lunes, 31 de diciembre de 2012

Carta de despedida al 2012 y Carta de Bienvenida al 2013

Querido 2012:
Hola, ¿qué tal vas? Últimamente te veo demasiado apagado ¿no? Estás tristón y bastante apagado. Bueno, espero que te recuperes un poco aunque la verdad es que ya es un poco tarde y ya no queda nada para que te vayas.

 
Quería decirte que este ha sido bonito conocerte y haber pasado este tiempo contigo. He tenido altibajos pero puedo afirmar que han predominado los momentos altos que los bajos.  He podido disfrutar contigo de muchas cosas: baile, risas, cenas, vacaciones, playa… Y además hemos encontrado a personas interesantes con las que hemos vivido situaciones muy peculiares. Bueno, es cierto que también hemos coincidido con algunos especímenes que vaya telita ¿eh?...jajaja… pero bueno, ya sabes que al final la gente que importa de verdad es la que siempre está ahí. ¡Ah! Y no me olvido de estos personajillos que han vuelto a aparecer así como de la nada, ¡qué pesados!
 
 
Bueno, quería darte mi despedida definitiva porque, sinceramente, me alegra que te vayas. Sí, es cierto, no sabía cómo decírtelo pero mejor ser clara. A pesar de que a mí no me has tratado mal, pero has hecho estragos allí donde pasabas y eso no me parece nada bien. Has destruido hogares, has dejado a gente sin trabajo, sin comida y has traído más de un conflicto. Has sido la preocupación de muchas personas e incluso has generado estrés, depresiones e incluso suicidios… ¿te parece bonito? Pues no, no lo es, pero claro, todo no es tu culpa, es cierto, pero… has sido participe y mira, creo que es lo mejor, que desaparezcas y nos dejes a todos tranquilos para intentar remontar y superar todo lo que nos has dejado.
 
 
Pero no hablemos de cosas malas siempre que tampoco hay que ser catastrofistas ¿no crees? Yo sólo espero que tu sucesor sea más benévolo con nosotros y nos permita tener unas condiciones de vida no sólo decentes sino aceptables para todos y cada uno de nosotros. Ya sé que no vas a volver pero que sepas que no has pasado inadvertido y que te recordaremos bastante más de lo que piensas, bueno, incluso más de lo que nos gustaría. Como vas a ver a tu sucesor en unas horas, cuando le veas dile que le dejas un proyecto muy grande por hacer y que deseas que lo lleve hacia buen puerto. También me gustaría que le dijeras que me traiga lo que tú no has conseguido porque has dejado conmigo asuntos pendientes sin cerrar, porque te recuerdo que firmamos un contrato a tu llegada y no lo has cumplido.

 
La verdad es que no me queda mucho más que decirte. Aún tienes un poco de camino por delante, aléjate sin mirar hacia atrás y espero que poco a poco dejemos de ver la sombra que nos has dejado. ¡Ah! Sólo una cosita más, ¿podrías saludar a mis abuelas y abuelos de mi parte? Diles que nos acodamos de ellos y que les echamos de menos.
 
 
Que tengas una buena partida
Un saludo

Estimado 2013:
Aún no tenemos el placer de conocernos. Ante todo, espero que su llegada sea grata y que se instale con tranquilidad y adapte todo a su gusto y como esté más cómodo.
 
 
Todos estábamos ansiosos por su llegada, pues estamos a la espera de que se produzca un cambio y tenemos la esperanza de que con usted las cosas irán a mejor y que tenemos expectativas de futuro. Imagino que ya le habrán puesto al corriente de todo lo ocurrido y por ese motivo es imprescindible que tome las medidas oportunas para dar una solución a estos temas y coger las riendas de una forma segura y tranquilizadora para todos nosotros. Le aviso que no será tarea fácil, cuenta con el apoyo de muchas personas pero el problema que se presenta es que toda esa gente no cuenta con los medios adecuados para afrontar esta situación. Sin embargo, hay unos pocos con los que usted tendrá el placer de hablar y que, como se dará cuenta más adelante, son aduladores y charlatanes que únicamente velan por su interés. Pero bueno, a mi no me corresponde hablar de estos temas y no quiero causarle una mala impresión cuando aún no ha tomado posesión de su cargo.
 
 
Aprovecho la ocasión para solicitarle una reunión a día 2 de Enero. Quiero hacerle una serie de propuestas que quisiera que tuviese en cuenta para el tiempo que va a estar con todos nosotros. Son unas peticiones que conciernen a mi entorno y a mi vida, principalmente para hacerla más cómoda y agradable e incorporar elementos no presentes en estos momentos. Así mismo, quisiera solicitar ciertos aspectos relevantes para amigos y familiares: salud, amor, trabajo, dinero, tranquilidad, bienestar…
 
 
Sin más dilación, espero que haya tenido un buen vuelo y que la estancia que hemos dispuesto para usted sea de su gusto. Mañana un coche pasará a buscarle para enseñarle el resto de las instalaciones y le entregarán la documentación con todo lo que usted necesita saber para su nuevo cargo.
 
 
Bienvenido
 
 
Un saludo

sábado, 22 de diciembre de 2012

¡¡FELICES FIESTAS!!

Hoy quiero aprovechar este pequeño espacio para felicitar las fiestas a todas aquellas personas que me leen desde cualquier parte del mundo.
 
¿Recordáis las Navidades cuando erais más pequeños? En mi caso recuerdo la ilusión que me hacía colocar el árbol de Navidad, con bolas de colores, espumillón y otros adornos que colgaban de sus hojas de plástico. También me dedicaba a hacer el Portal de Belén en un hueco que hacía mi padre en la estantería del salón. Con qué ilusión colocaba el serrín, las rocas, las casas, el puente por el que cruzaban pastorcillos o ese leñador que llevaba su carga a la espalda. Recuerdo que las figuras de los tres Reyes Magos eran las últimas que colocaba. Recuerdo con cariño la Nochebuena y la Noche de Reyes, deseando ver los regalos que habrían dejado Papa Noel y los Reyes Magos. ¡Incluso dejaba comida y bebida para los camellos!
 
A todas las personas que me leéis desde Europa, Latinoamérica, Estados Unidos… y desde cualquier parte del mundo, os quiero desear unas felices fiestas. Espero que disfrutéis de estos días con vuestras familias y amigos, que a pesar de los problemas saquéis una sonrisa y viváis con ilusión cada día que pasa porque son maravillosos recuerdos que grabar en la memoria. Estéis donde estéis, os deseo un buen final de año 2012 y que comencéis el 2013 con mucha energía para poder cumplir todos vuestros deseos.

No sé como celebrareis las Navidades en vuestros países ¿os animais a contármelo? :)

 

¡FELIZ NAVIDAD
Y
PRÓSPERO AÑO NUEVO!
 
 

 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

A medias y sin SEXO!!!

Pero… ¿qué está pasando? Creo que me he perdido algo de la película porque no me cuadran las cosas. ¡A los hombres no les interesa el Sexo! No, que nadie se ría ni se tome esta afirmación a la ligera porque de un tiempo a esta parte esto es tan cierto como que la Tierra es redonda. Supongo que los Hombres me mirarán con cara rara pensando que estoy loca y dirán “pero esta chica de qué va si para nosotros el sexo es algo muy importante y siempre estamos activos y pensando en ello”. Pues no, os equivocáis de largo porque los Hombres están perdiendo fuelle y cada vez más se quedan a medio gas o inapetentes.
 
Hay que decir que en este tema la Mujer ha cambiado mucho. Antes, el sexo era algo más exclusivo para hombres, tenían todo el poder y control sobre cómo, cuándo, dónde, por qué y con quién mantener relaciones sexuales. Para ellos era Placer, para nosotras Reproducción. Así mismo, un hombre que se acostaba con muchas mujeres era un triunfador mientras que una mujer que se acostaba con muchos hombres era una golfa. La mujer tenía un rol muy específico y todo lo que se saliera de ese estándar era visto de forma negativa por la sociedad e incluso por otras mujeres. Poco a poco la mujer se ha ido liberando y en el sexo también. Aún hay quienes opinan que la mujer con mucha experiencia sexual es una degenerada, sin embargo, en la actualidad las mujeres ya han adquirido un nuevo papel en el sexo y ellas también deciden sobre el cómo, cuándo, dónde, por qué y, sobre todo, con quién.
 
Ante esta nueva situación, nosotras somos parte activa y a veces nos encontramos que es nuestro compañero de cama el que falla, le falta energías o, simplemente, está pasivo. Nosotras hemos pasado de poner la excusa de “me duele la cabeza” a “prepárate que llevo lencería sexy” y ellos del “Vas a saber lo que es un hombre de verdad” a “mejor lo dejamos… me duele la cabeza”. ¿Cómo? Sí, si, como lo lees, se están volviendo perezosos. Quedas a tomar un café con ese hombre que tanto te gusta, de hecho, te pone tonta en cuanto piensas en él y le deseas al completo: su sonrisa, sus manos, su pelo, su cuerpo… La conversación va estupendamente y te encuentras tan a gusto que sientes que estás en una nube cuando te dice que subas a su casa. Pero la nube se rompe y caes de ese maravilloso sueño cuando subes a su casa sólo para sacar a su perro Sansón. Intentas pensar que al volver del paseo será cuando te tiré apasionadamente al sofá y acabéis con la ropa por el suelo, pero no, otra vez te encuentras con que en lugar de eso te dice que está cansado y que sólo tiene ganas de tirarse en el sofá y no hacer nada. Ahhh… muy bien, perfecto, te has puesto guapa, te encuentras sexy y sabes que atraes a los hombres pero él… ¡Ni se inmuta! Es más… ¡Demuestra que no le excitas! Y eso, señoras y caballeros, es una herida muy grande en el orgullo de una mujer y la autoestima cae por los suelos, más aún cuando vas recordando que durante ese café no te miró el escote ni las piernas, que no se fijó en tu trasero cuando te levantaste ni se dio cuenta de lo marcadas que estaban tus caderas con ese pantalón vaquero. Así que, no sólo te quedas con las ganas de tener sexo con él sino que piensas que se ha vuelto asexual… ¿Es eso posible? Pues al menos lo parece…
 
El cansancio no es la única excusa para no tener sexo, otra es la falta de ganas. ¿Falta de ganas? Efectivamente, así es aunque parezca increíble. Parece como si estuvieran pasando por una crisis existencial en la que después de haber tenido sexo de una forma fácil, después de tenerlo todo al alcance de la mano y haberlo practicado en exceso con diversas privilegiadas, caen en un estado de letargo en el que les resulta más placentero ver una temporada completa de su serie favorita a acostarse con una mujer y tener que hacer esfuerzos. Parece como si el sexo se hubiera convertido en algo insulso y monótono y les puede dar pereza quedar contigo si saben que tienen que cumplir después o si piensan que eso es lo que se espera de esa cita. También ocurre que la mujer ha sido relegada de las preferencias de un hombre, ya que ahora sus prioridades se ciñen a tres cosas: trabajo, él mismo y sus amigos… y por ese orden. Si trabajan mucho, su tiempo libre lo quieren dedicar a sus aficiones: correr, jugar al futbol, clases de pádel, senderismo o vaguear. También quieren dedicar el tiempo a sus amigos y si un  fin de semana quedan contigo, al siguiente tendrán ganas de ver a sus colegas y comentar la jugada de Ronaldo o Messi en el partido del día anterior.
 
