lunes, 16 de febrero de 2015

No sin mi barba

La moda nos persigue y condiciona nuestra vida. Nos fijamos en los complementos o los colores que se llevarán en la siguiente temporada o copiamos los looks de las celebrities. También modificamos nuestro aspecto físico según las tendencias: piercings, tatuajes, cortes de pelo… Parece que únicamente es el sector femenino el que está más pendiente de estas cosas, sin embargo, los hombres también se suben al carro de seguir las tendencias y muestra de ello es la nueva moda masculina: la barba. Sí, ahora es lo que se lleva o más bien lo que se vuelve a llevar porque la barba no es novedosa.

Un hombre con barba da una apariencia distinta a un hombre afeitado y es justo por ese cambio por lo que ahora los hombres se niegan a pasar sus mentones por la cuchilla. Según parece, la barba da sensación de seriedad, respeto y alto estatus social. Sin embargo, para mi, pierde en la percepción de los gestos o incluso de las emociones. ¿A lo mejor es que lo hacen por eso? Vamos, que si los hombres ya son enigmáticos en cuanto a revelar sus sentimientos, con una barba pronunciada olvídate de intentar leer algo en su rostro, va a ser imposible. Es más, ¿no os resultan agresivos? A mi sí y hay estudios que corroboran esto pero yo no quiero un hombre a mi lado que aparente agresividad, por el contrario, quiero alguien que su fortaleza resida en sí mismo y no sea necesario aparentar nada.

Hay barbas y barbas. Ben Affleck es atractivo con ella y sin ella aunque imagino que con su nuevo look quiere alejarse del joven guaperas de sus inicios en el cine para dar una imagen de hombre maduro e intelectual más acorde a su faceta actual de director cinematográfico. Lo mismo le sucede a Leonardo Dicaprio o Brad Pitt, ambos rubios de ojos claros con rostros bastante juveniles. Eso sí, el sexy de Brad nos tiene acostumbradas a verle con diferentes cambios de looks, ya sea con melena, con perilla, afeitado, engominado… o como requiera el guión. Yo si tengo que elegir entre tipos de barbas, me quedo con las de tres o cuatro días. Cierto es que son las que más pinchan si besas o acaricias a un hombre pero me resultan más atractivos así que con barbas mucho más largas. Miguel Ángel Silvestre sabe sacar partido de esa imagen de chico rebelde y misterioso. No soy fan del actor ni he seguido su trayectoria en las series en las que ha participado, sin embargo, he de reconocer que esa barba de tres días le hace muy sexy. Y ahora los hombres dirán que así se muestra que a las mujeres únicamente nos gustan los hombres malos, y no, la diferencia no está en la “maldad” sino en la seguridad que un hombre nos llega a trasmitir.

Dos cosas que no me seducen de las barbas: comer y besar. Sí, porque a ver, si ya cuando comemos de forma normal nos manchamos un poco y tenemos que recurrir a la servilleta, no creo que comer teniendo barba sea muy sencillo. Sopa con fideos, spaguettis o simplemente cualquier plato con salsa, puede acabar derramándose en esa poblada mata de pelo y ya sólo de imaginar cómo se tendría que limpiar me da un poquito de grima. Tampoco me resulta agradable la idea de besar a un barbudo. Cuando besas a un hombre con unos días sin afeitar, todas sabemos que pinchan y eso hace que acabemos con la zona de los labios y mejillas algo irritadas y enrojecidas por el roce. Puede que besar a un hombre con barba sea algo más suave pero lo que sí es evidente es que, de alguna u otra manera y en algún momento, tus labios y tu lengua van a tropezar con pelos mal puestos o mal colocados. ¿Y qué haces? ¿Te separas del pobre muchacho? ¿Le miras con horror como diciendo “¡qué hace eso ahí!”? Como es lógico, no, seguirás y disimuladamente intentarás apartarlo como puedas y sin que resulte demasiado descarado. Otra cosa que veo de impedimento es que no puedes acariciarle el rostro. El contacto piel con piel es muy romántico, seductor e incluso sensual y sexual ya que las caricias en sí mismas trasmiten muchas sensaciones que nuestro cuerpo recibe con entusiasmo preparándonos para lo que vendrá a continuación. En esos momentos de intimidad, a mi me gusta acariciar y besar las mejillas de mi acompañante, poder recorrer su cara con mis manos, masajearle suavemente las sienes con mis dedos, posar mis labios en diferentes puntos de su rostro… Y con la barba no se puede, porque tapa mucha piel y no es accesible.  Si tienes confianza con él, le puedes decir que se arregle o que se recorte un poco la barba aunque dudo mucho que se vaya a afeitar si se lo pides. A pesar de eso, debo de decir que sí hay hombres que para agradar se afeitan si es necesario. A mí me ha sucedido en varias ocasiones. He de decir que no eran hombres muy barbudos pero sí con barba de más de una semana o incluso perilla y que, sabiendo mis gustos, decidieron sorprenderme sin que yo les pidiera nada. Eso hace que ganen puntos pues es todo un detalle que aún sintiéndose cómodos sin afeitarse lo hagan por agradarte, algo que nosotras también hacemos cuando queremos ponernos guapas y gustar a tu pareja.

