domingo, 19 de febrero de 2012

¿Cómo sería ser hombre?

Siempre decimos que no entendemos a los hombres y no es un tópico, es cierto. No sabemos cómo y qué piensan, cómo y qué sienten, por qué actúan como lo hacen, por qué nos desconciertan, por qué dicen una cosa y luego hacen otra, es más, por qué juegan al sí pero o no y nos dejan con la incertidumbre. Seguro que más de una quisiera estar en la cabeza de alguno, al menos por un día, para poder dar respuesta a todas esas incógnitas que nos devoran una noche cualquiera tumbada en el sofá esperando una llamada que no llega. Por eso, ¿cómo sería mi vida si en lugar de haber nacido mujer hubiera nacido hombre? ¿ O un día o un mes?

Lo primero que nos encontramos al despertar: una pequeña (o grande… según los casos…) tienda de campaña. Sí, el cuerpo masculino reacciona por si solo a las necesidades biológicas más naturales… Orinar. Y… ¿cómo es mear de pie? ¿Es necesario tener algún equilibrio? Yo creo que sí, aunque me parece que a los hombres se lo han debido de quitar ya que o aún están demasiado dormidos para apuntar bien o el concepto de no manchar los bordes de la taza lo tienen un poco confuso. Otra costumbre masculina, rascarse sus partes, ¿qué inmenso placer les provoca? ¿Las conexiones sensoriales son tan fuertes como para que les dejen tan extasiados? Pueden hacerlo en casa, en la calle, disimuladamente o con descaro, pero lo hacen. ¿Quién se imagina a una mujer rascándose sus partes en público? No, no es una imagen muy sexy ¿verdad? Y queda un poco basto, entonces, ¿por qué en un hombre no es igual? Bueno, puede ser que se depile y que le esté creciendo el vello y por eso le pique pero nosotras también nos depilamos y lo llevamos con toda naturalidad, como si nada ocurriera.

Ya que hablamos de la depilación, siendo hombre no es necesario depilarse, es una opción libre, una decisión voluntaria mientras que para nosotras es una obligación. Como hombre, un sábado por la mañana te miras al espejo y: “¿me afeito? No, paso, si total… qué más da”. Una mujer un sábado por la mañana si se mira al espejo y ve una pequeña sobra en el labio superior inmediatamente prepara los utensilios necesarios para hacer que eso desaparezca lo antes posible. De hecho, si sabe que va a salir, y más aún si va a tener mambo, es condición indispensable hacer un repaso de axilas, piernas, ingles y todo lo que sea necesario depilar. Un hombre que sepa que va a tener sexo esa noche lo tiene más fácil y la depilación sería opcional, aunque muchos creen que su tamaño aumenta si han cortado el césped antes, ¿será por eso por lo que la depilación completa en hombres está proliferando?

También es muy común en ellos el deseo de estar en su casa como su madre les trajo al mundo o, si acaso, en calzoncillos. Y eso ¿por qué? Que me expliquen qué tiene de interesante estar solo en casa desnudo, ¿acaso se excitan viéndose? Podría entenderlo si tienen compañía. Un hombre desnudo, en la cocina, preparando el café y las tostadas para el desayuno o lleno de harina por todo el cuerpo. Un hombre desnudo leyendo un libro en el salón o haciendo abdominales para mantener su vientre duro… Bueno, bueno… yo así me prestaría voluntaria para que ejercitara sus músculos sobre mí. Pero sin nadie que les vea ¿qué gracia tiene? No le veo ningún sentido, la verdad. De hecho una mujer totalmente desnuda, sola en su casa, espatarrada en el sillón con las piernas abiertas mientras ve su programa favorito, comiendo una pizza, un trozo de jamón cae sobre su pecho, lo coge, se lo come, bebe un poco de Coca-Cola y eructa. Ummm… no sé yo, pero no me resulta una imagen muy erótica.

Los hombres lo saben todo. Sí, son seres todopoderosos que tienen la capacidad de saber las cosas por ciencia infusa. Saben cómo llegar a los sitios más recónditos sin necesidad de preguntar, llegar llegan aunque sea tres horas más tarde y después de recorrerse todas las carreteras posibles. Saben montar un mueble de IKEA sin mirar las instrucciones pese a que les sobren piezas o las tablas estén algo torcidas, ellos están convencidos de que no se nota. Nacer con los cromosomas XY implica conducir bien, da igual que ralles el coche con la columna del garaje, que te pongan multas por exceso de velocidad o que tengas algún golpe, va incluido en el paquete, sobre todo el creérselo. Es algo que no pueden evitar y aunque intentemos demostrar que las féminas podemos conducir bien, siempre sacarán una pega.

Como por genética los hombres se sienten seguros y dominantes, también tienen el control de todas las cosas, incluido en el sexo. Nunca falta la frase de “no te preocupes, yo controlo” ¡JA! ¡Por favor! Ni que tuvieran un grifo con una llave que abre y cierra. Debe ser que no conocen el refrán que dice que antes de llover chispea. Además, controlar el qué… ¿el tráfico de espermatozoides?: No, vosotros ahora no podéis pasar, tenéis que esperar un poco más. Y los pobres espermatozoides, aplastados los unos con los otros y locos por salir, preguntan “¿falta mucho?” a lo cual les responde “en unos minutillos… 5 minutos a lo sumo”. Sobre este tema hay una cuestión que me intriga mucho: ¿cómo es un orgasmo masculino? Sí, en serio, ¿qué sienten realmente? Porque nosotras conocemos el nuestro y de ellos vemos la parte puramente física de todo el proceso de antes, durante y después, incluso si se duermen observamos qué es lo que pasa en sus cuerpos, pero no podemos saber cómo lo viven y cómo lo experimentan aunque giman, griten, suspiren o te agarren de las caderas tan fuerte que acabes con la marca de sus dedos como moratones.

