domingo, 21 de diciembre de 2014

El arte de seducir

Tengo amigos y amigas que dicen que el amor no debería ser complicado, que si te gusta alguien y que si a esa persona también le gustas, por qué no decirlo sin más, sin rodeos ni miramientos. Y, aunque tienen parte de razón, el amor no puede ser simple porque le influyen muchos factores: ambiente, carácter, físico, química, sensaciones, emociones, pensamientos… Pero hay algo fundamental de lo que no podemos olvidarnos: La seducción. Seducir es un arte. Igual que el pintor se forma una idea de cómo será su cuadro o un escultor va moldeando a su gusto su obra, el seductor tiene que saber cómo seducir y a quién va seducir. Además, la seducción es un juego. Es un juego en el que hay que hacer el papel del seductor y del seducido, a retirarse de la partida en el momento adecuado y retomarla donde se quedó, a confundir al contrario y procurar que no nos confunda. ¿Fácil? No, no es fácil pero sí es posible aprender y, aunque no hay reglas específicas, dejo unos consejos básicos que seguro que vienen muy bien.

La actitud es muy importante, ya que afecta no sólo a nuestra forma de pensar sino a nuestra postura y a cómo nos ven los demás. Seguro que a una entrevista de trabajo no vas cabizbajo, ni desanimado ni con la certeza de que no vas a pasar el proceso de selección ¿verdad? Todo lo contrario, vas elegante, con el curriculum bien aprendido y pensando cómo convencer al entrevistador de que eres el candidato perfecto. Pues en las citas es exactamente lo mismo, tú eres el “producto” y vas a venderlo a un posible comprador, por lo tanto, tienes que saber venderte. Para ello, lo fundamental es la confianza y la seguridad. Confianza en que realmente eres lo que necesita y seguridad a la hora de expresarlo. Como mujer, piensa que eres estupenda y que puedes conseguir a quien te propongas. Ojo, no estoy diciendo que mires por encima del hombro ni vayas de divina por la vida, se trata de gustar no de parecer arrogante. Como hombre, debes demostrar que sabes lo que quieres, que no dudas ni tienes miedos, y digo demostrar, no que realmente sea así. Siempre se piensa que a las mujeres sólo nos atraen los hombres caraduras y no los buenazos, que preferimos aquellos que nos hacen sufrir más que a los que nos tratan bien desde el principio. Pues os equivocáis. El problema es que los caraduras tienen una seguridad que hace que nos fijemos en ellos, tienen desparpajo, son resueltos, convincentes y no dudan en decirte lo que quieres oír, esto hace que bajemos la guardia. Es decir, son profesionales del engaño, camaleones que se camuflan dependiendo de cómo sea la mujer a la que van conquistar. Sin embargo, los buenazos no están seguros de que vayan a gustar, no saben muy bien qué decir o qué hacer para no parecer pesados o su propio miedo hace que sean demasiado empalagosos. También suelen hacer un amplio despliegue de medios de caballerosidad que más que dejarnos sorprendidas y caer en sus brazos, nos hace sospechar y nos mantenemos alerta, algo que hace que las posibilidades de triunfo sean más escasas.

Por eso, hay que ir poco a poco, con calma y con paciencia. Dejarse llevar por los impulsos nos hace cometer errores garrafales que dan al traste con nuestros propósitos. No valen las declaraciones en las primeras citas ni mostrarse ansioso por saber cuándo os volveréis a ver. Tampoco son bien recibidos los reproches, las escenas de enfados sin venir a cuento ni las quejas por no mantener un contacto diario. El interés se va mostrando despacio porque si uno da todo desde el principio ¿qué más queda por dar? Hay que conseguir que la otra persona vaya cogiendo el gusto a estar contigo, que quiera seguir conociéndote porque le gusta lo que ve. Hoy enseñas un poco, mañana otro poco y así hasta que llega el momento ideal en el que no hace falta declararse porque sobran las palabras, las miradas lo dicen todo.