Sí, a mi me atraen los hombres afeitados, con la cara limpia y suave. Y no sólo por lo que he comentado antes de acariciarles, sino también por una cuestión visual. Me resultan más llamativos los chicos sin barba porque puedo apreciar sus facciones y sus gestos sin obstáculos. Además me parecen más simpáticos, fiables, sinceros, saludables… Puede que sea porque no me gustan los hombres demasiado mayores (la barba suele aparentar más edad) o tal vez que me fije mucho en un hombre alegre que me haga reír (la barba da una imagen de seriedad), el caso es que veo mucho más sexy a un hombre recién afeitado que con barba. Pero hay gustos para todo y también hay mujeres que los prefieren con barba. Es más, mi amiga Lorena dice que una barba bonita es a un hombre lo que un buen maquillaje a la mujer y para ella la barba resulta atractiva y elegante.


Hace unos años, el tipo de hombre que se llevaba era más bien juvenil y de cara despejada, ahora han vuelto los hombres rudos de melenas largas y mentones poblados. ¿Qué será lo siguiente? Por el momento, seguiremos viendo a hombres que apuestan por esta última tendencia e incluso a más actores que se sumarán a las filas de los nuevos hombres con barba.

lunes, 2 de febrero de 2015

Amar para toda la vida

¿Fidelidad? ¿Amor para toda la vida? ¿Amor verdadero? Parece el guión de una película romántica o de un cuento de hadas, o ambas cosas, como ocurría en la famosa película "La princesa prometida", donde promueven la idea de que el amor lo puede todo y que existe ese amor sincero para toda la vida. Pero este sueño ¿puede ser real? ¿puede llegar a cumplirse? No es por ser pesimista pero en la época en la que vivimos actualmente lo veo muy complicado, demasiado diría yo. Y sin embargo, es lo que todos buscamos, encontrar a esa persona ideal con la que compartir nuestros días, nuestras noches y nuestro futuro por siempre.

Nuestro gran problema: el egoísmo. Sí, admitámoslo, todos queremos mantener nuestra vida, nuestra independencia, que nadie se entrometa en nuestras decisiones. Nos cuesta hacer algo por otros y no queremos cambiar, es más, nos negamos a cambiar, a adaptarnos, porque nos gusta nuestra forma de vida tal como está. Ahora el amor se hace más difícil porque ninguno quiere ceder, en lugar de buscar la manera de que las cosas mejoren o de trabajar en equipo, cada uno tira hacia su lado y ninguno quiere ceder porque tenemos la idea de que "si tu ganas, yo pierdo". Lo malo es que la cuerda acaba tensándose tanto que acaba rompiéndose por algún lado y todos pierden.  ¿Quién no ha tenido una experiencia similar? Sin ir más lejos, yo misma, resistencia a adaptarse por su parte y cansancio de esperar por la mía. Quizás fuese el miedo al compromiso que tanto abunda en los hombres del siglo XXI, dificultad para adaptarse llegada una cierta edad de madurez o simplemente el concepto "compartir" se viera como antagónico de "independiente". Y pasó lo que tenía que pasar, tiré la toalla aunque ambos queríamos estar juntos. Ridículo ¿verdad? Pues esto es más típico de lo que parece, porque, aunque las circunstancias hacen mucho, somos nosotros mismos los que ponemos nuestras propias trabas.

