lunes, 27 de septiembre de 2010

LA ESPERA

Ahora mismo no sé si odiarte o quererte, no sé si vales la pena, no sé que hago aquí sentada esperándote. Hoy iba a ser una bonita velada pero has tenido que estropearlo ¿por qué? ¿Acaso no querías venir? No sé que pensar, estoy aturdida, enfadada y tengo ganas de llorar, no de pena sino de rabia. Rabia por creerte, rabia por ilusionarme, rabia por desearte.

Esta mañana he buscado algo con lo que seducirte. ¿Un vestido? ¿Una falda? Quería estar guapa para ti y lo había conseguido. Llamé para hacer una reserva, una mesa para dos, a las 22:00. Hoy me tocaba a mí elegir y sabía que te gustaría. Durante todo el día sólo pensaba en la noche, en estar contigo y compartir agradables momentos. Disfrutar de tu sonrisa y perderme en tu mirada, pasarnos horas conversando sobre temas diversos, reírnos e incluso besarnos de vez en cuando. Iba a ser una noche especial, sólo el estar a tu lado ya era importante, la cena era lo de menos, lo principal eras tú.

Empecé a arreglarme unas horas antes. Ya lo tenía todo escogido, mientras difuminaba la sombra de ojos canturreaba, estaba contenta, emocionada. Ya sólo quedaba esperarte. Pasaban los minutos, los segundos corrían a gran velocidad. Las 20:30, las 21:00, las 21:30 y no apareces. Empecé a ponerme nerviosa, no sueles llegar tarde ¿dónde estabas? Me acercaba a la ventana por si veía tu coche, de los que pasaban ninguno era el tuyo. Tenía tentaciones de llamarte pero no me atrevía, “¿y si te ha pillado un atasco?” pensaba ingenua de mí.

A falta de diez minutos de la hora acordada con el restaurante, una llamada. Eras tú. Respiro hondo para no parecer demasiado enfadada pero la cosa empieza mal. Tu voz no es la de siempre, más tímida que de costumbre, no sabes como decírmelo, dudas… “Mira… es que… esta mañana me he encontrado a mi amigo Ricardo y me ha dicho que iba a comer con los chicos y…”. A cada palabra tuya más rabia crecía en mi interior. “He comido con ellos por la sierra y, bueno, ya sabes, que si nos han servido tarde, que si la tertulia, que si tal y cual… pues eso, que nos hemos liado y seguimos por aquí.” Me quede sorprendida con el teléfono en la mano y la boca abierta, no podía creer lo que estabas diciendo. ¡Ni siquiera estabas cerca! Te contesto que podrías haber avisado, tu respuesta esquiva me confirma que estabas demasiado entretenido. Me quedo callada, no sé que debo decirte. No soluciono nada chillándote o quejándome. Me guardo mi resquemor y muy seria te deseo que lo pases muy bien y te cuelgo. No quiero oírte más, no quiero escuchar esos “lo siento” que a mi no me valen. Todo lo que me digas son palabras vacías que se lleva el aire, no me consuelan, no son nada.

Tiro el teléfono en el sofá y me deshago en lágrimas. Todas mis ilusiones, toda mi alegría han quedado por los suelos. ¿No entiendes que sólo quería verte? Pienso en los buenos momentos y los veo como una farsa. Realmente no te importo, te da lo mismo que estemos juntos o lejos, me tratas como si no fuera nadie en tu vida.
Me acurruco entre los suaves cojines que un día fueron cómplices de nuestra pasión. Mi ropa ya está arrugada y mi llanto ha arrasado con el maquillaje. ¿No podrías haber llamado antes? Has esperado al último momento para dar la cara ante lo inevitable, te has acobardado porque no sabías que excusa poner. ¿Que puedo pensar ante eso?

Sé que para ti no es tan importante, sé que sentirás haberme dado plantón pero se te pasará en breve y seguirás disfrutando con tus amigos. Sin embargo yo sí le doy importancia, miles de pensamientos se agolpan en mi interior y no es un enfado fugaz. Esos detalles tontos son los que quedan en el fondo del recuerdo, pequeñas cosas que van mellando la solidez de una buena estructura.
Ahora mismo, no sé si quererte, no se si odiarte. Ahora mismo, no sé si vales la pena, no sé que hago aquí tumbada esperándote… no sé que hago llorándote.

martes, 14 de septiembre de 2010

ACUERDATE DE MÍ.