Otra situación posible es que se queden a medio camino. Conoces a un chico que parece una maquina sexual, piensas que es todo pasión y vigorosidad y cuando te encuentras debajo de él, aprecias que aquello no está como debía estar. Bueno, vale, tendré paciencia… piensas, y pones un poco de tu parte pero ni con esas. Da lo mismo lo que intentes para estimularle, está más bien blanda y así es difícil que pueda entrar en ninguna parte. Hay que tener en cuenta que se pueden dar dos versiones: los que directamente no llegan a tener una erección completa, algo que deberían tener en cuenta como una posible disfunción, y los que la pierden en cuanto se ponen el preservativo. En este último caso son unos listillos porque es una vil excusa para convencerte de que lo hagáis sin protección, porque en ese momento tan caldeado hay veces que se pierde la razón y se hacen ciertas concesiones por culminar de una forma placentera. Error, es cierto que es más estimulante hacerlo tal cual, sin embargo en el mercado existen tantas clases de preservativos que es difícil no encontrar uno que sea ultra sensible e incluso ¡de tallas XXL! Además, todo eso está muy relacionado con la cabeza así que, lo realmente importante es el poder de la mente. Chicos, por favor, si leéis esto, haced caso de los consejos del maestro YODA de “La Guerra de las Galaxias” porque todo se mueve con la mente.
 
Una situación incómoda para una mujer es quedarse a medias. Mucha excitación puede provocar que terminen antes de que tú hayas empezado a disfrutar. En ese incómodo momento te preguntas “¿Ya está? ¿Esto ha sido todo?” y aunque algunos intentan solucionar el asunto mediante otras técnicas, otros se acomodan, se visten y se acabó la fiesta. Igual de embarazoso es que tu compañero sexual se duerma… ¡durante! Notas cómo su respiración es totalmente distinta y que sus músculos están totalmente relajados. No puedo olvidarme de los que no trabajan con empeño y dedicación para excitar a la mujer, saltándose los previos y consiguiendo como resultado que las partes íntimas de la mujer en lugar de estar húmedas como para que todo vaya con suavidad, parezcan un estropajo ¿Consecuencias? Molestias durante el coito y días después. Y por supuesto, los hay que se olvidan de la existencia de otras partes erógenas en la mujer, como puedan ser los pechos, el cuello o la espalda.
 
Este panorama no resulta nada alentador ¿verdad? ¿Realmente todos son así? Por supuesto que no. Igual que hay hombres sexualmente malos, muy malos y pésimos, también los hay buenos, muy buenos y excelentes, incluso un mismo hombre puede actuar de todas estas maneras dependiendo de las circunstancias: estrés, alcohol, cansancio… No obstante, esos impedimentos físicos y reales no sirven para justificar una mala actuación por falta de interés, atención o apatía. Hombres del mundo, por favor, haced caso a las reacciones de nuestro cuerpo, observar si nos gusta o si no, cuidad los pequeños detalles y, por supuesto, entusiasmo y dedicación, os lo agradeceremos y el beneficio será para los dos. ¿Probamos?

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sus amigos son mis amigos

Los amigos son un tesoro. Eso dice la tradición popular del refranero, incluso les comparan con flores o plantas que hay que cultivar, regar y cuidar. Y realmente es muy cierto, no hay que descuidar a los amigos porque son un gran apoyo en muchas ocasiones pero… ¿qué sucede con los amigos de tu pareja? Eso ya sí que es otro cantar, o como se diría en el refranero “harina de otro costal”. Cuando tu pareja te presenta a sus amigos es un momento tenso, no es igual que cuando te presenta a los padres, pero sabes que te estarán observando y que después, indudablemente, hablarán de ti y opinarán sobre tu físico o tu forma de ser. Y sin duda alguna cuando llegue ese momento, que llegará, tienes que tener en cuenta una serie de cuestiones importantes para no acabar decepcionada.

Lo primero y más importante que debes saber: Tu chico con sus amigos cambia. No es que sea una especie de Doctor Jekyll y Mister Hyde pero no se comportará de la misma manera que lo hace contigo cuando estáis solos. No te cogerá de la mano ni te dará besitos. Tampoco te llamará “Cari” o cualquier otro calificativo cariñoso con el que te llama en la intimidad. Lógicamente, tienes que actuar de la misma manera para evitar que te cataloguen de empalagosa y, sobre todo, no incomodar a tu chico. Pero como en todo, hay sus excepciones y puedes encontrarte a algunos hombres que no les importe demostrar su cariño delante de los amigos, bien porque no les dé vergüenza o bien porque se encuentren cómodos. Si ese es tu caso, chica ¡estás de suerte! No como mi amiga Gema, que me llamó llorando porque su chico había pasado de ella totalmente cuando conoció a sus amigos. Según sus palabras, estuvo distante, hablaron poco, no la metía en las conversaciones e incluso durante un buen rato estuvo mirando el móvil. Mi amiga seguía explicándome a lágrima viva sus sentimientos: que se sintió incómoda, ignorada y que no pintaba nada allí. Pero su decepción aumentó cuando al plantear a su chico que pensaba irse (después de varias horas de aburrimiento…), el muchacho la acompañó a la puerta del sitio en el que se encontraban y la despachó en cinco minutos para volver con sus amigos. ¡La había ido a buscar a casa y ahora la dejaba tirada!
 
Puede que te veas en una situación similar a la de mi amiga porque, muchas veces, nos quedamos paralizadas y sin saber reaccionar, independientemente de si somos tímidas o extrovertidas. Así que, para evitar ese pensamiento de “me siento ignorada” y como segundo paso antes de conocer a los amigos, hay que saber adaptarse. Ya lo dijo Darwin, hay que adaptarse al medio para sobrevivir, si tú quieres salir airosa de  ese momento tenso, busca la forma de involucrarte con el resto para que te vean como uno más o al menos que vean tu buena intención de integrarte. Puedes hablar con alguno de los amigos, interesarte por las conversaciones que tienen e incluso meter baza con toda la naturalidad. Ojito… hablar, preguntar o interrumpir en exceso no es nada bueno, los nervios pueden traicionarte, lo mejor es un término medio.

 

Busca aliados. Sí, en el Amor como en la Guerra hay que tener estrategias, armas y aliados. De sus amigos, unos te caerán mejor que otros, por eso, llévate bien con ese que te ha caído bien y tendrás un poco de ventaja. Si caes bien, hablarán en tu favor e incluso le animarán para que quede contigo más veces. Eso no lo es todo pero influye. Si un amigo puede ser de gran ayuda, hacerte amiga de alguna de sus amigas eso ya sí que es un verdadero triunfo. ¿Por qué? Porque las mujeres somos más insistentes y podemos tener más poder de convicción en esto de los sentimientos, supongo que porque nos gusta más hablar de ellos. Si le agradas a una amiga suya, descuida que ella al día siguiente le llamará por teléfono para preguntar cómo te conoció, cuántas veces habéis quedado, lo que él siente por ti o cuáles son sus intenciones. Le preguntará cualquier cosa porque hay confianza y, diga lo que diga, ella te echará un cable: “Se la ve buena chica y hacéis muy buena pareja” o “¿dices que no te gusta mucho? ¡Pero si cada vez que la mirabas se te iban los ojos! Anda, no seas tonto y llámala para quedar”. Sin embargo, es un arma de doble filo porque, al igual que te ayuda, puede perjudicarte.  Si no caes bien a sus amigos hombres, lo único que puede pasar es que no te junte con ellos. Lógicamente no te elogiarán pero al menos no te criticarán porque respetarán que eres la pareja de su amigo. Pero si caes mal a alguna de sus amigas… siento decirte que lo tienes complicado, es más, si no le gustas a su mejor amiga, lo tienes muy negro. ¿Por qué? Pues porque igual que una mujer te puede ensalzar también puede hacerte caer muy rápidamente. No dudes en que te criticará a tus espaldas, le hará pensar cosas que no son y le influirá para que no te vea tanto: “Yo no me fio de ella ni un pelo, parece muy buenecita pero no sé, hay algo que no me gusta” o “¿Te ha dicho que hoy no puede quedar? Eso es porque tenía otro plan mejor, ¿seguro que no está con otro?”. Y como lo peor es sembrar la duda al final la que va a salir perdiendo eres tú. Así que, búscate buenos aliados y evita las confrontaciones directas, seguro que te ira mejor.

A la hora de que te presente a sus amistades pueden darse dos situaciones un poco comprometedoras. La primera es que te presente a su EX porque han quedado como amigos… Ummm, vale, te puede decir que por ella ya no siente nada, que son amigos sólo  pero siempre te va a quedar la duda y no sabes hasta qué punto la EX te va a juzgar. Porque que tu chico te diga que va a quedar a tomar café con una ex después de mucho sin verse o lo típico de una vez al año… pues bueno, te puede sentar mal e incluso sentirás celos pero le das un voto de confianza e intentas aceptarlo y no montar un show de eso. Pero es muy distinto a que te diga que hoy se va a comer con ella, que mañana la va a recoger después del trabajo y que el fin de semana la va a ayudar a pintar la casa. ¡Ah, no! Hasta ahí ya sí que no, que quiere pasar más tiempo con su ex que contigo… pues nada, que se quede con ella todo lo que quiera, que ya te buscarás tu algún plan mejor. Además, queramos o no, siempre vamos a pensar que se acostó con esa chica y, lógicamente, vas a pensar que te compara con ella, algo que te va a obsesionar en gran medida.

La segunda situación que puede causarte problemas, o quitarte el sueño, es que te presente a un amigo tan guapo y atractivo que al final te guste más su amigo que él. Y si a eso le añadimos que el amigo es simpático y te hace caso… sí, realmente tienes un problema. Al principio no le das importancia, te convences de que es simplemente un chico más pero no funciona. Luego piensas que es el típico guaperas ligón para convencerte a ti misma de que no te gusta y que no te conviene, pero cuanto más hablas con él cuando le ves, más te gusta y te das cuenta de que no es ese chico malo que intentas ver. Cuando nada de lo que haces te funciona, comienzan las noches de insomnio pensando en qué debes hacer, no puedes comer de los nervios y te sientes mal contigo misma. Si a eso le añades que el amigo te invita a tomar algo y aceptas, ese sentimiento de “qué mala persona soy” va en aumento. También puede ocurrir que el amigo te confiese su amor una vez que lo has dejado con tu novio y, la verdad… es que te gusta. El dilema que se te presenta es ¿es correcto salir con el amigo de mi ex?