Cuando se habla de Amor es inevitable hablar de Fidelidad, ¿es posible? Vuelvo a ser pesimista aunque no me gusta serlo: hoy en día la fidelidad es un valor prácticamente inexistente. La infidelidad siempre ha existido, incluso en épocas pasadas: hombres que buscaban el calor de otras mujeres cuando sus mujeres quedaban en cinta (o bien para evitar que esto ocurriera), mujeres insatisfechas y faltas de cariño. Eso no ha cambiado nada porque la verdadera razón para ser infiel reside en dos aspectos: Monotonía y el Conformismo. Cuando en una relación comienza la apatía, el aburrimiento, ambos integrantes se distancian tanto entre sí que llegan a convertirse casi en extraños, sólo alguien con quien compartir la cama para dormir pero se convierte en un trato más de compañeros de piso que de amantes. Pero nos conformamos con lo que tenemos y aceptamos que las cosas tienen que ser así, nos engañamos pensando que el amor evoluciona así, que eso es el matrimonio/relación, que hay que aparentar por la unión familiar...y muchas más excusas que nos decimos a nosotros mismos implemente por no salir de nuestro conformismo. Pero ¿eres feliz en una relación que no te llena? Seguramente no, y cuando eso ocurre, tienes todas las papeletas de ser infiel ¿por qué? Porque lo que tienes en casa ya no cumple tus expectativas y puede aparecer un tercero que sí las cumpla, momento en el que empiezan las dudas y el peligro. En la actualidad, el peligro de infidelidad es mayor debido a la tecnología: redes sociales, webs para solteros, webs que fomentan las relaciones extramaritales, webs para ligar, moviles, skype...

Y es que ahora aguantamos mucho menos. Hombres y mujeres nos hemos vuelto muy exigentes debido a las experiencias pasadas y por eso somos tan reticentes a ceder. Nosotras, que ya no nos casamos con el primer novio que tenemos, queremos que la otra persona no sólo colabore en las tareas del hogar sino que sea parte activa en todos los sentidos porque no se trata de hacer la compra, sino también de hacer la comida, no se trata de jugar dos horas con los críos, sino de llevarles al colegio, vestirles, acostarles, educarles. Ellos, que ya pueden estar independizados sin tener que casarse, no aguantan los reproches, las escenas melodramáticas ni que les pongan entre la espada y la pared, porque para eso prefieren estar solos sin que nadie les haga sentirse culpables cada dos por tres.

El sexo fácil también influye en este tipo de cosas, no sólo el sexo físico sino la posibilidad de encontrarlo. Ya no es sorprendente ver unos pechos desnudos ni a un hombre totalmente destapado por la web, es más, podemos encontrar artículos sobre sexo, consejos para mejorar (muchas veces basados en la propia experiencia y no desde un punto de vista del sexólogo profesional), imágenes y videos eróticos, compra on line de productos eróticos... La tecnología nos ha permitido mayor acceso a esta información, pero sólo hace falta echar un vistazo a la calle para darnos cuenta cómo ha cambiado la sociedad debido a la moda. No sólo son las adolescentes las que van enseñando más de la cuenta, mujeres adultas con escotes prominentes acaban proporcionando sexo a cambio de un poco de cariño y luego se quejan de que sólo las ven como trozos de carne. Una cosa es utilizar ciertas armas de seducción, otra cosa es que a la primera cita acabes con las piernas abiertas, que si eso es lo que buscas y lo tienes claro, estupendo, pero querer empezar una relación desde el sexo a la larga no va a funcionar. Y puesto que tanto para hombres como para mujeres el sexo llega a ser fácil, pierde novedad y el interés, es más, hay hombres que en este tema están apáticos. Eso sí, si encuentran algo que despierte su interés y les haga salir de la monotonía, no dudarán en buscarlo, más aún si es algo prohibido.


Divorcios express, rupturas después del verano, parejas que se pasan mirando el móvil mientras están juntos... el panorama la verdad es que no resulta muy alentador ¿verdad? Y sin embargo, en lo más dentro de nosotros deseamos, buscamos y anhelamos ese sueño del que tanto nos han hablado pero hay que recordar que "los sueños, sueños son".