El día que te encuentres cansado, sin ganas de nada y sólo quieras dormir… Acuérdate de mí, porque te daré la energía que necesitas para disfrutar de cada instante.

Si sientes que la soledad invade tu vida y que no tienes a nadie con quien hablar… Acuérdate de mí, te regalaré todas mis horas para escuchar tus palabras.

Cuando rías, cuando llores, cuando grites de alegría o cuando sufras de dolor… Acuérdate de mí, quiero estar a tu lado en todos esos momentos para animarte, apoyarte y consolarte.

¿Necesitas un beso, un abrazo o, simplemente, que te mimen?... Acuérdate de mí, te cobijaré en mi regazo y besaré tus mejillas. La noche será cómplice de nuestras fantasías.

Si la distancia es un obstáculo para llegar donde deseas o si tienes lejos a los que anhelas… Acuérdate de mí, seré tus alas, seré tu velero, seré agua, seré viento.

Coge mis manos y caminemos. Me gustaría acompañarte por el incierto sendero de la vida, el paseo será más ameno y los obstáculos más fáciles de saltar.

Porque…

¿De qué tienes miedo? Del Pasado
¿Qué es lo que ansías? La Libertad
¿Qué te sobra? Seguridad
¿Qué necesitas? Comprensión.

Por todas estas cosas… Acuérdate de mí. Déjame formar parte de tu recuerdo porque te aprecio, te valoro, en definitiva, porque te quiero.

Acuérdate de mí porque cuando yo lo necesite… me acordaré de ti.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Odiosas presentaciones

¡Qué bonito es el amor! Esos momentos de felicidad por tener a tu pareja al lado, esas confidencias nocturnas en las que aseguras no haber conocido a nadie como él... Çe l’amour. Pero después te das cuenta de que no sólo tienes que conocer y convivir con esa persona, sino también con su familia. Sí, llega un día en el que resulta obligado hacer las presentaciones pertinentes y las cosas dejan de ser tan maravillosas. No es por el hecho de asimilar que vamos a tener unos suegros, el dilema es que los suegros van a tener que asimilarte a ti. ¿Pasarás la prueba del algodón?

Primera parada: casa de la chica. Ella está de los nervios por lo que pueda pasar y él novio con una cara pálida que parece que le llevan al matadero.

La Madre: La verdad que es guapete, yo me lo imaginaba más feucho pero mira por donde tiene un cierto atractivo. Además parece buen partido, con estudios, un buen trabajo y su padre farmacéutico. Vamos que me van a salir los medicamentos gratis. Se le nota que vive solo, se le ve independiente, mejor así, que sepa hacer las cosas de la casa y si plancha, estupendo, que mi niña es un poco sosita para quitar las arrugas a las sábanas. Y fíjate, va muy bien arreglado y que bien huele. Bueno, pues a ver si para unos años casamos a la niña y que nos den unos guapos retoños, porque mi pequeña era una ricura cuando nació. ¡Ay! Voy a contenerme que al final me emociono.

El Padre: Así que… es éste el que se aprovecha de la inocencia de mi hija. No sé, no me gusta mucho ¿eh? Pero claro, aquí no puedo decir nada porque mi hija va a empezar a decir que ya es mayor, que no la comprendo y que es su vida, y mi mujer que no sea así, que parece buen chico… eso también lo decían de mí cuando era joven y anda que no he sido yo gamberro. Porque, a ver, de dónde ha salido, porque nosotros no sabemos nada de este muchacho hasta ahora ¿y si es un maniaco que se ha obsesionado con mi hija? Y como me entere yo que toca a mi hija… es que… la liamos. Voy a dejar de pensarlo ya porque al final me caliento.