Es un tema peliagudo esto de conocer a los amigos de tu pareja. Es un momento tenso que tenemos que pasar y puede que no sea tan malo como habías imaginado. Sea como sea y ocurra lo que ocurra, no dejes que la situación te desborde y no pierdas nunca una cosa: ser tú misma.

jueves, 25 de octubre de 2012

Una oposición para toda la vida

¿Opositar o no opositar? Esa es la cuestión. O más bien el dilema existencial que se presenta a muchas personas que no saben dónde dirigir sus pasos o que quieren conseguir algo mejor. El opositor se prepara concienzudamente y se pasa varios años acudiendo a academias y dedicando casi todo su tiempo a los estudios. Vamos, que opositar es casi un trabajo más. Sin embargo a la oposición que me presento una y otra vez creo que es la más difícil de superar: Los Hombres. Sí, los hombres son como las oposiciones: difíciles, hay que dedicarles mucho tiempo, se necesita grandes dosis de paciencia y un temario extenso, variable y con muchas excepciones.

Las oposiciones son difíciles al igual que los hombres que siempre se las arreglan para complicarnos la existencia. Para ellos, un no es un no. Si te dice que no puede quedar contigo es que no puede. Punto. Y no tiene por qué darte explicaciones de ningún tipo. Por supuesto, ni se te ocurra pedírselas, a no ser que él quiera dártelas, pero diga lo que diga, estará bien según su criterio. Ahora bien, cuando eres tú la que no puede, las cosas cambian. Seguramente te diga algo similar a: “ah, bueno, no pasa nada, si no quieres quedar…” o “luego no me digas que no nos vemos…”. Vamos, que te hace culpable de que no quedes con él y tendrás que decirle sí o sí el motivo para que no piense que no no quieres verle, así que, no te queda más remedio que contarle que ya has quedado con tus amigas.

Ya hemos dicho que el temario es complicado y denso, pero también puede ser variable, llevas un año estudiando y al año siguiente deciden cambiar parte del temario para después retomar el antiguo y hacerte un lio mental de lo que llevas memorizado. Así nos pasa a nosotras con los hombres, ¡nos lían! Notas que está a gusto contigo, eres su musa: le motiva, le interesa saber de ti, te desea… Y un día, sin saber muy bien por qué, desaparece ese interés, se distancia de ti y si volvéis a hablar es como si nada hubiera pasado entre vosotros. ¿Motivos? No tienes ni idea… de lo único que te das cuenta es que no tiene ningún interés en verte, pero eres buena y le das una oportunidad, pensando que con un poco de tiempo reaccionará pero sólo consigues que la cosa se enfríe más. Aún así, intentas proponerle tomar algo y te contesta con evasivas, el famoso “ya veremos”. ¿Ya veremos? ¡Pero si antes te morías de ganas de verme y ahora no quieres! Si ocurre esto, confirmado, su interés ha desaparecido y ya te puedes olvidar de él, es decir, no has aprobado su convocatoria. 


 El estudio en sí mismo requiere dedicación. Una relación también, pero cuando ellos planifican algo para los dos, no suelen contar con nosotras. El chico con el que estás empezando a tontear te llama todo emocionado y te dice que el jueves vais a una exposición de coches antiguos y que el fin de semana os vais a un hotel rural muy barato, por supuesto, te recuerda que te lleves ropa deportiva para salir a andar o hacer senderismo. ¿Hola? Disculpa, pero ¿me has preguntado si  puedo quedar el jueves o si tengo planes para el fin de semana? Vamos, no sé, una tiene vida y esas cosas: familia, amigos, trabajo, ocio, gimnasio… De hecho… ¡no me gusta hacer senderismo! Claro, si le dices que no ya sabes que le vas a cortar el rollo, por lo que, te guste o no, alguno de sus planes tendrás que aceptar, aunque sean otros distintos. Esto no ocurre a la inversa, si ellos ya tienen planes…bonita, estás perdida, olvídate de que lo acepte, te dirá que tendrías que haberle avisado antes o bien que le estás agobiando y que estás controlando su tiempo.

Las mujeres solemos ser muy impulsivas con los sentimientos y por eso necesitamos controlarnos y tener paciencia, lo mismo que ocurre cuando pasan los meses y siguen sin salir las convocatorias de examen. En el caso que nos ocupa, el corazón nos pierde. Nos gusta alguien y estamos deseando llamarle, verle, conocerle. Lo queremos todo YA y somos dadas a los reproches, reproches que hacemos de forma inconsciente. Por eso, muchas de las cosas que decimos con la intención de parecer una mujer indefensa suenan a reproche. “Jooo… es que me tienes muy abandonada…” o “… como ya no nos vemos…”. Sí, suena a reproche e, incluso yo diría que un poco ñoño pero… es inevitable, lo decimos porque verdaderamente nos gusta esa persona y echamos de menos no poder estar con él. Moraleja, armarnos de paciencia y que las cosas pasen cuando tengan que pasar.

A las oposiciones se presentan miles de personas y el resultado no depende únicamente de lo que tú hagas sino de lo que hagan los demás. Por un hombre compites con el resto de mujeres que quieren presentarse a la misma convocatoria. Sí, se convierte en una competición: la más lista, la más guapa, la más atractiva, la más simpática, la más inteligente… bla, bla, bla… Pero todos sabemos que una imagen vale más que mil palabras y como no le entres por los ojos… Y el que apruebes o no está relacionado con el grado de atención que consigan llamarle las otras y el que consigas llamarle tú y, sobre todo, cuantas mujeres le interesen a él en ese momento. Pero ¿cómo saberlo? Al menos en una oposición sabes que se presentan 700 personas para 20 plazas, pero con los hombres, para tener una plaza en su vida, ¡nunca sabrás con cuántas te enfrentas! Bueno, también surgen espontaneas que salen de la nada y te estropean todo o bien las ex que reaparecen y también se entrometen en tu camino. Así que, con un hombre puedes esforzarte todo lo que quieras pero eso no te garantiza conseguirle, ya que puedes aprobar con él pero no obtener la plaza que deseas o bien quedarte en la lista de espera, es decir, en su chorva-agenda, o estar como interina, o lo que es lo mismo, estás con él pero con unas condiciones limitadas: no compromisos, sólo sexo.
 

Todas estas situaciones nos complican mucho las cosas, pero más difícil aún es elegir al hombre adecuado al que quieres “optar”. Hay muchos tipos de hombres y con unos encajarás más que con otros, lo importante es encontrar el que encaje contigo y que poco a poco te des cuenta de que encajas con él. Te puedes topar con hombres tóxicos que te amarguen la existencia, aquellos de los que te enamoras perdidamente pero ellos te ignoran o conocer a alguien que en un principio te parecía una excelente persona pero que con él tiempo y sus actos te demuestran que sólo era una fachada y decides poner tierra de por medio. Por ese motivo, tenemos que tener claro lo que queremos y lo que buscamos. No es lo mismo opositar para un puesto en la Administración de un Ayuntamiento que para entrar en el cuerpo de Policía, ambas oposiciones requieren capacidades distintas y son pruebas distintas. Así, si lo que buscas es algo serio, difícilmente podrás aprobar con un hombre que desee ser libre y disfrutar plenamente de la vida, o si lo que te interesa es un escarceo momentáneo, un hombre enamoradizo y con ganas de emparejarse puede complicarte la existencia.

Opositar cansa, unos siguen y otros lo dejan. Encontrar al hombre adecuado y superar todas las pruebas es casi una “Misión Imposible”, pero si hay mujeres que lo han conseguido… ¿por qué yo no? Seguiré presentándome a pesar de los pesares pero sin olvidar un aspecto muy importante, que ellos también opositan para nosotras y tendrán que esforzarse… ¿aprobarán?

lunes, 15 de octubre de 2012

Qué parte del "NO" no entiendes

Sí, parece que al final es cierto eso de que nos falta comunicación, o eso o somos cortos de entendederas porque hay personas que les digas lo que les digas no te hacen caso, ¿será por qué tienen poca capacidad de atención o es que la tienen mermada? Pues con algunos hombres esto se eleva a la máxima potencia, no sé si es que no entienden lo que les dices o no quieren entenderlo pero hay algo que falla y ya no sé si la causa son ellos o yo.

El problema comienza cuando se toma como cierto el que la mujer cuando dice “No” realmente quiere decir “Si”. Vamos a ver, a mí en el colegio me enseñaron a distinguir entre las frases afirmativas de las negativas, las activas de las pasivas y las interrogativas de las exclamativas, entonces ¿qué parte no queda clara? De hecho en cualquier idioma sucede lo mismo entonces, por qué en el lenguaje del amor está norma nos la saltamos a la torera. No es lo mismo decir “No quiero verte” que “Quiero verte”, sin embargo, el “No quiero verte” los hombres lo interpretan de la siguiente manera: en realidad quiere verme pero me dice que no para hacerse de rogar y que insista un poco más porque acabará cediendo. Pues no, si te digo “No” es que “No”, por más que insistas y por más que me intentes convencer. Es más, también te puedes llegar a encontrar a los generosos, que insisten en acompañarte a casa de una forma casi desesperada o que te quieren invitar a un viaje y por más que intentas decirles que no puedes ellos se empeñan en hacerte cambiar de opinión. A ver, cielo, que no, que no me vas a acompañar a mi casa porque NO quiero, punto, y NO, no voy a ir de viaje contigo porque tengo que trabajar. Pues nada, que siguen con la cantinela y te ponen la cabeza como un bombo.

Esa constancia con la que insisten es lo que realmente más me saca de mis casillas, vamos, que al final cedes simplemente por pesados y para que te dejen tranquila. Pongo como ejemplo el caso de una amiga, su admirador no sólo la llama a todas horas sino que quiere verla a diario para hacer lo que él decida. La pobre muchacha no puede estar a su disposición todo lo que él desea y por más que le explica las cosas, él chico no cesa en su empeño, está “pico-pala”, “pico-pala”. ¿Qué hacer en estos casos? A veces estamos tan hartas que somos bordes, nos da pena pero el agobio es tal que sacamos lo peor de nosotras... aunque luego tenemos remordimientos de conciencia, no estamos seguras de haber actuado bien y nos arrepentimos tanto que intentamos solucionar las cosas, algo que a veces es peor porque en lugar de arreglarlo se estropea más y volvemos a estar como antes: agobiadas.