Otro tema peliagudo del que estamos locas por saber: los sentimientos. ¿Qué tienen en contra de expresar sus sentimientos? Pocas veces (o ninguna) los hombres lloran con una película romántica y no entienden nuestros cambios de humor durante el Síndrome Premenstrual. Lo que sí es cierto es que ellos son capaces de llorar si su equipo de futbol gana o pierde la Copa o la Liga. Vaya, me siento más realizada como mujer sabiendo que un hombre se emocionará más viendo a 11 hombres en pantalón corto que al verme a mí en tanga y con medias de liguero. Por otra parte, si a un hombre le dices que le quieres, su cabeza dice “tierra trágame” y si le preguntas que si te quiere, su inconsciente dirá “no, esto no me puede estar pasando a mí”. Y por supuesto no le digas nunca “en qué piensas”, porque su respuesta siempre va a ser la misma “en nada”. Puede que sea cierto pero en el caso de hacerlo tampoco te lo dirá. Entonces, ¿cómo sabemos que les gustamos? ¿Qué sienten cuando se enamoran? Parecen interesados pero se alejan, hoy dicen SI y mañana NO. ¿Por qué no son claros? Realmente parece el juego del ratón y el gato y en lugar de aprovechar el tiempo disfrutando de la buena compañía lo perdemos con estas tonterías.

No sé si hombres y mujeres llegaremos a comprendernos alguna vez. Ambos tenemos ventajas e inconvenientes, ambos creemos que es el otro el complicado, ambos actuamos y pensamos de diferentes maneras. Puede que estemos predestinados a no entendernos como parte del juego de la Guerra de los Sexos, ese misterioso mundo en el que no queda más remedio que buscar la manera de ponerse de acuerdo y dejarse llevar.

jueves, 2 de febrero de 2012

Respuesta del Caballero

Acabo de recibir vuestra carta y os confieso que me he sorprendido al leerla. No esperaba tan bellas palabras y aún menos la sinceridad con la que me habláis. Ha sido como un sueño, un sueño intenso, un sueño tan hermoso que me parecía irreal, por eso he leído más de tres veces la misiva, quería cerciorarme de que no era una quimera. Incluso he interrogado a mi lacayo para que me explicase cómo, cuándo, dónde y quién se la ha entregado.

No temáis, la imagen que tengo de vos no es precisamente de una joven vulgar y descarada, sino todo lo contrario. Como bien decís, nos hemos visto en breves ocasiones y en todas ellas habéis demostrado una gran compostura y una elegancia digna de alguien como vos. Antes de llegar a este magnífico lugar, me habían hablado del comercio, de sus gentes y de su posición estratégica, sin embargo no me habían avisado de que tras los muros de esta ciudad se escondía una hermosa joya de la que uno se podía enamorar. Aquel día en el banquete, quedé fascinado por vuestra mirada, limpia, clara y llena de vida. Pregunté a mi compañero de armas y me avisó de quién erais para quitarme de la cabeza la idea descabellada de seducir a la hija de nuestro anfitrión. La verdad es que estabais preciosa, el color azul hacía aún más llamativos vuestros ojos y el colgante realzaba un busto juvenil que invitaba al pecado. Pero vuestros labios, ¡ay, vuestros labios! Carnosos, rosados, seductores… A pesar de ser un caballero, también soy hombre y, creedme cuando os digo, que no pude dormir aquella noche, cerraba los ojos y veía vuestros labios besando los míos. Me imaginaba acariciando vuestra piel blanca y perdiéndome en la calidez de vuestro cuerpo. Sois un verdadero misterio que desearía descubrir, mostráis ingenuidad pero vuestros pensamientos no son de una niña. ¿Creéis que es malo lo que sentís? El amor en sí mismo no es malo, tampoco lo son los pensamientos y deseos sobre la persona amada ni las emociones que nos provoca con sólo sentir su presencia. El Amor es dulce, arriesgado, emocionante, intenso, lleno de locura, de ilusión, de pasión. Pero también puede ser amargo, confuso, inquietante, incierto, que nos lleva a un abismo de tristeza y miedos. Decís que sabéis poco del Amor y que no controláis lo que sentís pero la verdad es que es imposible controlarlo y nadie llega a saber todo sobre los secretos del corazón, incluso para los que hemos bebido de sus aguas. Habláis de hechizo, he de daros la razón porque vos me habéis hechizado y de veras que no quiero deshacer ese encantamiento.

Desconocía que se hablase tanto de mi procedencia. Como habéis podido observar, soy de carne y hueso, tanto que las heridas me sangran y mi cuerpo se agota. No hay nada en mí que sea una fantasía, si acaso mi caballo, llamado Arion en honor al caballo alado de la mitología griega. No tiene alas pero es tan veloz que parece que no pisa el suelo, es fuerte y de gran nobleza. Ambos venimos del sur, donde el sol reina nuestras tierras y buscamos la sombra para descansar. ¿Mi nombre? Vos podéis llamarme como queráis, os lo dejo a vuestra elección más cuando nos encontremos os sacaré de dudas. Acepto el reto de la carrera y será un placer acompañaros en un paseo por vuestros bosques, pero he de confesaros que estando tan cerca de vos será difícil no desearos con la mente aunque controle mis impulsos por respeto y cortesía. La idea de que me vierais a escondidas me cautiva, pero más me seduce la posibilidad de vernos en un lugar tan bello como lo pintáis y tan especial para vos. Allí estaré dentro de dos días, a la hora indicada.

Hasta entonces… Estaréis en ni pensamiento