domingo, 11 de enero de 2015

Vínculos emocionales y Dependencia emocional

Somos emocionales por naturaleza, y las mujeres más aún, principalmente porque nos han educado en expresar las emociones mientras que a los hombres les han inculcado el ocultarlas, así que, aunque ambos las tenemos, las expresamos de distintas maneras. Dentro de las emociones tenemos que hablar del apego o los vínculos emocionales. ¿Qué es el apego? Es ese lazo invisible que nos une sentimentalmente con familia, amigos o pareja. Esos vínculos no sólo son necesarios sino positivos aunque, a veces, nos dejamos llevar demasiado por ellos y no sólo nos perjudican sino que nos hacen caer en la impulsividad, los celos y, lo que es peor, en la dependencia.

En las relaciones hombre-mujer, hay personas que se vinculan emocionalmente más que otras. Tengo un amigo que quiere estar a buenas con todo el mundo y eso de quedar a malas con alguien o de dejar de hablarse no lo lleva nada bien. Y cuando se trata de mujeres se emociona demasiado pronto, las agasaja con desmesura y le acaban dejando en la estacada, bien porque le utilizan, bien porque le ven como “amigo” y se quedan con otro. A mi amiga Arancha le pierden las emociones cuando conoce a un hombre, si el muchacho le hace algo de tilín y sabe conquistarla, ella empieza a sentir emociones cada vez más fuertes, se deja llevar y, evidentemente, acaba sufriendo. ¿Por qué? Porque cuando lo emocional se suelta de golpe asusta. Es como una bomba de relojería que estalla en tus manos y no sabes muy bien cómo reaccionar. A mí me ocurrió en una cita con un chico que acababa de conocer hacía poco. Él era algo tímido pero la velada fue agradable. Al día siguiente, me escribió un mensaje en el que casi se me declaraba. ¡Pero si aún no me conoce! Dicen que los flechazos existen pero yo no soy de esa opinión, sólo puedo asegurar que alguien que se declara rápido, rápido se va.

Como he dicho, las emociones nos juegan malas pasadas y cometemos errores de impulsividad y celos. A ver, si estás conociendo a alguien las cosas tienen que seguir su curso, dejar que fluyan los acontecimientos y no precipitarse, sobre todo para ver qué camino va tomando vuestra primera toma de contacto. Puede que al ver que el otro no reacciona queramos tomar la iniciativa y aunque tomar las riendas es bueno hay que ser cauteloso y saber cómo hacerlo. El problema es que si las cosas no salen como uno quiere, nos entran los ataques de nervios y de ansiedad, no pensamos y reaccionamos a la ligera. Esto nos hace decir cosas de las que nos arrepentimos más tarde o bien actuar de una manera poco apropiada ante esa situación. Y como no podemos obligar a que el otro tenga las mismas emociones que las nuestras, debemos respetar sus acciones (aunque esto nos moleste) porque seguramente haya un motivo detrás que desconocemos. Es decir, nada de montar escenitas ni reproches y aceptar que probablemente no seas la mujer u hombre de su vida porque ¿cómo nos sentiríamos si nos lo hacen a nosotros? La vida da muchas vueltas y puede que ese no sea vuestro momento, quién sabe si en otras circunstancias podría salir bien, así que, por si acaso, no lo estropees porque quizás haya un mañana y, si no lo hay, no pasa nada.