Sí, nosotras también nos agobiamos aunque parezca lo contrario. Se tiende a pensar que estamos ansiosas por tener pareja y casarnos pero, igual que los hombres, tenemos nuestros momentos de querer estar solas, con los amigos o simplemente con nosotras mismas. En mi caso personal, he tenido esa sensación más de una vez. Es como un arrinconamiento, una invasión de tu vida, de tu espacio vital. Ese momento en el que te encuentras observada, que estás a tu aire con tu gente y que no para de llamarte o de mandarte mensajes o si estáis en el mismo sitio no para de darte la paliza para tontear contigo y agarrarte. Lógicamente estas cosas suelen ocurrir cuando uno de los dos no siente lo mismo que el otro, en esta ocasión, fui yo la que no sentía lo mismo, no era mi momento y las circunstancias no acompañaban. El agobio llegó a su punto más álgido cuando me reprochó por qué yo prefería salir con mis amigas cuando con él lo pasaría mejor... ¿Cómo? Perdona, pero creo que soy yo la que elijo con quien me lo pasaré mejor o con quien quiero estar en un determinado momento ¿no? Se lo expliqué de buenas maneras porque mi intención no era hacerle daño pero no surtió efecto. Otra frase a la que tuve que recurrir fue la de “ahora mismo no puedo darte lo que tú quieres” (él quería que fueranos pareja y yo no). Su contestación me dejó sin palabras: que nos fuéramos conociendo, que con el tiempo las cosas serían distintas y que me esperaría. Ummm… vamos a ver… volvemos otra vez a la falta de comunicación o de comprensión. ¡Que NO! No quiero que me esperes, no quiero ser tu pareja, no quiero salir contigo, no quiero que me controles y mucho menos que me obligues a quererte. NO, NO, y NO. Y un NO es un NO.

Una sensación muy semejante es la de Vértigo. Suele darse cuando vas demasiado rápido con una persona y de repente te das cuenta de que estás al borde de un precipicio y la opción de tirarte a ciegas no es muy halagüeña. Un chico que conoces de hace un mes. Habéis quedado en varias ocasiones y la valoración ha sido muy buena, de hecho, se palpa en el ambiente la TSNR, es decir “Tensión Sexual No Resuelta”. Hasta que un día te invita a comer a su casa. Sí, si aceptas va a pasar lo que va a pasar porque es más que evidente, ambos lo deseáis y el lugar es propicio para ello. Te sorprende haciéndote la comida (una paella… ¡qué rica!) y poco a poco el sofá se convierte en el testigo indiscreto de vuestras fantasías. Estás a gusto con él y no puedes quejarte, hasta que suelta algo como “me encantaría estar así todo el fin de semana” o “que suerte he tenido de conocerte, eres mi ángel”. Justo en este momento es cuando tu cabeza hace un “PAUSE” y como si fuera una película tienes que volver a rebobinar. ¿Me ha dicho lo que creo que me ha dicho o sólo son imaginaciones mías? Y llega ese Vértigo, vértigo por no saber a qué atenerte, a no saber si creer sus palabras, a expresar y aceptar tus emociones, a perder el control, a dónde llevará todo esto… pero sobre todo, a lanzarte al abismo sin tener una certeza de que lo que vas a encontrar es algo seguro.

Parece que sólo son los enamorados los que no entienden nuestro lenguaje. No, nada más lejos de la realidad, también hay muchos listillos que se hacen los tontos. Es lo que yo llamo el Hombre Avispa, si te pica, te salen sarpullidos. Me refiero al típico hombre prepotente, orgulloso de sí mismo, creído y que no acepta un “No” por respuesta. Todo lo que hace tiene que ser como él quiere, porque quiere y cuando quiere, consigue todo lo que se propone y si no es así, se desvive hasta que lo logra, y una vez conseguido, pierde todo interés. Si te dejas convencer a la primera por este tipo de hombre lo único que vas a conseguir es que te vea como algo rápido… “pim-pam-pum-fuera”. Y tan fuera, porque en lo íntimo son egoístas y no suelen ser dedicados, sólo piensan en su satisfacción personal. Sin embargo, si te resistes les encanta, eres como un reto, deben de pensar algo así como: A mi ninguna chica me dice que No. Pues mira “bonito”, yo te digo que No, ¿algún problema? Sí, para ellos supone un gran problema, supongo que para su orgullo personal, así que, hacen todo lo que pueden para engatusarte. Cambian de técnica según el tipo de víctima, así, usan a su conveniencia el victimismo, el romanticismo, la supuesta amistad, el pasotismo… en definitiva, se adaptan al medio cual camaleones en una gran selva. Y cuanto más le ignores y cuanto más “Noes” le dices más ansias tiene de conseguirte… ¡hasta te reprocha que no le hagas caso! Para ti misma piensas “¿es tonto o no se entera?”, de hecho lo dudas porque aún sigue intentándolo y tu cara ya empieza a reflejar los signos de mala leche y tendrías ganas de decirle “A ver, tío, que NO, que no voy a quedar contigo, ni vamos a ir al cine, ni vamos a dormir juntos… Que me dejes tranquila ya y que te pires, te lo puedo decir más alto pero no más claro, ¿ok?”. Pero como esto no es apropiado para una señorita y queda demasiado brusco y borde, sonríes y aguantas carros, carretas y carretones con la esperanza de que encuentre a otra víctima y se olvide de ti.

La verdad no sé qué habría que hacer para poder entendernos. A lo mejor tendrían que enseñarnos a leer entre líneas cuando somos más pequeños… ¿entre líneas?… ¡Pero si un “No” está clarísimo! Tal vez deberíamos leer más, dicen que leyendo se adquiere más vocabulario y agilidad de comprensión lectora o puede que tengamos que dejar de ser tan egocéntricos y pensar un poquito en lo que quieren los demás y no sólo en lo que queremos nosotros mismos. Esperemos que algún día los hombres puedan darse cuenta de estás pequeñas diferencias, si no tendremos que solicitar una nueva reposición de Barrio Sésamo para que nuestro buen amigo Coco se las explique.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cupido en la red

Una amiga mía se casa. Si, ya vamos quedando menos solteros y son más los emparejados, casados y papás principiantes. La verdad es que el futuro marido de mi amiga es majete, cuando le conocí no pensaba que durarían tanto pero de momento les va bien… ¡y que siga! Lo curioso es cómo le conoció, ni en un bar de copas, ni en el trabajo ni tan siquiera en un viaje. No, le conoció por internet. ¿Cómo? Sí, sí, por internet. Bueno, cuando me contó que hablaba con un chico por internet le dije que si estaba loca, que hay muchos frikis en ese mundo y que a ver si iba a ser un pervertido o un bromista. Pero resultó ser alguien normal, al menos eso parece. Así que, puesto que a mi amiga le ha ido muy bien en ese tema, he decidido experimentar y no faltan anécdotas para contar.

Son muchas las webs que ofrecen perfiles de chicos y chicas para conocer, tanto de tu ciudad como de otra. ¿Cuál elijo? Probé con una conocida y procedí a inscribirme. “Nombre de usuario”: ummm… a ver… está claro que mi nombre no lo voy a poner. ¿Gata Salvaje? No, demasiado provocador. ¿Baby69? Esto… creo que puede dar lugar a confusiones sobre lo que busco. ¿Manzanita? ¿Piruleta? Ufff… imposible elegir un Nick medianamente decente y que no dé lugar a bromitas ni malas interpretaciones. Al final di con uno (no diré cual por si acaso alguien me encuentra). Siguiente paso, rellena tu perfil: gustos, aficiones, habla sobre ti, qué buscas, estado civil… Siguiente, pon una foto… ¿cuál pongo? Soy algo reacia a poner fotos pero si quieres conocer gente, ¿Cómo te van a intentar conocer si no te ven? Y como una imagen vale más que mil palabras… bueno, pues hale, pondré una foto decente. Una vez que termino con el perfil, investigo el funcionamiento de la web en cuestión y doy con el perfil de un tal “Dani”, en la foto se le ve en la playa, sentado en una roca, con gafas de sol y sin camiseta, y la verdad que el chico tiene buen cuerpo. Clickeo en su imagen y aparece toda su información. “37 años, moreno, complexión atlética, sin hijos, soltero, no fuma” y al lado una casilla en la que él mismo pone “Busco una chica natural, sin complejos que le guste la naturaleza, el deporte y vivir sin malos rollos. Abstenerse divas”. ¡Aleluya! ¡¡Un chico que no quiere niñas pechugonas!! Me decido a mandarle un mensaje y ¡oh sorpresa! Hay que pagar. Vamos a ver, si ya es difícil encontrar a alguien coherente en un fin de semana y no nos queda más remedio que acceder a este servicio… ¡no me cobres! Y más teniendo en cuenta que no es seguro que vayas a conocer al amor de tu vida, vamos, que te gastas una pasta y sin resultados. En fin, después de esta inocentada de novata en este tipo de cosas, investigo un poco y consigo encontrar alguna en la que no sea necesario pagar por un primer contacto. Así que… vuelta a empezar con el perfil y búsqueda de candidatos.

Después de un tiempo “buceando” por estas redes sociales, me he dado cuenta de que hay que fijarse en tres cosas: Nick, Fotos y Comentarios. Explico el por qué.

Nick: Aquí es donde realmente un hombre se describe así mismo y lo que quiere. Puede que sólo ponga el nombre y necesites ver toda su información pero otros son muy claros. “Potente XXL”, vaya, tenemos a un actor porno en potencia, ¿superará a Dinio? “Payasete”, seguramente te rías con sus chistes y sus tonterías pero un poquito de seriedad también se necesita ¿no? “Osito_35”, ohhh ¡que dulce! ¿Demasiado pastel? Al final suelen ser más fiables los que ponen un nombre o un Nick normalito y sin excentricidades.

Fotos: La foto dice mucho, de hecho, dice todo sobre la persona. Los hay que ponen una foto falsa de modelos, actores, cantantes… Esos no me dan confianza ¿qué quieren ocultar si están en una página de contactos? Otros abusan de las “cutres-foto baño”, las típicas hechas en el espejo del baño con el móvil y sólo cubierto con una toalla o calzoncillo. A ver, cómo se les puede explicar a estos… vamos a decir… especímenes, que hay cámaras digitales que incluyen el modo “automático” para hacerse uno mismo las fotos colocándola en alguna estantería o que el flash en el espejo queda especialmente poco favorecedor, y lo más importante ¿en el baño? ¡Por favor! Un poquito de glamur ¿no? Al menos en la habitación, en el espejo de la entrada o el del armario pero no en el baño, con el papel higiénico al fondo, la tapa del váter abierta, la toalla mal colocada y la pasta de dientes sin tapar. Otros abusan de las fotos con gafas de sol. Ummm… disculpa, ¿eres famoso? Porque si no te veo la cara, en un día de lluvia no podríamos quedar porque no le reconocería sin ellas. Y muchos quieren fardar de sus horas de gimnasio enseñando toda su musculatura (brazos, espalda, piernas…), lo malo es que todos son tan iguales que no me convence ninguno. Fotos carnet, ¡deberían estar prohibidas! Son muy poco favorecedoras, al igual que las fotos de despedidas de solteros, borracheras o carnavales.