El hermano: ¡Por fin mi hermana se va a independizar! Calculo que para dentro de unos meses, a lo sumo un año, tendré su habitación para mí. Quitaré la cama y pondré varias estanterías, tengo unos libros en cajas que no caben en la mía, así que, será ideal ponerlos allí. Y mi colección de coches, por supuesto. También una mesa para el ordenador, la impresora y tendré espacio para jugar a la wii con los colegas¡¡Genial!! Tendré que poner unos sillones, va a ser estupendo.

El novio: ¡Madre mía, en dónde me he metido! La madre no deja de inspeccionarme de arriba abajo, ¿tendré alguna mancha? Este camisa estaba limpia y he tenido cuidado de no pringarme mucho con la salsa. Y el padre… si es que no se ríe ni nada, seguro que cuando acabemos me va a decir que le acompañe, me va a bajar al trastero y me saca la escopeta... es que lo estoy viendo. O que me pregunte que qué intenciones tengo con su hija, a ver si va a ser guardia civil y ella no me ha querido decir nada para no asustarme. Menos mal que ya sólo queda el café.

La novia: Mira que le dije a mi madre que no hiciese tanta comida, si es que va a sobrar de todo. Por favor, que mi padre no diga nada, que no le quita ojo de encima y eso que les avise para que no le hicieran la radiografía, vamos, si es que parece que no quieren que encuentre pareja. Para un chico decente que conozco y al final me lo van a chafar.

Pasado este mal trago, la pareja puede respirar tranquila. Pero días después toca cena en casa de la familia del novio.

La madre: No se qué ha visto mi hijo en esta chica, es muy normalita, nada que ver con sus anteriores parejas. Al menos, educada sí parece pero para vestir no es que tenga mucho gusto, y no es por criticar pero ¿no podría ponerse algo más alegre? Que parece que vamos de funeral con tanto negro. ¿Será tímida? A ver si es de las que al principio van de buenas y luego, cuando ya tienen todo controlado, sacan los pies del tiesto y ¡de qué manera! Vamos, que se compran una cosa juntos, se casan, tienen niños, se separan y se queda con todo y deja a mi niño en la calle. ¡Eso no lo pienso consentir! Ya hablaré yo con él para que no se fie, que hay mucha lagarta suelta y uno no puede fiarse de cualquiera.

El padre: Es un encanto. Por fin ha encontrado una chica decente y simpática y le gusta el cine de terror como a mí, que grata sorpresa. Un día les invito al cine y así nos conocemos más que a la muchacha se la ve cohibida. Es culta y además guapa, si es que mi hijo sabe elegir bien, como su padre, jeje.

La hermana: Con las cosas que tengo yo que hacer y aquí de charla. He dejado puesta la lavadora y no me apetece llegar a las tres de la mañana y tener que tender, porque, vamos, ya me conozco yo estás cenas de presentación oficial: que si el café, que si el licor, que si una copa… A ver luego quien mete al niño en la cama con lo que le gusta merodear. Además, mañana tengo que pasar unos informes para la reunión del lunes. Y eso que les avise que este fin de semana me venía muy mal. ¡Qué poca consideración!

El cuñado: ¿Ahora con quien juego al pádel? Con el buen equipo que formábamos, hoy pensaba decirle que en mi oficina han organizado un campeonato pero me parece que ya nada. Porque como sea igualita a mi mujer durante el noviazgo, ¡que cansina! No me dejaba ni un minuto tranquilo y ahora, ahí la tienes, a sus cosas y ni caso. Si lo sé no me caso.

La novia: ¡Por favor que termine esto ya! Quiero irme a mi casa, ponerme las zapatillas y el chándal y ver la tele tranquila. Me siento observada por todos los sitios, cada cosa que hago o digo no sé si está bien o está mal. Ufff… la madre me mira mal. Seguro que cuando hable con su hijo le hará alguna crítica. Voy a decir que no me encuentro bien, ¿finjo un mareo? No, eso no que se va a pensar que estoy embarazada y casi es peor. Bueno, a ver si le puedo hacer alguna seña y nos vamos.

Nos guste o no, es un trámite que hay que pasar. Es como presentarse a un examen importante. Vas preparado pero llega el día, los nervios afloran y nos quedamos en blanco, tan en blanco que hasta metemos la pata. Lo haremos mejor la próxima vez.