Y ya que hablamos de miradas, para seducir hay que observar. ¿Está receptivo? ¿Está a gusto? ¿Le interesa lo que digo? ¿Se aburre? ¿Le atraigo? Todo esto podemos saberlo por su comportamiento pero, sobre todo, por su postura. Si estáis sentados en una mesa, fíjate en cómo está sentado, si tiene una postura cómoda y relajada o si parece en tensión. Por ejemplo, si la persona con la que estás hablando está frente a ti, sentada de lado y con un brazo apoyado delante de la mesa cubriendo parte de cuerpo, eso es una barrera, está cerrando tu campo de visión y se protege. Los brazos cerrados significarían algo similar, es no estar dispuesto a “abrirse” al otro y recostarse en la silla es “alejarse”. Cuando su postura indique comodidad aprovecha a imitarle o fíjate si te imita, inconscientemente solemos imitar aquello que nos es grato o con lo que estamos a gusto. Hay muchos libros  sobre comunicación no verbal que pueden darte más detalles pero el mejor indicativo es la experiencia y puedes practicar esta observación en cualquier grupo de amigos.

Y si no se de él en un tiempo, ¿debo escribir? ¿Espero? Hay una norma no escrita por la que no se suele llamar o escribir el mismo día después de la cita o el día de después, esto resultaría precipitado y ansioso. En caso de que lo haga es que muestra interés pero también hay que tener en cuenta lo que se dice, un “lo he pasado genial y espero repetir, he estado muy a gusto” aunque parece que no dice mucho pero suena igual que una declaración. Lo normal es dejar unos dos o tres días después de la cita, si pasa una semana y sigue sin dar señales, ve pensando que la cosa no va a funcionar. En este caso, puedes dar el paso, eso sí, sin reproches ni preguntas de por qué no ha llamado. Puedes arriesgar y aventurarte a proponer una nueva cita pero en lugar de preguntar directamente, tantea el terreno primero. Si no contesta o te da un no por respuesta, no insistas más. La pelota ya está en su tejado y es el otro quien debe proponer si tiene interés. ¿Pasan los días y no da señales? Haz tu vida, sigue con tus planes, no esperes a que te llame para planificar y no te molestes en volver a preguntar, ya que no merece la pena escribir a quién no tiene tiempo de contestar. Sabe como localizarte, si no lo ha hecho, por algo será. Acabará llamando y puede que te proponga un plan y justo tú ya tenías los tuyos, no los deshagas, ha llegado tarde y tendrá que esperar, si quiere verte, esperará. Hay que saber decir que no, aunque tampoco constantemente porque eso cansaría, simplemente es demostrar que tu tiempo también es importante y que no pueden usarte de alfombra cuando quieran. Vamos, si te valoras, te valorará y si marcas los límites sabrá exactamente que eres un “rival” duro de ganar.


Seducir requiere tiempo, dedicación, práctica. Se cometen errores y de ellos se aprende y se vuelve a intentar. Seducir es adaptarse al otro porque no somos iguales y cada uno tenemos puntos fuertes y débiles distintos. Seducir es conocer, observar, interpretar, conquistar. Seducir no es engañar ni mentir, es resaltar tus cualidades y disminuir tus defectos, es crear y fomentar el interés del otro hasta que ese interés se mantenga por sí sólo. Por todo esto, Seducir es un arte.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Decepciones con los hombres

Hace unos días estuve cenando con varias amigas y todas llegamos a la misma conclusión: estamos decepcionadas con los hombres. Las mujeres de un rango de edades de entre los 30-40 años estamos no sólo desencantadas sino desconcertadas con la actitud de los hombres de hoy en día. Sí, y no se trata de una generalización sino que partimos de experiencias propias, tanto pasadas como recientes, y vemos como una y otra vez los hombres tienen un comportamiento que no les deja en muy buen lugar. Podríamos decir que hay excepciones, que siempre hay alguno que se salva, esos hombres buenazos que casi son tan achuchables como ositos de peluche...pero esa idea la hemos tenido que tirar por tierra porque también hemos sido víctimas de este tipo de hombres.

Lo que viene siendo habitual es un repentino cambio de actitud. Hoy eres su musa y mañana ni te habla, de pasar horas y horas hablando contigo por whatsapp a desaparecer durante varias semanas, de echar de menos vuestras citas a evitarlas. Por favor, ¿alguien me puede explicar este cambio de un día para otro? Porque puedo entender que con el tiempo las cosas cambien, las circunstancias no sean las mismas, no se tengan los mismos intereses o prioridades… pero estamos hablando de un cambio de idea ¡en un día! Así, sin más, y tú que ni te lo esperas cuando esto ocurre lo primero que piensas es en el por qué ha sucedido, qué ha pasado para que sin una explicación aparente tenga este comportamiento. ¿Lo primero que haces? Preguntarle. Craso error, siempre te va a decir que no pasa nada, lo único que puedes lograr es que te diga que son cosas suyas o que tiene muchas cosas en la cabeza. Perfecto, sí, eso me deja más tranquila y me da una explicación satisfactoria ¿verdad? Pues mira bonito, no, esto no me vale porque, evidentemente, algo pasa y no es precisamente bueno. En esta época en la que las redes sociales están en auge y que podemos comunicarnos de forma inmediata, aquel que deje de hacerlo no es porque no puede, sino porque no quiere. Hay tiempo de sobra para enviar un “buenos días” o un “hola, ¿qué tal?” porque hasta ese momento seguro que siempre lo ha habido, así que, ¿por qué ya no? Muy sencillo. Miedo.

Bueno, más que miedo, habría que decir, agobios porque parece ser que los hombres de ahora son muy sensibles con el tema del Amor, los sentimientos, las relaciones… y no sé muy bien qué les pasa pero ellos mismos se forman una película en sus cabecitas y debe ser que se les enciende esa lucecita de “echa a correr mientras puedas”. Y aunque nosotras nos rebanemos los sesos pensando que hemos hecho algo, no, no nos equivoquemos, son ellos los que se crean sus propias fantasías, muy probablemente porque o bien no tienen superada su última ruptura, que suele ser muy normal aunque no quieran reconocerlo, o bien que teman perder su libertad e independencia. Así que, hacen como el avestruz, cabeza a tierra, no quiero saber nada y desaparezco. Esto, señores, es de cobardes, porque si no se tienen las cosas claras, si se está agobiado, si no se tiene un buen día… ¿tan difícil es decirlo a la cara? A ver, puede que cueste decirlo, que sepas que a esa persona no le va a gustar lo que le digas pero la callada por respuesta no es la mejor alternativa. Es más, a mí cuando un hombre actúa de esta manera me hace desconfiar porque me planteo que ante otros problemas que puedan surgir, de mayor o menor gravedad, su reacción siempre va a ser la huida en lugar de afrontarlos. Y esto me sorprende y me desconcierta mucho más cuando lo hacen hombres a los que crees que tienen las cosas claras y parecen seguros de sí mismos.

Lo más curioso de todo esto es que justifican su huida cambiando de forma de pensar:”bueno, es que como no tenemos nada en común, para qué vamos a perder el tiempo, “como no quiero hacerle daño voy a dejar enfriar la situación”. Vamos, es buscar una simple excusa para no verse como los malos aunque son conscientes de que no lo están haciendo bien. Otra forma de excusarse es culpándote a ti o involucrarte en el problema. Frases como “yo no te prometí nada”, “hemos ido demasiado rápido”, “me estoy agobiando” suelen ser de las más usadas. A esto tengo que decir que conocer a las personas lleva su tiempo y de un día para otro sólo se ve lo superficial. Tampoco hablamos de promesas porque cuando te interesa alguien y estás cómodo con esa persona, haces las cosas porque sí, no como una obligación y es el tiempo el que va demostrando si algo funciona o no. Lo que pasa es que cuesta asumir ciertos riesgos y a veces esperamos que lo haga el otro. En este caso es el “me alejo para que la otra persona se percate” o “me porto mal con esa persona para que me deje”, algo que, por cierto, me parece penoso pero que lo he oído decir en boca de varios hombres.

Un tema peculiar y que veo que se relaciona, de alguna u otra manera, con estás huidas de los hombres es el Sexo. No sé por qué (y la verdad es que no lo entiendo) pero a veces ocurre algo que les hace cambiar su perspectiva y no te ven de la misma manera como mujer, vamos, que no te desean o dejan de hacerlo. No me refiero a que no les guste como hagas ciertas cosas sino que en el proceso pueden surgir “cosillas” que luego les hagan dudar de ellos mismos. Hablo de eyaculaciones precoces, gatillazos, roturas de preservativos, quedarse dormidos… o simplemente el hecho de saber que en la siguiente cita ocurrirá algo más que cuatro besitos en los labios y puede que no lo tengan del todo claro. Lo primero, muchos de los problemas sexuales son psicológicos, no físicos y segundo, no creo que seamos críos como para no poder tratar estos temas abiertamente, al menos con una persona que estás cogiendo confianza y que puede que ya has visto sin ropa. Quizás no es un tema de conversación para tratar en un bar con unas cervezas en la mesa, pero nosotras también tenemos nuestros propios miedos, tabúes o dificultades en el tema sexual, ¿por qué no se va a poder hablar de ello y comentar las cosas que le gustan o disgustan a uno?

Sea como sea, las mujeres cuando nos encontramos ante este tipo de situaciones pasamos por varias etapas, es el proceso que yo llamo IDI: Indignación, Decepción, Indiferencia. En el momento en el que ves que directamente te ignoran te sientes rechazada por una persona que había logrado tener tu confianza. Ese chico que creías que era simpático, educado, agradable de trato, con el que te sentías a gusto, que sabía cómo sacarte una sonrisa o los colores. Ese chico encantador que te decía lo guapa que estabas y se le notaba ansioso por besarte y que besaba bien. Resulta que es el mismo chico que te retira la palabra, que no da explicaciones y que se siente molesto si se las pides, que se agobia si le insistes y que ya no quiere verte. Te indignan las formas y que ha demostrado que no te ha valorado. Pero realmente te enfadas contigo misma por haber depositado tu confianza en alguien que no la merecía o, al menos, en haber confiado demasiado pronto dejándote llevar por sus palabras bonitas y su cara de niño bueno. Le sigue la decepción, una decepción no sólo como hombre sino como persona y puede que en algún caso como amigo. Una decepción que se generaliza a todos los hombres al darte cuenta de que al final todos acaban teniendo una actitud similar, que conozcas al hombre que conozcas lo más probable es que te acabe decepcionando igual. Y por último llegas a la indiferencia cuando deja de importarte no sólo lo ocurrido sino la persona que te lo hizo porque ¿para qué tener en tu vida a una persona que es capaz de tratarte así?

El problema es que en muchas ocasiones acaban volviendo y no sabes qué hacer. Unos escriben como si nada pasase, otros no tienen muy claro qué decir. Son momentos peligrosos porque aún estás decepcionada y puedes ser como un volcán a punto de explotar pero una nunca puede perder los papeles. Nada de reproches ni pedir explicaciones, te ha escrito ¿no? Deja que hable y saber lo que quiere. Parece que vuelve a interesarse pero cuidado con estas cosas, las segundas oportunidades son como las segundas partes de las películas, nunca fueron buenas (eso dicen). Eso sí, esto no lo sabes hasta que has dado varias segundas oportunidades y ¡oh, sorpresa! te vuelven a hacer lo mismo. Y es que el que lo hace una vez tiene posibilidades de hacerlo otra, y si lo hacen dos... no lo dudes, habrá una tercera, ¿vas a dejar que ocurra?

Imagino que muchos de los hombres que puedan leer esto no estén de acuerdo. Seguro que piensan que ellos nunca lo harían o que nunca lo han hecho, que no son así o que actuarían de otra manera. Tú, sí tú, hombre que me estás leyendo, antes de juzgar mis palabras haz un examen de conciencia y piensa si de verdad estás dispuesto a tener una relación, si de verdad tienes las ideas claras, si de verdad eres capaz de decir las cosas a la cara y no escurrir el bulto. Piensa si eres capaz de dedicar parte de tu tiempo a otra persona sin que ésta te lo pida, sino porque te apetece, si te has sentido agobiado y por qué, si tienes miedos que te cuesta reconocer. Sé sincero contigo mismo y reconoce si has superado del todo tus rupturas anteriores y si han quedado olvidados fantasmas del pasado. Piensa sí sabes asumir tus decisiones y afrontar los errores, si justificas tu conducta para no sentirte mal contigo mismo o si buscas excusas poco creíbles. Y después, me gustaría verte en una situación real y ver si realmente haces lo que piensas que harías.


En fin, no quiero ser pesimista y espero que en algún lugar haya un hombre que de verdad sea valiente como para no sólo reconocer sus errores sino que le importes lo suficiente como para que quiera quedarse de forma permanente en tu vida.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Mentiras de Mujer

Últimamente estoy muy revolucionaria, reivindicativa e indignada con comentarios o artículos que voy encontrando en la red sobre las mujeres. Esta vez toca a las supuestas mentiras que decimos las mujeres y que los hombres no se creen. Lo que me gustaría saber es quién escribe este tipo de cosas y con qué tipo de mujeres ha dado, más que nada porque podría llegar a pensar que es algo misógino o que los comentarios están llenos de rencor y con poca veracidad. Es más, es muy común que cada uno interprete (o malinterprete) lo que quiera de unas palabras o hechos según convenga y en un contexto determinado.  Bueno, desmiguemos punto por punto esas cosas que no se creen los hombres.