Comentarios: Aquí hay de todo, los que no dicen nada, los que dicen mucho, los que dicen tonterías y los que dicen algo interesante. En este caso es a gusto del consumidor y de la sensación que te dé al leerlo. Si encaja con lo que te interesa… pues adelante.

Después de estos primeros consejos, llega la hora del primer contacto. Pueden contactarte ellos o contactarles tú ¿qué se dice? Mejor optar por una frase tipo: “hola, ¿cómo estás? Me gustaría conocerte”. Pero ellos son más ingeniosos, algunos hasta sorprenden: “¿quieres pasar una noche loca con un semental?”. ¿Así sin más? ¿Sin presentaciones de ningún tipo, ni una copa ni nada? ¡Por favor! ¡Dónde vamos a parar! Esto de ligar ya no es lo que era y veo que por internet las formas se pierden un poco ¿no? Pero no me desanimo y finalmente consigo mantener una conversación decente. Hablamos de las aficiones y un poco de información banal hasta que finalmente decidimos intercambiar los emails. Duda existencial ¿le doy el bueno o el malo? Porque todos tenemos (o se suele tener) dos cuentas, una que se usa para las cuestiones serias de trabajo, curriculums.. etc, y otra en la que te envían tus amigos chorradas, fotos, emails con presentaciones… Venga, le doy la mala, que siempre le puedo bloquear ¿no? También suelen pedir el teléfono para hablar por Whatsapp pero ¿arriesgarme a que me escriba a diario y que luego no me guste? No, no… mejor el email. Poco a poco intercambiamos correos y en uno de ellos me propone quedar. Inmediatamente, se enciende una bombilla: ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Qué me pongo? ¿Qué digo? ¿Y si no me gusta? ¿Y si no es el que dice que es? ¿Cómo nos reconoceremos? ¡Qué vergüenza! Realmente es como una cita normal, más bien como si fuera una cita a ciegas que te puedan haber planeado tus amigas, es cuestión de buscar un sitio céntrico, con gente y en el que puedas encontrarte cómoda.

Y me preguntareis… ¿Has encontrado a alguien? No desvelaré el misterio ni daré cuenta de lo sucedido, pero lo que sí puedo asegurar es que encontrar pareja por internet es como en la vida real: NADA FÁCIL. Puede haber mucho material pero poco que sea verdaderamente útil. Si descartamos a los que buscan sexo sin compromiso, los que mienten, los raros, los que no son compatibles contigo, los que sólo quieren hablar o los que no te hablan, queda muy poco donde poder elegir y puede que la elección que hagas después sea no todo lo buena que esperabas. Da lo mismo si conoces a alguien en una fiesta o por internet, lo importante es que surja la química entre los dos y que el interés se mantenga cita tras cita y eso, verdaderamente, es lo más difícil… ¿o no?

jueves, 20 de septiembre de 2012

Qué NO hay que hacer cuando te gusta un hombre

Magia. Eso es lo que todas desearíamos poder hacer cuando nos interesa un hombre, un conjuro que te ayude a conseguirle para siempre o tener una bola mágica que diera respuestas a todas tus dudas. Pero como lógicamente los sentimientos no son un simple juego de cartas, eso es algo prácticamente imposible. Lo que si buscamos ansiosamente es qué hacer cuando nos gusta un hombre, queremos una guía que pueda indicarnos la forma correcta para conseguir no sólo interesarle y llamar su atención, sino formar parte de su vida y que él forme parte de la nuestra. Lo malo es que tampoco lo encontramos porque esa guía no existe por un simple motivo: cada persona es un mundo y lo que te sirvió con un hombre puede que no te valga para otro. Entonces, si esto es así ¿qué solución hay? ¿Nunca encontraremos la clave para gustar a la persona que te interesa? Seguramente nos quedemos sin una respuesta clara ante estas preguntas pero hay algo que sí es común, los errores, es decir, lo que NO hay que hacer cuando nos gusta un hombre.

Confesarle tus sentimientos antes de tiempo: Nuestra manía de la comunicación y de expresar lo que sentimos nos hace pecar de imprudentes y decimos lo que pensamos demasiado pronto. Recuerdo la cara de un amigo cuando me pidió consejo: la chica que había conocido hacía una semana le había soltado la preciosa frase de “eres el hombre de mi vida”... seguido de un suspiro. ¿El hombre de su vida en una semana? ¡Madre mía! En dos meses ya tendría preparada la boda y al tercero ya sabría los nombres de los niños. Esto genera agobios y una más que posible huida.

Nada de llamadas ni mensajes desesperados: “Te echo de menos”, “Tengo ganas de verte”, “Nunca he sentido algo así por alguien”… este tipo de comentarios te sitúan en la zona roja. Es decir, te dejan en STOP como en un semáforo porque eres como un deportivo, que pasas de 0 a 100 en milésimas de segundo, y una cosa es que les guste el riesgo, pero otra muy distinta es ir sin frenos a esa velocidad. Ni que decir tiene que tampoco vale ponerse en contacto con él varias veces al día sólo para saber qué está haciendo. ¿Acaso quieres que piense que eres una psicópata o una acosadora? Si llamas tanto puede que en lugar de aparecer tu nombre en la pantalla de su móvil lo que aparezca sea un “No descolgar... pesada”.

Nuestros peores enemigos, la impaciencia y los pensamientos negativos: En momentos de incertidumbre nos convertimos en mujeres impacientes y actuamos por impulsos, dejándonos llevar por pensamientos catastrofistas, más aún cuando se produce durante el Síndrome Premenstrual. Cuando te ocurre esto, empiezas a verlo todo muy negro, que no ha valido la pena ese tiempo, que has sido estúpida por no darte cuenta, que ya está todo perdido… Vale, puede que las cosas al final no funcionen, pero seamos un poco realistas, tenemos que aprender a controlarnos pero ¡qué difícil es!

Sin noticias… ¿Qué hago?: Si estás en este momento, seguro que por tu cabeza ya ha pasado el pensamiento de no querer agobiarle y por eso has intentado no ponerte en contacto con él. Sin embargo, sigues sin noticias y pasado un tiempo que consideras prudencial, o bien le llamas e intentas estar normal si acosarle a preguntas, o bien le escribes con un mensaje sencillo para saber qué tal está… pero no hay respuesta. Dudas si volver a intentarlo o darlo por perdido, quieres hacerte la dura pero realmente tienes unas ganas locas por saber de él y “¿Qué hago?”. Nada, no hagas nada. Ya has hecho suficiente, has intentado ser amable y ya le has mostrado cómo eres. Ahora la pelota está de su lado y si no sabe apreciar lo que tiene delante, es que no te merece.

Ok, le ignoro: Cuidado, esto es un arma de doble filo. Si le ignoras demasiado puede que él se canse y se aleje de verdad. Pero plantéate si realmente eres capaz de ignorarle del todo, porque seguro que vuelves a caer en la tentación. Hasta que no te sientas lo suficientemente “desenganchada” de él, no podrás seguir tu vida sin que pase por tu cabeza. Si decides pasar, hazlo pero no busques excusas que justifiquen contactar con él.

El amor engancha: Sí, no sé por qué pero el amor nos hace dependientes y si la dependencia en general no es buena, en este caso es nefasta, no sólo dejamos de ser nosotros mismos sino que lo que conseguimos es que se sienta acorralado. Queremos hacer todo con él, pasar el mayor tiempo posible juntos e incluso a veces intentamos pensar por él o como lo haría él. Esto provoca que abusemos de frases del estilo de “¿cuándo vienes?”, “¿cuándo nos vemos?, “¿me llamas mañana?”, puede que tú intención sea buena pero si son muy recurrentes, le atosigas y le quitas parte de su espacio, y tú te quitas del tuyo, claro. Bueno, pasarse de independiente tampoco es un buen recurso, dicen que la virtud está en el término medio, la cuestión es encontrarlo.

Te lo doy todo… te doy mi vida: Mal, muy mal… es un concepto erróneo pero bastante recurrente, y no sólo abusamos de él las mujeres ¿eh? Mi abuela decía “no se lo des todo a un hombre”, y que sabías palabras pero, por supuesto, pocas veces lo he puesto en práctica. Pero ¿Por qué? ¿Por qué nos pasa eso? No entiendo que nos podamos desvivir tanto por una persona que muchas veces no sólo no conocemos tanto sino que incluso ¡no valora lo que hacemos! Lógicamente todo el mundo estará pensando en el típico “no te acuestes con un chico en la primera cita” (o muy pronto) y, por tonto que parezca, es verdad. No sé si nos verán más fáciles o bien que ya han conseguido su objetivo y pierden interés, pero una cosa es cierta, cuanto más nos cuesta conseguir algo, más luchamos por tenerlo y más empeño y esfuerzo ponemos en conseguirlo. Pero no sólo es una cuestión física, el concepto de “Darlo todo” también incluye: dar todo tu cariño, comprensión, ternura, pasión, amistad, alegría. Incluso das tu tiempo porque quieres darlo, das tu apoyo porque crees que debes darlo, das consuelo porque te gustaría que te lo dieran a ti si estuvieras así… en pocas palabras… te interesas por el otro. ¿Y qué pasa cuando no es recíproco? Pues que te decepcionas, te quejas de que el otro no te ha valorado y te sientes mal. ¿Solución? Valórate más y deja que te descubran poco a poco porque el que tenga interés te conocerá, el que quiera verte, te verá a pesar de lo ocupado que pueda estar, el que quiera dedicarte su tiempo, te lo dedicará y todo ello sin que tú tengas que pedirlo. ¿Fácil? No, por supuesto que no, pero no perdemos nada por intentarlo.

Estos sólo algunos de los errores de todos los que hay. Lo importante es no volverlos a repetir, y a pesar de todo, caemos una y otra vez en ellos. ¿Alguien tiene un antídoto para este veneno al que llamamos Amor? Yo de momento no lo he encontrado… habrá que seguir buscando.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Reflexión personal: Una generación con miedo

Poco a poco voy dándome cuenta de que los jóvenes de ahora somos una generación perdida y sin rumbo. No es tan importante el año en el que naces sino el momento cultural y social que te toca vivir y muy probablemente hasta que no se llega al escalón de los 40 no se sale de ese círculo vicioso, no por la edad, sino por el peso de la experiencia.