El mayor error que cometemos es la dependencia emocional. Necesitamos que el otro nos diga lo bien que estamos, lo guapas que somos y que nos dé un cariño que nos falta para rellenar un vacío bien en nuestras vidas o bien en nuestros corazones. Alto ahí, ¡ALTO! ¿Qué alguien nos diga lo que somos? ¿Algo que nos falta? ¿Vacío? ¡Por favor! ¡Así estamos buscando a alguien que controle nuestra vida! Nadie tiene que decirnos lo que somos, eso tenemos que saberlo nosotros y creer en nosotros, porque si esa persona te dice que eres fea ¿te lo crees? Si te dice que no vales nada ¿te lo crees? Si no te sientes a gusto contigo mismo da igual que alguien te diga que vales mucho, nunca te lo vas a creer y eso te da todas las papeletas para depender de alguien emocionalmente. Tampoco es bueno buscar el amor para evitar la soledad o para sentirnos queridos. Hay personas que al no valorarse no se sienten merecedoras de cariño pero ansían a alguien que les haga sentirse queridos y suele ocurrir que dan con personas con caracteres más fuertes y dominantes que les exprimen, les anulan y por desgracia, pueden llegar al maltrato físico y psicológico. Y, por supuesto, el amor no consiste en tapar huecos porque no todo vale y tienes que saber qué quieres. Por tanto, lo primero de todo es quererte, valorarte y respetarte y lo segundo, ser tú quien lleve el control de tu vida.

Otra característica del “dependiente emocional” es que siempre está. Es decir, siempre está cuando el otro le reclama, acepta sus condiciones y llega un momento en el que no se sabe parar. Una situación muy típica es que el otro haga lo que quiera (que está en su derecho), que desaparezca de nuestras vidas y vuelva a aparecer, que nos ignore, que nos utilice… y un largo etcétera que nosotros nos vemos obligados a aceptar. Ojo, no somos nosotros los que hemos tomado la decisión de hacer lo que queramos, desaparecer/aparecer… es el otro quien lo hace porque hemos dejado que él controle la situación en todo momento. Ahora bien, como todos somos adultos y somos conscientes de que cada acto tiene unas consecuencias, ya sean positivas o negativas, cuando nos vuelva a reclamar se demostrará lo que estamos dispuestos o no a aguantar. Un ejemplo sencillo, si a un perrillo pequeño no le enseñas que no tiene que hacer sus necesidades en tus zapatos, siempre lo hará y no será culpa del perro sino tuya por no educarle. Pues bien, si en el momento en el que te reclaman aceptas sin más, no estás respetando tus propias emociones (seguramente estás dolida), actúas en contra de tus verdaderos pensamientos (en realidad sabes que no se merece que le hagas caso o le veas), dejas que te “pise” sin y demuestras que, haga lo que haga, siempre estarás para cuando él necesite y, por tanto, estás dando pie a que la situación se vuelva a repetir. Resumiendo, la culpa será tuya por no haberte dado a respetar desde el primer momento. Por tanto, si quieres evitar estas situaciones, aprende a decir “NO”: “No puedo”, “ahora mismo no me viene bien”, “me va a resultar imposible”, “ya te avisaré cuando esté libre”, “ya te llamo yo y quedamos”, “ya tengo planes”. Vamos, es demostrar que sigues con tu vida, participe o no en ella, que también tienes cosas importantes que hacer y gente con la que quedar y que no estás disponible sólo cuando él lo desee sino cuando ambos os pongáis de acuerdo.


En las emociones también ocurre algo peculiar, conectar con alguien tanto que, pase el tiempo que pase, cuesta deshacer ese vínculo, incluso aunque lo intenten ellos mismos o terceras personas. Hablo no sólo de parejas, sino de otras personas que nos han marcado en nuestras vidas (pueden ser amigos o incluso familiares) y que forman o han formado parte de nuestro entorno. Hace no mucho estaba en una fiesta con amigos y me acordé de alguien especial para mí que me hubiera gustado que estuviese allí. ¿Os ha pasado? Imagino que sí. Es ese deseo de compartir esos buenos momentos con alguien que te importa: un concierto, un viaje, una película muy buena. Estar ligado emocionalmente a alguien, pensando en que sea recíproco, nos hace ser nosotros mismos y sentimos al máximo. El inconveniente es que somos un libro abierto y, por tanto, más vulnerables, las cosas buenas las magnificamos y las cosas malas nos afectan con más intensidad. ¿Podemos controlar las emociones? No. ¿Podemos controlar nuestro comportamiento? Sí. ¿Podemos aprender a no depender emocionalmente de otro? Sí. Sólo necesitas una cosa: Confiar en ti.