yo me planteo es... ¿de verdad se ha enfadado porque no he podido quedar con él o hay algo más? Me parece increíble que alguien pueda pasar del amor al odio así de rápido y sin una justificación aparente. No hice nada, que yo sepa, que pueda motivar esa indignación ni tampoco tuve tiempo para replicar o disculparme si tuviera que hacerlo. ¿Puede que necesitase alejarse de mí? ¿Que quisiera algo que sabía que no iba a tener? La verdad es que no lo sé y dudo que salga de dudas, pero en cierta manera, y sin dármelas de divina ni de vanidosa, me gustaría pensar que sí, eso significaría que de alguna manera sentía algo y prefirió distanciarse, no que yo haya sido la “bruja mala” de la película.

También puede ocurrir que alguien te elimina o te bloquea de un sitio pero no de otros o que intente saber de ti a través de terceros o, como le ocurrió a mi amigo Alberto, que supo de la vida de una chica que le bloqueo a través de una amiga de ella, aludiendo que se había equivocado de teléfono. ¿Casualidad? Yo siempre lo dudé pero la primera vez... vale, pero ¿tres veces? No, eso ya no cuela, lo que no entiendo muy bien es el sentido que tiene intentar que alguien que has alejado de tu vida siga sabiendo de la tuya.

Sea como fuere, ser bloqueado molesta. Molesta porque es una forma de rechazo, rechazo no sólo a tu persona sino a lo que has representado en el pasado y lo que en el futuro podrías representar. Si no ha habido demasiada relación, como un ligue de unas noches o alguien que te agrega como contacto a través de un amigo común, no le prestas demasiada atención y te das cuenta pasado un tiempo. Sin embargo, cuando ha sido alguien que sí te ha importado o que ha tenido un papel relevante en tu vida (de una u otra manera), sientes como si faltase una pieza de un puzzle, como si te arrebatasen una parte de tu camino porque, se quiera o no, esa persona ha compartido momentos contigo, muchos de los cuales también habrán sido buenos y que, con su actitud, parece que los quisiera borrar. Como he dicho, hay veces que el que bloquea tiene razones para ello, de alguna manera se siente incómodo o amenazado y necesita alejarse. Ambas posiciones son válidas y entendibles, lo único que faltaría es que unos y otros nos diéramos cuenta de nuestros errores y en lugar de utilizar esa forma de huir de “ya no te hablo”, intentar decir las cosas cara a cara, tal como las sentimos, y fomentar la empatía. ¿Tan difícil es? De momento eso parece.