Somos una generación que cada vez es más individualista, más centrada en el “Yo” que en “Los Otros” y que deja de lado valores tradicionales para embutirse en nuevas vías que potencian la máxima de “disfruta todo lo que puedas sin complicarte la vida”. Sin embargo, a pesar de ese derroche de energías que profesamos, esa independencia que queremos aparentar, ese afán por demostrar que las cosas no nos afectan… a pesar de todo… somos una generación con miedo. Sí, vivimos inmersos en el miedo, un miedo que queremos que sea invisible a los ojos de los demás pero que sale a relucir en la tranquilidad de nuestros hogares, que aparece cuando menos lo esperamos y que queremos acallar lo antes posible para no sentirnos débiles.

Tenemos miedo a crecer, a evolucionar, a madurar. No queremos responsabilidades ni problemas. No queremos agobiarnos ni que nos agobien porque siempre intentamos tener la sensación de sentirnos libres, sin ataduras, sin que nadie nos controle ni nos digan qué tenemos que hacer ni cómo tenemos que hacerlo. Esto implica un miedo al compromiso, un compromiso a todos los niveles pero el que más nos afecta es el sentimental. Nos paraliza el hecho de atarnos a alguien tanto física como emocionalmente porque sabemos que perderemos parte de nuestro espacio y porque, por experiencia, sabemos que pueden hacernos daño. Del mismo modo tenemos miedo a sentir, a abrirnos a los demás y a sincerarnos. En cuanto somos conscientes de que sentimos algo especial por alguien nos ponemos nuestros propios límites y nos distanciamos, vemos a esa persona como el enemigo y decidimos desaparecer y perdernos en la oscuridad de la distancia para que no nos vea, para que no nos encuentre. Es decir, tenemos miedo a enamorarnos y a que alguien pueda enamorarse de nosotros, es una sensación de vértigo que nos invade y que nos corta el paso para no caer en el abismo de lo desconocido y de la incertidumbre que muchas veces va aparejada al Amor. Nos cuesta sincerarnos por miedo al rechazo, al qué dirán, a que nos consideren diferentes o, simplemente, a que sepan cómo somos realmente, de este modo, preferimos relacionarnos con gente que hoy está y mañana no, que va y viene, que no se implica en nuestras vidas ni nosotros en las de ellos. No queremos perder el tiempo en conocer a la gente, buscamos lo simple, lo rápido, convirtiendo todo tipo de relación en un vulgar contrato en el que hay costes y beneficios, donde se intercambia sexo por compañía, compañía por copas, copas por diversión. Pero por culpa de todos estos temores, perdemos la posibilidad de descubrir a personas que realmente pueden llegar a cambiar nuestras vidas, porque de todos esos individuos sin rostro que conocemos cada día alguno de ellos puede guardar en su interior grandes tesoros que están esperando a que alguien se moleste en descubrirlos. Pero eso, por desgracia, requiere tiempo y dedicación, algo que nos falta hoy en día, pues nadie se molesta ya en mirar más allá de una dulce mirada o agradecer una bella sonrisa.

Sin embargo, nos contradecimos a nosotros mismos y tenemos miedo a la soledad, a que nadie nos quiera o nos escuche. Estamos faltos de cariño, un cariño sincero y sin obstáculos ni trampas. Nos hartamos de insistir en que queremos a alguien que realmente nos valore tal como somos, que nos comprenda y nos apoye en los malos momentos y se alegre por nosotros en las alegrías. Nos falta hablar con alguien, compartir nuestros intereses, nuestras experiencias y que nos escuchen teniendo la certeza de que esa persona no nos juzgará por lo que digamos ni se creará prejuicios sobre nosotros. Pero, ¿cómo vamos a conseguir esto si no nos mostramos a los demás?

Si tenemos miedo a sentir, a ver, a escuchar, a oler, a saborear, a tocar… es que tenemos miedo a la Vida. La Vida es algo tan incontrolable que se nos va de las manos, año tras año se nos escapa un poco más de ese tiempo tan preciado que para unos es una marcha hacia delante y para otros una marcha hacia atrás. Vivir es enfrentarse al mundo, adaptarse al medio, a dar respuestas y soluciones, en definitiva, a tomar decisiones. Unas decisiones que, a veces son acertadas, otras muchas son erróneas y como intentamos evitar culpabilizarnos de lo que pueda suceder, intentamos que sean los otros quienes decidan, que tomen el control en determinadas circunstancias para que en nosotros no caiga el peso completo de la responsabilidad, pero únicamente cuando esto nos conviene.

Evidentemente, si la Vida nos genera momentos de tensión, la Muerte lo hace con mayor insistencia. No podemos librarnos ni de la una ni de la otra y cuanto más nos alejamos de una más nos acercamos a su contraria. Así, nos cuesta enfrentarnos a la enfermedad, nos duele pronunciar esas duras palabras e incluso decidimos que no es políticamente correcto mencionar ciertos tipos de problemas de salud. Hoy en día, la Depresión y el Cáncer son dos de los problemas más abundantes en nuestra sociedad y sin embargo, preferimos ocultarlos como secretos inconfesables. Son palabras tabú que evitamos a toda costa e incluso los medios se hacen eco de este miedo colectivo utilizando términos como “una grave enfermedad”.

Todos estos miedos nos atan y no nos dejan evolucionar, en lugar de enfrentarnos a ellos, de impulsar nuestro espíritu de lucha y de cambio, nos amedrentamos y decidimos evitar todo tipo de enfrentamiento. Pero ¿por qué? ¿Acaso somos tan distintos de generaciones pasadas? ¿Qué tenían nuestros antepasados que nosotros no tenemos? Yo diría que es más bien lo contrario, nosotros vivimos con muchas mayores comodidades, estamos acostumbrados a tenerlo todo y puede que sea uno de los aspectos por los que socialmente actuamos de esta manera.

¿Solución? La que cada uno quiera dar. ¿Respuestas? Las que cada uno quiera buscar. ¿Destino? El que cada uno se quiera marcar.

sábado, 28 de julio de 2012

Rehab, o lo que es lo mismo, desintoxicándome

Sí, he de reconocer que me he hecho adicta a una droga y necesito desintoxicarme. Es una droga bastante fuerte, su efecto es muy rápido y te deja en éxtasis por un tiempo pero cuando te das cuenta se ha esfumado y quieres más. Eso hace que sea altamente adictiva y crea dependencia. Realmente no quería pero una cosa llevo a la otra y al final caí. ¿Cuál es ese narcótico tan potente? LOS HOMBRES. Justo es en este momento cuando los hombres se levantan en pie de guerra, empiezan a abuchearme y a criticarme de que siempre estamos generalizando al sexo masculino. Pero no, aquí no es una generalización, me refiero a esos hombres que nos han dejado huella en algún momento de nuestras vidas y de los cuales estuvimos perdidamente enamoradas hasta el punto de hacer locuras y de dejar de pensar en nosotras mismas para pensar única y exclusivamente en ellos.

“Yo controlo”. Eso es lo que te dices a ti misma cuando conoces a un hombre. Estás tan segura de ti misma que tienes muy claro lo que quieres y hasta dónde quieres llegar con él. Estás convencida de que vas a llevar las riendas y poner los límites que quieras, así, si él te propone quedar harás lo posible para que sea en el momento que a ti te venga bien, te harás de rogar e intentarás que sea él quien se muestre más interesado. Sin embargo, ese control de la situación empieza a tambalearse a partir de la cuarta cita o en el momento en el que las caricias y los besos ya han tenido lugar.

El beso de un hombre te indica lo adictivo que puede llegar a ser: si te encanta, ya estás perdida. Es un beso tan bueno que quieres repetir, te deja una sensación intensa en los labios, un qué se yo que yo qué sé que te sube a lo más alto y de donde no quieres bajar. Con las caricias ocurre más de lo mismo porque sólo el contacto de sus dedos sobre tu piel ya supone un choque electrizante, una tensión que te recorre de arriba abajo. Cuando estás con él disfrutas de cada abrazo, de cada roce, cuando no le tienes, añoras todas esas cosas y las quieres con más fuerza.

Cuando conoces a un hombre estás convencida de que no va a ocupar todo tu mundo y que tú también necesitas tu espacio, pero poco a poco sólo tienes una cosa en mente: ÉL, o al menos la visión que tienes de él y de cómo te sientes a su lado. Fantaseas con lo que puede llegar a ser y planificas demasiado el futuro olvidándote del presente. En este punto, ya no hay marcha atrás, ya has caído completamente y te has vuelto adicta a él. Incluso las mujeres más independientes, más seguras y con más autoestima han sucumbido al encanto especial que emanan los hombres, unas veces puede que por dinero, otras por sexo (o las dos cosas) y otras muchas por su forma de ser.

Amoldas tu agenda a la suya y esperas hasta el último minuto para planificarte. Lo haces porque realmente quieres, porque te interesa estar con él y no te importa perder un poco de tu espacio para cedérselo a él. Sin embargo, él no cede de la misma manera. Por ejemplo, te propone pasar un fin de semana loco: sofá, películas y, por supuesto, sexo, mucho sexo. Emocionadísima les dices a tus amigas que no cuenten contigo y que no se les ocurra llamarte, ¡vas a estar muy ocupada! Ya te ves con ese modelito sugerente y te preparas para la ocasión: sesión de manicura, pedicura… Pero cuál es tu desagradable sorpresa que el viernes por la mañana te dice que mejor lo dejáis para otra ocasión, que está cansado, que quiere hacer cosas en casa, que tiene un compromiso ineludible… ¿Perdona? Un momento, por favor ¿dónde está la cámara oculta? Porque esto es una broma ¿no? Da igual la excusa que te ponga, la cara de estúpida que se te queda es para harte una foto y lo peor de todo es que no reaccionas, bueno, no, más bien no sabes cómo reaccionar. Así que, te quedas sin tu super fin de semana loco y sin amigas con quienes salir. Y lo que es más, te enfadas contigo misma por ser tan confiada.

Y llegan las paranoias, muestra clara de que estás enganchada a ese hombre. Buscas explicación para todo: se ha aburrido de mí, ha conocido a otra, le he agobiado, tiene miedo… Algo que afecta a tu estado físico y mental porque pierdes el apetito y prestas menos atención a la cosas. Tus amigos, que son los que soportan estoicamente horas al teléfono mientras les hablas de él y que te ven pasarlo mal, intentan sacarte del lado oscuro de tu adicción y que veas la luz con frases como “no te lo tomes así que no es para tanto”, “no te obsesiones”, “dale tiempo”, “no te precipites”… Todas ellas pretenden calmar esa sensación de mono que se ha creado en tu interior y esos nervios en el estomago, pero no sólo no lo consiguen sino que te sientes una incomprendida... hasta que un día reaccionas y comienza el proceso de desintoxicación.

