
Lo que viene siendo habitual es un repentino cambio
de actitud. Hoy eres su musa y mañana ni te habla, de pasar horas y horas
hablando contigo por whatsapp a desaparecer durante varias semanas, de echar de
menos vuestras citas a evitarlas. Por favor, ¿alguien me puede explicar este
cambio de un día para otro? Porque puedo entender que con el tiempo las cosas
cambien, las circunstancias no sean las mismas, no se tengan los mismos
intereses o prioridades… pero estamos hablando de un cambio de idea ¡en un día!
Así, sin más, y tú que ni te lo esperas cuando esto ocurre lo primero que
piensas es en el por qué ha sucedido, qué ha pasado para que sin una
explicación aparente tenga este comportamiento. ¿Lo primero que haces?
Preguntarle. Craso error, siempre te va a decir que no pasa nada, lo único que
puedes lograr es que te diga que son cosas suyas o que tiene muchas cosas en la
cabeza. Perfecto, sí, eso me deja más tranquila y me da una explicación
satisfactoria ¿verdad? Pues mira bonito, no, esto no me vale porque, evidentemente,
algo pasa y no es precisamente bueno. En esta época en la que las redes
sociales están en auge y que podemos comunicarnos de forma inmediata, aquel que
deje de hacerlo no es porque no puede, sino porque no quiere. Hay tiempo de
sobra para enviar un “buenos días” o un “hola, ¿qué tal?” porque hasta ese
momento seguro que siempre lo ha habido, así que, ¿por qué ya no? Muy sencillo.
Miedo.

Lo más curioso de todo esto es que justifican su
huida cambiando de forma de pensar:”bueno, es que como no tenemos nada en
común, para qué vamos a perder el tiempo, “como no quiero hacerle daño voy a
dejar enfriar la situación”. Vamos, es buscar una simple excusa para no verse
como los malos aunque son conscientes de que no lo están haciendo bien. Otra
forma de excusarse es culpándote a ti o involucrarte en el problema. Frases
como “yo no te prometí nada”, “hemos ido demasiado rápido”, “me estoy
agobiando” suelen ser de las más usadas. A esto tengo que decir que conocer a
las personas lleva su tiempo y de un día para otro sólo se ve lo superficial.
Tampoco hablamos de promesas porque cuando te interesa alguien y estás cómodo
con esa persona, haces las cosas porque sí, no como una obligación y es el
tiempo el que va demostrando si algo funciona o no. Lo que pasa es que cuesta
asumir ciertos riesgos y a veces esperamos que lo haga el otro. En este caso es
el “me alejo para que la otra persona se percate” o “me porto mal con esa
persona para que me deje”, algo que, por cierto, me parece penoso pero que lo
he oído decir en boca de varios hombres.

Sea como sea, las mujeres cuando nos encontramos
ante este tipo de situaciones pasamos por varias etapas, es el proceso que yo
llamo IDI: Indignación, Decepción, Indiferencia. En el momento en el que ves
que directamente te ignoran te sientes rechazada por una persona que había
logrado tener tu confianza. Ese chico que creías que era simpático, educado,
agradable de trato, con el que te sentías a gusto, que sabía cómo sacarte una
sonrisa o los colores. Ese chico encantador que te decía lo guapa que estabas y
se le notaba ansioso por besarte y que besaba bien. Resulta que es el mismo
chico que te retira la palabra, que no da explicaciones y que se siente molesto
si se las pides, que se agobia si le insistes y que ya no quiere verte. Te
indignan las formas y que ha demostrado que no te ha valorado. Pero realmente
te enfadas contigo misma por haber depositado tu confianza en alguien que no la
merecía o, al menos, en haber confiado demasiado pronto dejándote llevar por
sus palabras bonitas y su cara de niño bueno. Le sigue la decepción, una
decepción no sólo como hombre sino como persona y puede que en algún caso como
amigo. Una decepción que se generaliza a todos los hombres al darte cuenta de
que al final todos acaban teniendo una actitud similar, que conozcas al hombre
que conozcas lo más probable es que te acabe decepcionando igual. Y por último
llegas a la indiferencia cuando deja de importarte no sólo lo ocurrido sino la
persona que te lo hizo porque ¿para qué tener en tu vida a una persona que es
capaz de tratarte así?
El problema es que en muchas ocasiones acaban
volviendo y no sabes qué hacer. Unos escriben como si nada pasase, otros no
tienen muy claro qué decir. Son momentos peligrosos porque aún estás
decepcionada y puedes ser como un volcán a punto de explotar pero una nunca puede
perder los papeles. Nada de reproches ni pedir explicaciones, te ha escrito
¿no? Deja que hable y saber lo que quiere. Parece que vuelve a interesarse pero
cuidado con estas cosas, las segundas oportunidades son como las segundas
partes de las películas, nunca fueron buenas (eso dicen). Eso sí, esto no lo
sabes hasta que has dado varias segundas oportunidades y ¡oh, sorpresa! te
vuelven a hacer lo mismo. Y es que el que lo hace una vez tiene posibilidades
de hacerlo otra, y si lo hacen dos... no lo dudes, habrá una tercera, ¿vas a
dejar que ocurra?

En fin, no quiero ser pesimista y espero que en
algún lugar haya un hombre que de verdad sea valiente como para no sólo
reconocer sus errores sino que le importes lo suficiente como para que quiera
quedarse de forma permanente en tu vida.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar