jueves, 16 de mayo de 2013

Mis inaguantables vecinos


Tengo unos vecinos que me dan dolor de cabeza. Cuando no es por una cosa es por otra pero no puedo leer un libro tranquila ni echarme una siesta en condiciones. ¿Alguien tiene el mismo problema? Imagino que sí porque en todas la comunidades de vecinos pasan cosas y es muy raro que en tu edificio no haya algún vecino de esos que les gusta llamar la atención y que a ellos les molesta todo pero no se dan cuenta de que ellos molestan a los demás.

¿Qué es lo que más puede molestarte de un vecino? Los ruidos, ruidos de toda clase que llegan a alterarte y a sacar la mala leche que llevas contenida. Son las 6:30 am pero tu despertador no suena hasta las 7:30. Estás calentita dentro de tu cama, tapada con tus suaves sábanas y soñando con algo placentero. Pero de repente... algo a lo lejos suena y te va sacando de tu ensoñación para traerte a la realidad. ¿Ya es la hora? te preguntas, no, es sólo que tu vecino del piso de arriba decide tirar de la cadena a las 6:30 de la mañana y ya aprovecha para ducharse. Es decir, has escuchado cómo hace sus necesidades y cómo corre el agua de su ducha y te has quedado sin una hora de sueño. Otra opción es que tengas un vecino que toque algún instrumento musical y practica a diario a todas horas. Domingo, día de descanso y relajación, te dispones a leer en tu sillón preferido con la luz del atardecer que aún entra por la ventana y esperas escuchar a los pajaritos cantando. Pues no, oyes al vecino tocando el piano, que un poco está bien y hasta gusta pero repetir la misma canción una y otra vez saca un poco de quicio. Aunque creo que el sonido de una guitarra eléctrica y una batería puede descentrar al hombre más tranquilo y paciente del mundo. Eso sí, el sonido de la flauta de los escolares no lo olvidaré nunca, intentando realizar la escala del "DO" a la perfección, aunque casualmente siempre se tropiezan en el "LA"

Más ruidos incómodos de los vecinos. Portazos, televisiones y radios a todo volumen (si la pared de tu habitación da con la del salón de tu vecino, ya puedes insonorizarla si no quieres padecer de insomnio), música a altas horas de la noche (típica fiesta de los hijos de tu vecino que no te dejan dormir ni a ti ni a tu bebé), gritos y discusiones, muebles que se arrastran, juguetes de los niños tirándolos al suelo (principalmente canicas) y gemidos. ¿Gemidos? Sí, sí... gemidos de "esa" clase de gemidos... Te acabas de acostar y mañana madrugas para ir a trabajar, justo tienes una reunión muy importante a la que tienes que acudir impecable... pero no puedes dormir porque tus vecinos se acaban de poner al "temita". Primero unos simples "ummm", "ahhhh", "siiiii", después continúa con un "oh, sí, no pares...no pares" que va subiendo en intensidad a la vez que el cabecero de la cama de tus vecinos golpea tan fuerte en la pared que piensas que va a traspasarla y vas a verlo en vivo y en directo. Si son de gritar, el desenlace es apoteósico y si la mujer es multiorgásmica, olvídate, no vas a dormir en toda la noche, más te vale hacerte un café y darte una buena ducha... que molestará a tu vecino de abajo.

Pero el primer premio a los ruidos más molestos, es para... ¡LAS OBRAS! Un aplauso para todos aquellos que se ponen a hacer obras en casa sin importarles nada el resto de vecinos, porque cuando alguien de tu edificio hace obra, retumba en todos los pisos, da igual que él esté en el quinto y tú en el primero, te llega amortiguado pero llegar te llega. En mi caso, mis vecinos del piso de abajo decidieron tirar la casa con el verano a la vuelta de la esquina. Tirar la casa es literal pues tuvieron la gran ocurrencia de cambiar el tamaño y ubicación de las habitaciones, así como de renovar el baño al completo e introducir una pequeña sauna. Ellos se fueron a otro sitio a vivir en los cinco meses que duró la majestuosa obra pero fuimos los demás quienes padecimos las incomodidades. Los obreros no entienden de horarios así que me despertaba con el sonido de un taladro, martillazos, pulidoras y golpes de toda índole. Regresaba de trabajar y seguían... "pum-pum-pum-pum", una y otra vez, sin parar hasta que ese sonido me provocaba dolores de cabeza que, junto al calor, se hacían insoportables y ¡con las ventanas abiertas! Sólo espero que no haya otro vecino que decida hacer obra este verano ¡otra vez no! Hay muchas más cosas que pueden crear roces entre vecinos, que se lo digan a mi tía Paquita, que la pobre lo pasó muy mal hasta que se mudó. Vivía en el bajo de una casa antigua y ella tenía acceso al patio interior. No sabemos muy bien por qué pero una vecina le tiraba por la ventana aceite, restos de comida o colillas que le impedían tender la ropa en el patio por miedo a que se quemara o tuviera que volver a lavarla. Intentó solucionarlo por las buenas y nada y por las malas peor, la única solución fue irse de allí. Al menos ahora vive más tranquila.

Hablamos de incomodidades individuales pero en una comunidad se pueden producir muchos más problemas que afecten a todos. Personas que dejan la basura fuera de los cubos o que utilizan las zonas comunes para arreglar sus bicicletas, quedando el suelo con manchas de aceite que provocan serias caídas. Vecinos que creen que el wáter es la basura y atracan las tuberías de todo el edificio o que deciden tirar papeles o  colillas al suelo. Señoras que se quejan de todo y de todos o niños que chillan y rompen puertas. La lista es muy larga y seguro que muchos tendréis anécdotas no sólo curiosas sino increíbles sobre este asunto. Eso sí, muy probablemente el que más guerra dé será el que más se queje del resto de vecinos, ya se sabe que antes se ve la falta en los otros que en uno mismo. Los que viven en un chalet o en una casita baja tampoco se libran, tienen menos probabilidades de tener incidencias pero también es posible. Podemos encontrarnos con los que usan cualquier escusa para hacer una estupenda y rica barbacoa, lo único que a ti lo único que te llega es el humo que se forma. O que tu vecino sea amante del bricolaje y se pase los fines de semana con la taladradora en mano en el cobertizo que tiene en el jardín. También tenemos al típico vecino que se hace el sordo y por más que le dices que por favor no aparque su coche en la entrada de tu garaje, sigue haciendo lo mismo una y otra vez.
La verdad es que no es fácil dar con unos buenos vecinos, esos que no molestan nunca, que son educados y te saludan cuando te ven o que les puedes pedir sal en caso necesario. No, eso es prácticamente imposible de encontrar, lo habitual es que surja algún roce, bien sea por goteras, ruidos molestos o cualquier otra cosa que altere la tranquilidad de tu casa y la frase "Hogar dulce hogar" pierde su significado. Tendríamos que poner un cartel en la entrada de casa que diga "Por favor, por el bien de todos, aprendan a no molestar".