Desintoxicarse del hombre por el que sientes algo es difícil y requiere mucha fuerza de voluntad. Intentas seguir con tu vida e ignorarle pero sólo consigues estar unos días sin dar señales de vida. Es más, te mueres de ganas por llamarle y caes en la tentación y le mandas un mensaje por whatsapp, ¡mensaje que no te contesta! Te arrepientes de haberlo mandado y te dices a ti misma que no volverás a caer, pero caes en el momento en el que él te dice un “hola guapa”. Te derrumbas y vuelves a crear un mundo de fantasías. También dicen que una mora quita otra mora ¿no? Te presentan amigos, conoces chicos nuevos y tienes algún escarceo pero ninguno te llama la atención, incluso les comparas con tu “hombre-droga” y no consigues olvidarte de él. Sólo con el paso del tiempo te desenganchas, vuelves a centrarte en ti misma, en lo que te gusta, en lo que dejaste de hacer o haces cosas nuevas que siempre habías querido.

Cierto es que las comparaciones son odiosas y puede que hasta exageradas, pero los hombres pueden llegar a ejercer ese efecto de enganche en nosotras, a veces de forma inesperada y de quien menos te lo esperas. Sin embargo, también hay “hombres-elixir”, que te llenan de vida y con los que puedes llegar a un verdadero paraíso. Encontrémoslos para disfrutar de esos pequeños y escasos regalos que nos ofrece la vida.

jueves, 14 de junio de 2012

¡San Sebastián se mueve!

Temblores, vibraciones en el suelo, emociones a flor de piel… así vivió San Sebastián de los Reyes el pasado sábado 2 de junio. Y no por ningún terremoto sino por el Weekend Latino celebrado en la Academia de baile Sal Sebastián, un evento que reunió a profesionales de distintos ritmos latinos.

Un, dos, tres… cinco, seis, siete. No, no nos hemos comido ningún número, así se marcan los tiempos en Salsa, algo que pudieron comprobar los asistentes a los talleres de la Academia de baile Sal Sebastián, en San Sebastián de los Reyes, el pasado 2 de junio. Durante todo el sábado, se realizaron diferentes actividades que pretendían acercar al público las distintas modalidades de ritmos latinos. La mayoría de los asistentes eran alumnos de la academia, otros como Pilar Cuenca, vecina del municipio, se acercaron animados por amigos y familiares. “Me lo comentó una amiga y está siendo una experiencia muy gratificante, ¡hacía mucho tiempo que no me reía tanto!”- nos confirma Pilar, de 54 años, durante uno de los descansos entre Talleres. Pero no sólo había mujeres, también los hombres se animan a practicar algo tan saludable como el baile. Es el caso de Francisco que se apuntó a las clases con su esposa y ahora no sólo van para seguir bailando sino porque han hecho buenas amistades. “En cuanto nos dijeron que iban a organizar varios talleres, no dudamos en apuntarnos”, nos confiesa su mujer.

A las 12:00 comenzaron a moverse al ritmo de Kizomba, un estilo musical de orígenes africanos que empezó a extenderse por Europa desde Portugal y Francia y que actualmente está marcando tendencia en nuestro país. Con el taller de Rueda cubana algunos se quedaron sin aliento y a la mayoría se les abrió el apetito, un buen momento para recuperar fuerzas para el resto de actividades.

Los talleres de la tarde se repartieron entre el Tango y la Salsa para posteriormente pasar a la Bachata, impartida por los bailarines, procedentes de Valencia, Salva y Silvia. Más lenta que la Salsa y en cuatro tiempos, los participantes no se ponen de acuerdo a la hora de catalogarla como fácil o difícil. Según uno de ellos “personalmente me gusta más la Salsa, pero reconozco que me cuesta mucho menos y los pasos me resultan más sencillos”.

Uno de los puntos álgidos del Weekend Latino de Sal Sebastián fue el Estilo Salsa chicos contra chicas. Conducidos por los monitores Sergio y Solani, la competición entre hombres y mujeres fue del todo reñida quedando en un empate técnico, pues tanto ellos como ellas se entregaron al 100 por 100 en la pista, sudaron la camiseta y, por supuesto, se rieron como nunca. Sergio González, bailarín y profesor de la Academia Sal Sebastián, nos asegura que “preparar todo esto lleva su tiempo pero es gratificante ver a la gente disfrutar de esa manera. Merece la pena”.

Las actividades concluyeron pero no así la fiesta. La noche deparaba mucho más. La Academia se transformó en discoteca ambientándonos con focos azules, blancos y rojos y música de ayer y de hoy para que los más atrevidos pudieran bailar desde un rock and roll hasta un pasodoble en la planta de abajo, mientras que en la plata de arriba los visitantes podían practicar lo aprendido en los talleres a golpe de Salsa, Merengue y Bachata. Ventiladores para refrescar el ambiente y dos barras para pedir las bebidas, nos metían de lleno en un ambiente al más puro estilo Sábado Noche.

Poco a poco, la planta baja abandonó la luz tenue y con un cierto retraso comenzaron las actuaciones previstas, algo que no impidió que la gente siguiera disfrutando del Weekend Latino.

El espectáculo dio comienzo con la artista invitada Tany Olé, bailarina de Clásico Español y Flamenco. Una exhibición magnífica de arte y poderío en un tablao improvisado de parquet de la mano de dos tangos de la cantante Niña Pastori. Su vestido rojo de bata de cola se movía ligero por la sala, recordando actuaciones de grandes mujeres como Rocío Jurado o Isabel Pantoja. “Es emocionante sentir el calor de la gente. En cuanto sales al escenario te olvidas de todo y desaparecen los nervios y las mariposas en el estomago”, nos comentaba Tany Olé una vez concluido su pase. La siguiente actuación corría a cargo del grupo Sal Sebastián, miembros de la Academia del mismo nombre. Cuatro parejas de baile que a ritmo de Salsa formaban un conjunto perfecto de compenetración y buen ritmo.

Un descanso de unos 10 minutos permitió a los asistentes bailar al ritmo de un meneíto y pocos se resistieron a demostrar sus habilidades con el country en línea bailando la famosa canción “No rompas más” de Coyote Dax. Al ritmo de Bachata dio comienzo la segunda parte de espectáculos del Weekend Latino de la mano de la pareja de baile Salva y Silvia.

La actuación estelar de los bailarines Mara de Paz y Sergio González cerró una gran noche. Giros a una velocidad de vértigo y piruetas que dejaban la boca abierta a los asistentes mostraban la agilidad y complicidad entre la pareja de baile que fueron recompensados con una gran ovación. Finalizado el espectáculo, aprovechamos para hablar con ambos bailarines y pudimos preguntarles por esa pirueta que había causado tanta expectación: “requiere muchos ensayos y confiar el uno en el otro. Al principio las caídas son inevitables pero poco a poco se va puliendo la figura hasta conseguir el resultado esperado. ¡Estamos muy contentos!”, nos aseguraba Mara de Paz con una sonrisa en los labios.

Así finalizó el Weekend Latino que movió y emocionó a la localidad de San Sebastián de los Reyes. Un acontecimiento que unió a jóvenes y adultos en una pista de baile para conseguir un objetivo común: disfrutar de los ritmos latinos.

domingo, 27 de mayo de 2012

Desconocidos (**Relato Erótico**)

Un fin de semana, un fin de semana sólo para mí, sin agobios, sin estrés, sin teléfono, únicamente para mí. Un hotel con spa, ideal para relajarse y huir de todo y de todos. Asomarme por la ventana y ver cómo las gotas de la lluvia resbalan por el cristal, mientras las ramas de los árboles se balancean al compás del viento con las montañas de fondo, una imagen ideal para una postal. No sé por qué elegí ese hotel, ni tampoco por qué elegí esas fechas pero gracias a eso te encontré.

Fui a la cafetería, quería un café para entrar en calor. Después de media hora de haber llegado, aún sentía frío en los pies. En ese instante, estabas en la recepción tramitando la habitación de tu reserva. Te miré sin verte, no te presté atención, ni tan siquiera pude fijarme en tu rostro, estabas de espaldas, lo único que vi fue una bolsa de deporte oscura y un maletín de portátil. Pasé de largo para disfrutar de un buen café y minutos más tarde subí a la habitación y me cambié para dar una vuelta por los alrededores. Las puertas del ascensor se abrieron y giré a la derecha. A mitad del pasillo, una puerta se abrió… eras tú, te reconocí porque aún llevabas la misma ropa. Un encuentro de miradas fugaz, nos cruzamos y seguimos nuestro camino. Sólo me percaté del rastro que aún dejaba tu perfume.

Preciosos paisajes amenizaron mi recorrido pero el hambre me avisó de que ya era hora de cenar. Regresé, fui directamente al salón y al sentarme, me di cuenta de que estabas en una mesa junto a una de las columnas, dos mesas por delante de la mía y hacia la izquierda. Volvimos a cruzar nuestras miradas, esta vez con una leve sonrisa. Cinco minutos después, ya habías terminado la cena y al pasar por mi lado te despediste con un buenas noches. Y volví a sentir el aroma de tu delicioso perfume, quise girar la cabeza para verte marchar pero algo me hizo contenerme, cerré los ojos y sentí que mis mejillas se encendían sin ningún motivo aparente.

No volvimos a cruzarnos hasta la tarde del día siguiente en el spa. Dos parejas se encontraban en la piscina de agua caliente, dos chicas jóvenes salían de la ducha escocesa y un hombre de mediana edad estaba sentado en uno de los sofás de la zona de relax, leyendo una revista mientras degustaba un poco de limonada. Después de la ducha, pasé a la sauna y allí estabas tú. Recostado en el banco de madera más alto. Al verme entrar sonreíste y creo que debimos pensar lo mismo… con tantas personas en el hotel ¿por qué siempre nos encontrábamos? No hablamos, cada uno se encerró en sus propios pensamientos pero mirándonos de reojo sin que el otro se diera cuenta. El calor era sofocante, el sudor que se pegaba a mi piel y la boca sedienta me reclamaron un poco de aire fresco. Una ducha fría me hizo reaccionar, una reacción visible en mi cuerpo pues el vello se erizó y los pechos se encogieron. Descendí las escaleras de la piscina colocándome en las cascadas de agua, pasando por las tumbonas y el jacuzzi central. Los chorros de agua relajaban mi espalda y las burbujas subían por mis muslos, algunas de ellas se perdían por dentro de mi bikini, dejándome una sensación extraña e intensa que me hacía abrir y cerrar las piernas de vez en cuando. Cerré los ojos y al volver a abrirlos, te vi sentado a mi lado, con un codo apoyado en el borde del jacuzzi que hacía de respaldo. Por fin nos presentamos y hablamos de qué nos había llevado hasta aquel apartado lugar.

Poco a poco, pasamos al coqueteo. Piropos, unas veces suaves otras más picantes, proposiciones aún decentes y miradas que delataban el deseo que aumentaba por momentos. Fuimos dejándonos llevar por el ambiente y debajo del agua nuestras manos se rozaron, primero con un toque casi imperceptible, como si no hubiera sido premeditado, después nuestros dedos se entrelazaron y sentí cómo acariciaban mi muñeca hasta casi llegar al codo, pero sin que en ningún momento tu mano saliera del agua. La gente ya se había marchado, solo quedaban dos personas que habían entrado más tarde que nosotros. Pero eso no te detuvo y tu mano se posó en mi muslo. Era difícil aguantar la tensión, mirándonos fijamente sin dirigirnos la palabra, no hacía falta porque nuestros cuerpos hablaban por nosotros. Me acariciaste por encima del bikini, suavemente, sin presión, deslizándote como si tus dedos bailasen sobre una pista de baile. Tuvimos que movernos para que todo pareciera normal y nos dirigimos al baño turco. Una niebla de vapor inundaba la estancia, nos sentamos el uno al lado del otro y esta vez fui yo la que tomó la iniciativa. Acaricié tu hombro con uno de mis dedos, recorriéndolo como si quisiera dibujarlo, pasé a tu costado, bajando por tu vientre y dejé que mi mano se posará entre tus piernas por encima del bañador. La reacción de tu cuerpo me daba la pista de que iba por el camino correcto. Dejé que la punta de mi lengua ascendiera por tu cuello para dirigirme lentamente hasta tus labios. Nuestras lenguas se entrelazaron, jugaban, se buscaban… besos lentos y excitantes por esa sensación de prohibición o de arriesgarnos a ser descubiertos en cualquier momento. Tu mano se posó sobre mi pecho, retiraste la tela del sujetador del bikini y dos de tus dedos comenzaron a acariciarme a la vez que me mirabas fijamente. No perdías detalle de mis gestos, de mi respiración, de cómo te miraba con deseo. El calor era sofocante, necesitábamos salir de allí pero queríamos continuar nuestro juego. Decidimos posponerlo, quedamos en una hora en mi habitación, la 204. Salimos por separado, tú fuiste a las duchas de agua fría, necesitabas controlar la tensión para poder salir de allí, yo me metí en las duchas situadas junto a la piscina para no encontrarnos, cogí mi toalla y fui hacia los vestuarios. Hubiera deseado tenerte allí en ese momento porque sentía la excitación en todo mi cuerpo y quería sentirte dentro de mí cuanto antes.

Subí a mi habitación, no sabía qué ponerme pues no había contado con que algo así pudiera ocurrir. No llevaba lencería sexy, ni ropa sexy, ni tan siquiera unos zapatos de tacón. Opté por un tanga negro de algodón, un pantalón deportivo negro de licra y una camiseta de tirantes blanca, que al no llevar sujetador, marcaba con exactitud la forma y tamaño de mis pechos. Cuando llamaste a mi puerta, aún la melena caía mojada sobre mis hombros. Traías en la mano una botella de champán y dos copas. Llevabas unos vaqueros azules desteñidos apropósito y una camiseta blanca de manga corta con dos botones desabrochados. Estabas muy atractivo y al cerrar la puerta tras de ti, volví a percibir tu perfume. Nos sentamos frente a frente, tú en la silla junto a la mesa, yo en la cama. Charlamos y nos reímos de la experiencia en el spa, breve pero intensa, excitante. Creo que las burbujas del champán empezaron a ejercer su influencia y comenzamos a tontear de nuevo. Mi pie se acercó al tuyo y fue subiendo lentamente, me detuve en el muslo y tímidamente me deslicé hacía más allá de tus ingles. Hice el mismo recorrido con el otro pie para acariciarte con los dos, cambiando los movimientos, presionando un poco, uno encima del otro, sintiendo cómo te ibas endureciendo. Te gustaba la imagen de niña traviesa y participaste en el juego. Metiste las manos por el bajo de mi pantalón acariciándome las pantorrillas. Tiraste del pantalón hacia ti, observando con atención cómo se deslizada sobre mi piel.

Todo lo hacíamos mirándonos, con una sonrisa maliciosa en nuestros labios, provocándonos, retándonos. Empezaste a acariciar mis pies, subiendo por mis tobillos y mis rodillas, subiendo y bajando, repitiendo el mismo recorrido con tus labios y con tu lengua. Al fin te levantaste de la silla, te acercaste a mis labios y fuimos cayendo sobre la cama, tú encima de mí. Sentí como tus manos acariciaban mis pechos por encima de la camiseta, que descendían hacia el costado para meterse entre mis piernas. El tanga no impidió que notases lo excitada que estaba, cada beso, cada caricia, cada roce de tu cuerpo me hacían querer mucho más. Tus labios fueron bajando por mi cuello, levantaste ligeramente la camiseta para dejar al descubierto una parte de mi vientre. Jugueteaste con tu lengua cerca de mi ombligo para descender lentamente hacía la parte interna de mis muslos, me gustaba, me excitaba cada vez más, quería más. Agarraste con tus dientes un lateral del tanga… tensé los músculos por la sensación de placer imaginando cuál sería tu siguiente movimiento, lo estaba deseando. Hiciste lo mismo con el otro lado ayudándote con las manos cuando ya se acercaban a mis rodillas. En un ligero descuido, aproveché para ladearme y agarrándote de la muñeca tiré de ti para que te colocases detrás de mí. Sentía tu respiración en mi nuca a la vez que la punta de tu lengua recorría mi cuello y mordisqueabas el lóbulo de la oreja.

Tus manos tenían vida propia, seguían las curvas de mis caderas y vagaban por la suavidad de mi piel. Fueron ascendiendo para meterse por mi escote y acariciar mis pechos que iban endureciéndose al tacto de tus dedos. Los latidos del corazón eran cada vez más rápidos, la respiración se entrecortaba por momentos y me pegaba más a tu cuerpo para sentir tu pecho en mi espalda, tu calor y cómo te movías hacia delante y hacia atrás para rozarte con mi cuerpo. Como pude, desabroché los botones de tu pantalón y metí la mano por debajo de tu calzoncillo, estabas igual o más excitado que yo. Nos tocamos a la vez, manteniendo el mismo ritmo, compartiendo jadeos y gemidos, moviéndonos casi al mismo tiempo. Sentías la humedad de mi interior, una excitación que iba en aumento, un placer que deseaba que desbordarse con tus manos entre mis piernas. Mis músculos se tensaron y aunque te pedía que parases, seguías deslizando tus dedos dentro de mí provocando un intenso y continuado éxtasis. Me hice un ovillo, sintiendo la sequedad en mi boca y la palpitación de todo mi cuerpo en mi cabeza. Me di la vuelta quedando de frente a ti para caer rendida entre tus brazos. No podía moverme, no quería moverme, estaba tan extasiada, tan agotada que necesitaba unos minutos para poder continuar, respirar hondo y volver a sentirte.

Entre suspiros, caricias y besos me senté encima de ti. A la vez que desabrochaba tu camisa iba besando la parte de tu pecho que quedaba al descubierto dejando que mis dedos se perdieran por tu torso. La camisa cayó a los pies de la cama y poco después se le unió el pantalón y tus bóxers blancos. Tumbados frente a frente, nuestras miradas se buscaban y nuestras bocas se juntaban con deseo y pasión. Mis caderas se movían rozando tu pelvis y la mía, pequeños círculos o de arriba abajo, un movimiento que seguías con las manos en mis caderas. Fui descendiendo, acariciando tu pecho con las puntas de mi pelo, pasando por tus ingles y continuar por tus piernas. El recorrido inverso lo hice con mi lengua, jugueteando en la parte interna de tus muslos hasta que mis labios se quedaron entre tus piernas, deslizándose suavemente y ayudándome con las manos, algo que no sólo te gustaba sino que fue aumentando tu excitación: movías la cadera, tu respiración era más entrecortada, gemías y te sentía cada vez más duro en mi boca. Me paraste para colocarme a un lado y ponerte encima de mí, abriéndome las piernas con las tuyas y adentrándote en mí poco a poco. Querías dominarme y me dejé llevar por tus movimientos, notando cómo salías y volvías a entrar, cómo nuestros gemidos se mezclaban en el silencio de la habitación, cómo nuestros cuerpos ardientes quedaban pegados y sudados. Las sensaciones eran tan placenteras que ya no aguantaba más, me sujeté fuertemente a tu espalda disfrutando de las intensas contracciones que me provocabas. Seguiste aún más rápido y momentos después tus jadeos fueron más sonoros, tus glúteos se tensaron y pequeños espasmos recorrieron todo tu cuerpo. Te quedaste tendido sobre mí, unos minutos mientras nuestras respiraciones se normalizaban y nuestros cuerpos se decidían por despegarse.

Pasamos la noche juntos, con momentos de ducha, sueño y más sexo. No sé a qué hora me quedé totalmente dormida pero cuando desperté por la mañana, ya no estabas. Tu ropa no estaba por el suelo, tus zapatos ya no estaban donde los dejaste ni escuchaba el ruido del agua en el baño al ducharte. Sólo quedaban los restos de una noche apasionada: una cama totalmente deshecha, unas sabanas húmedas, mi cuerpo desnudo y sobre la mesa una botella de champán vacía con dos copas usadas y un papel con tu número de teléfono.

Tras una ducha rápida, recogí mis cosas pensando en la locura de haber pasado la noche con un desconocido. Salí de la habitación y me llegó ese aroma tan familiar que había saboreado en tu piel. Bajé a la recepción con la esperanza de encontrarte allí, para cruzarnos las miradas por última vez antes de marcharnos… pero no estabas. Sin embargo, el rastro de tu perfume era tan claro que sabía que habías pasado recientemente. Miré a mí alrededor, buscándote, no estabas en los sofás, ni en la cafetería ni cerca de cajero. Cuando mis ojos se fijaron en la puerta fue cuando te vi, vi tu silueta saliendo del hotel, de espaldas, viendo como desaparecías de aquel hermoso lugar. No sé si realmente volveremos a vernos, no sé si nuestros cuerpos volverán a juntarse con el mismo deseo que esa noche, no sé si tus labios volverán a posarse en los míos o si sentiré de nuevo tus caricias en mi piel. Por ahora me quedo con las ganas de volver a repetir, me quedo con el recuerdo de la destreza de tus manos y de la intensidad de tu mirada. El recuerdo de tu perfume grabado en mi memoria, de la sensación de lo prohibido y del secreto que sólo sabemos tú y yo, el secreto de habernos deseado cuando nadie nos miraba.