Celos: Parece ser que decir "no soy celosa" no es creíble, vamos que si lo dices te van a mirar mal, casi como si tuvieras un luminoso en la cara diciendo "soy peligrosa, no me creas". También se considera que en realidad no nos gusta que nuestro novio tenga amigas o se relacione con ninguna mujer y que no te hace ninguna gracia que se vaya de fiesta con los amigos. Vaya, volvemos a ver como una y otra vez la mujer se iguala a una cárcel. Pues bien, dudo mucho que a un hombre le haga gracia que salgas muy habitualmente con tus amigas, de las cuales una de ellas es la más ligona del grupo y la que siempre lia a sus amigas con alguno. Tampoco creo que le guste mucho que te pongas escotazos y minifaldas si vas a irte de fiesta y él no va a estar presente y, por supuesto, llegar a las 6 de la mañana y bastante contentilla no va a hacer que te espere con los brazos abiertos y con el desayuno preparado. Partiendo de esta base, los celos no son buenos ni pueden considerarse como una muestra de amor, sino que demuestran inseguridad y falta de confianza. Eso sí, la confianza es algo que se gana con el tiempo y, sinceramente, un chico que coquetea con todas lo va a hacer siempre y evidentemente, no sólo va a provocar celos sino que es lo que va buscando.

Controlamos todos los planes: Debe ser que somos unas egocéntricas porque sólo queremos hacer planes que nos gusten a nosotras sin que ellos puedan intervenir. ¿En serio? Si realmente me importa la persona con la que estoy, quiero hacer cosas en las que estemos cómodos los dos, que nos diviertan y podamos compartir, incluso actividades que le gusten más a él que a mi. Lo que no es bueno es entrar en la monotonía y hacer siempre lo mismo o, simplemente, no hacer nada. Hay hombres que se apalancan al sofá y les da pereza salir de casa aunque sólo sea para dar un paseo y eso no nos gusta. Así que cuando preguntamos ¿qué te apetece hacer? es para motivar al otro, saber sus gustos, lo que opina, hacer cosas nuevas... vamos, nada que ver con esa actitud marimandona en la que nos encasillan.

La nada: ¿Somos las únicas que utilizamos la palabra NADA? Los hombres recurren a su "caja de la nada" continuamente. Olvídate de saber lo que está pensando, su respuesta siempre será "En Nada". Puede que le veas serio y pienses que ha tenido un mal día, pero cuando le preguntas, te contesta que no le pasa nada y no le insistas, no te va a contestar. Si le llamas y le preguntas por lo que está haciendo, te podrá decir que nada y no sabrás cómo seguir la conversación. Y si me enfado y no te contesto pero ves que tengo cara de cabreo, evidentemente lo que espero es que sepas el motivo de lo que has hecho y no tener que explicarlo, mas que nada porque somos pareja y como tal deberías conocerme suficiente para saber qué me gusta y qué no.

Es tu decisión: El "Haz lo que quieras" o el "Tu mismo" lo decimos cuando la discusión ha llegado a un punto muerto o cuando te das cuenta de que no vale la pena seguir si no te está entendiendo ni te va a entender. Digamos que podría traducirse también por "estoy cansada de estas tonterías porque sé que no me vas a hacer caso y me vas a cabrear mucho más". También puede pasar que tu pareja sea muy cabezota y no te quede más remedio que soltar esa amenaza que, aunque no les gusta nada, ni les intimida ni a la que hacen caso. Eso sí, ¿adivináis quien se va a ir a la cama sin fiesta o a dormir en el sofá?

Las mujeres bellas: Evidentemente sabemos qué chicas son guapas y cuales son más imponentes que tú, también sabemos los gustos de nuestra pareja y somos conscientes de que se le irán los ojos detrás de una chica con un escote impresionante (bueno, ¡si es que se me van hasta a mi de envidia!). ¿Que tenga amigas atractivas? Realmente siempre va a haber una rivalidad entre mujeres pero no hasta el punto de querer que no se acerquen a él, aunque me gustaría saber qué es lo que piensan ellos cuando resulta que quedas con tus propios amigos y hablas de uno en concreto más de lo normal y que justamente sea un chico que va al gimnasio, es inteligente y, lo más peligroso, soltero y con ganas de marcha. Y otra cosa, a nosotras también se nos van los ojos detrás de chicos más sexys, atractivos e imponentes que nuestras parejas, ¿eso quiere decir que también ellos piensan en las mil maneras de que no se acerquen a nosotras?

Cuestión de tamaño: Y dale... ¡cómo no...el temita del tamaño! Pues ¿sabéis? Eso es una cosa que os acompleja más a vosotros y son los hombres los que más importancia dan al tamaño de su miembro y perdonad que os diga pero estáis muy equivocados al pensar que lo que importa es "vuestro" tamaño. Pues no, lo que importa es el tamaño que "nosotras" podemos admitir, es decir, la capacidad. De nada sirve tener un BOING 747 si el hangar para meterlo es para una avioneta o que te encuentres con un Biplano cuando tu puedes admitir mucho más. ¿Los pechos importan? Claro que sí, pero ahora los sujetadores están tan avanzados que puedes tener dos tallas más sin problemas o mejorar la forma y visión con sujetadores de diferentes modelos. Y si no, siempre queda el bisturí aunque a mi, de momento no me convence.

Usando la tecnología: Una cosa que siempre me ha molestado y que ahora es muy común, es que mientras alguien está contigo esté usando el móvil y más si es tu pareja. En esos momentos te intriga con quien estará chateando porque si le interesa más la conversación de móvil que estar contigo será porque esa otra persona es mucho más importante para él. Pero igual que a mi no me haría gracia que me cotillease mi móvil, yo tampoco lo hago, aunque ambos lo pensemos alguna vez. ¿Acaso creéis que no se da cuenta que sonríes a la pantalla del teléfono cuando escribes? Seguramente es por un cotilleo que te está contando tu amiga pero él también pensará mal, no lo dudes.

Un gran tabú, la masturbación femenina: Por desgracia, la masturbación femenina aún es un tema "oscuro". Llevamos a rastras años y años de ocultación y de despojarnos de la oportunidad del placer porque el placer sólo estaba permitido a los hombres. Es cierto que la mentalidad cada vez es más abierta en estos temas pero no deja de ser algo demasiado intimo como para ser del todo sincera. Ojala las cosas cambien y el "amor propio" tanto masculino como femenino sea visto como algo natural y normal.

No quiero que me mantengan: Bueno, de momento no soy famosa, no soy modelo ni actriz y los chicos que conozco no son futbolistas, ni cantantes ni actores. A mi me toca vivir en el mundo real no en el de las revistas del corazón, un mundo en el que tengo que levantarme a trabajar, aguantar las tensiones de la oficina, ir a la compra, cocinar, hacer la casa... y desear que llegue el fin de semana para tumbarme en el sofá o salir con mis amigas. Y los hombres con los que me relaciono no tienen unos sueldazos, sino que cobran lo justo para pagarse sus gastos como todos tenemos que hacer. ¿Qué me gustaría que me tocase la Loteria o tener un novio como Brad Pitt? Pues mira, sí, porque de sueños también se vive aunque nunca se vayan a cumplir. Y que pasa, ¿qué los hombres no fantasean con conocer a una Angelina Jolie o Scarlett Johanson? Además, que no me digan a mi que no hay hombres que les gusta ser mantenidos, porque de esos hay tanto en el famoseo como en la vida real.

¿La primera vez?: A ver, a quien haya escrito esto... ¿con quién has dado, con una quinceañera? Por tus palabras creo que el problema lo debes de tener tú (y muy grande, además)  porque telita con el tipo de mujer que te gusta o, como dices, puede que peques de ser demasiado ingenuo. Sinceramente, no he recurrido a eso de "nunca había sentido algo así por alguien", primero porque no tengo que dar explicaciones de mi pasado y segundo, hay palabras mas cortas e incluso hechos que demuestran lo que de verdad sientes por esa persona. Además, a estas alturas de la vida y con experiencia a nuestras espaldas, la mayoría ya hemos pasado por amores imposibles, decepciones amorosas y relaciones sexuales. Por cierto, sobre todo en lo último yo ya los quiero que vengan enseñados y con la lección bien aprendida de lo que tienen que hacer. Así que, si se ha pasado ya la barrera de los 30 años, creo que esa frase no sólo está obsoleta sino que es de todo menos bonita y está fuera de lugar.

Dos caras: Vaya, así que de chicas encantadoras pasamos a seres perversos en unos meses. ¿me puedes especificar cuantos? Ni todos somos buenos buenísimos ni malos malísimos y como es normal cada uno tiene su genio que puede manifestarse de muchas formas (mal humor, gritos, silencio...). A ver si es que ahora resulta que los hombres nunca se enfadan ni sacan al ogro que llevan dentro para luego volver a su estado  natural. En ese caso, todos seriamos seres abominables, intratables y horrorosos ¿no?

Chica fácil: ¿Qué catalogas como "chica fácil? En este punto volvemos a tener esa visión negativa de una mujer que tiene sexo sin tapujos. Nuestro concepto de "chica fácil" dista mucho del que pueda tener un hombre y es que una puede tener sexo habitualmente pero la cuestión mas importante es el cómo lo consigue y, sobre todo, ni TODO vale ni TODOS valen. Es decir, no vas a llevarme al huerto cuando a ti te apetezca sino cuando yo también quiera y no me van a valer palabritas bonitas que se lleva el viento. Y tú, ¿eres un "chico fácil"?

Para ser sincera, creo que quien haya escrito esto ha tenido una reciente decepción y tiene un concepto bastante pésimo de la mujer, algo que no es ni normal ni sano. Muchas veces caemos en la generalización, bien por resentimientos o por experiencias pasadas, pero hay que ser conscientes de que las cosas siempre tienen una doble lectura y que podemos estar dando una interpretación equivocada. Un consejo, no hay mujer ni hombre perfectos pero si uno los mira bien sabrá sacar de ellos lo bueno y aceptar sus defectos porque ante todo, somos humanos.

Dejo el link del artículo del que hablo para que podáis juzgar por vosotros mismos:

sábado, 8 de noviembre de 2014

Sofa VS Cita

El próximo fin de semana tengo una cita y no sé qué ponerme. Es un chico que he conocido por internet, hablamos mucho y hace unos días me propuso quedar para conocernos y no lo dudé. La verdad es que estoy algo nerviosa pero sobre todo intrigada por cómo será en persona porque, aunque nos hemos visto por foto, realmente no puedo saber si será simpático, hablador, tímido… hasta que  nos conozcamos. Al menos es de los que sí tienen interés en tener una cita porque, por lo visto, hay hombres que prefieren un fin de semana de sofá, manta y película que quedar con una mujer, al menos eso es lo que aseguran en la revista masculina GQ. En uno de sus artículos, afirman (y están de acuerdo…claro) que el hombre del siglo XXI de unos 30 años de edad (vamos, entre los 30-40 diría yo) prefiere quedarse un viernes en casita, con su mando a distancia, su pijama de hace 15 años con agujeros, sus zapatillas de andar por casa viendo la televisión que acicalarse para una cita, es más, en su titular apostillan que el sofá y la película es mucho mejor que acostarse con alguien. Después de leer el artículo me quedo con cara de sorpresa y me pregunto… ¿esto va en serio? Ummm, no estamos en el día de los Santos Inocentes ¿no? O yo vivo en otro mundo o tengo la sensación de que los hombres han perdido fuelle, motivación y ganas. De acuerdo que en la época de nuestros padres y abuelos las cosas eran muy distintas, el concepto de la mujer era bastante sencillo (ama de casa y se acabó) y se aguantaba todo, quizás demasiado. No voy a entrar en el debate de las diferencias socio culturales de dos épocas, sólo puedo asegurar que los hombres de antaño tenían mucha más hombría de la que hoy en día muestran las nuevas generaciones. Y siguiendo con el tema de artículo, desmenuzaré punto por punto todo aquello que dicen que es tan fabuloso.

Comodidad: Según parece, el pijama gana a todo lo que pueda suceder porque todo se puede hacer en pijama mientras que arreglarse para una cita exige ponerse los llamados “calzoncillos de triunfar”. Pues bien, para nosotras tampoco es cómodo llevar tacones para que el culo nos haga más respingón, llevar un vestido lo suficientemente aparente para llamar su atención o pasarme más de una hora peinándome y maquillándome para estar atractiva. Hacemos esto por dos cosas: 1) porque si nos ponemos guapas nos sentiremos guapas y 2) porque queremos gustar y una imagen vale más que mil palabras. Evidentemente, también hay que mencionar que depilarse es un rollo, un hombre puede que se afeite a diario pero nosotras nos depilamos prácticamente enteras y ¿sabes? Eso no es cómodo precisamente. Hacerse las cejas tampoco y mucho menos usar “lencería de triunfar”, es decir, tangas y sujetadores de lazos y encajes que serán preciosos a la vista pero pican o molestan. ¡Ah! Llevar un hilito de tela que separa mis dos nalgas… pues no es lo que yo consideraría como el sumun de la comodidad ¿eh? Porque a mí también me gustaría poder llevar unas bragas de color carne o estar con mi pijama de ositos, con una coleta mal hecha y despeinada y con la cara lavada.

Tiempo: Supuestamente se gasta mucho tiempo y esfuerzo hasta llegar al objetivo de tener sexo, ya que se tienen expectativas muy altas, mientras que con la mantita y peli el tiempo invertido es escaso. Queridos amigos, ¿nunca habéis pensado que has perdido dos horas de vida en una película mala? Pues igual que una cita te puede salir rana, una película puede generar unas altas expectativas y luego ser el mayor bodrio de la historia. Además, si tu tiempo vale, el mío también, y probablemente en mi casa, mientras intento no enfundarme en unas medias sin que se rompan, yo también esté perdiendo el tiempo si es que me parece insulso, aburrido o baboso. Y por supuesto, si en la cama no se porta como debería, no cumple, me deja a medias o no da la talla, también estaré perdiendo el tiempo porque entonces, ¿para qué me he depilado y puesto mi tanga maravilloso si se pone a roncar a los 5 minutos?

Ahorro: Salir supone un gasto se mire por donde se mire, salgas con amigos, con tu familia o para una cita. Antaño se llevaba eso de invitar a la chica, algo que ahora está cada vez más en desuso, pero pague quien pague a mí también me supone un gasto: gasto perfume, gasto maquillaje, gasto los zapatos para ocasiones especiales, gasto tiempo (ya lo hemos mencionado) y gasto dinero, no sólo por desplazarme sino por las cosas que tengo que comprar o reponer cuando se gasten.

Nervios: A nosotras también nos entran los nervios. No engolamos la voz, como dice el artículo, pero no dejamos de pensar en la reacción que tendrá al vernos, los temas de conversación a tratar, no meter la pata, si caeremos bien o si le gustaremos. Según el artículo, una película aleja de la mundanidad y del aburrimiento. Vaya, no sabía yo que conocer a personas de sexo opuesto era algo mundano en las que las conversaciones sean artificiales y se consideren conversaciones de ascensor. Tampoco sabía que se pudiera catalogar aburrido conocer a alguien y no es que sea aburrido, es que la persona puede que no esté en sintonía con nosotros. He tenido citas en las que no he estado a gusto, una de ellas porque no hablaba nada y se producían silencios embarazosos, otra porque se hacía el gracioso hasta el punto de quedar ridículo y alguna otra porque sólo hablaba de sí mismo. Y todo eso sólo se ve in situ, no quedándome en casita por miedo a aburrirme. Cuando conoces a alguien y sientes que todo va fluido, lo que siempre se conoce como “hay química”, no hay lugar al aburrimiento, es más, se te pasan las horas volando sin darte cuenta e incluso te aguantas las ganas de ir al baño por no cortar la conversación. Así que, si no estás a gusto en la cita, no es por culpa de la otra persona, simplemente no conectáis y sólo lo descubrirás si tienes esa cita. ¡Ah! Un inciso, ya que hemos hablado antes de expectativas y sexo, hay veces que el sexo puede ser aburrido con un hombre que se cree que es un fiera en la cama o que lo está haciendo estupendamente, mientras que miras el reloj cuando no se da cuenta o finges un orgasmo para que se quite de encima.

Día D: Por lo visto, el artículo nos hace creer que un hombre después de la primera noche se plantea aspectos tan vitales como hacía dónde irá esto, si tiene que volver a llamar, que no está preparado para una relación… y la mejor frase que pongo literal “¡Pensé que me quedaba una semana de vida!”. Por partes. ¿Crees que por tener sexo una noche eso te convierte en alguien especial? No cielo, te equivocas. Hoy en día aún hay mujeres que ven el sexo como algo muy intimo, como algo que supone una unión, sin embargo, gracias a la liberación sexual de la mujer, para nosotras una noche loca es eso, una noche loca. Puede que te apetezca repetir pero eso no implica que nos queramos casar con nuestro amante o que ya consideremos que somos pareja, porque para eso, hace falta mucho más que unas horas retozando. De lo que aún no he salido del shock es lo de la “semana de vida”, ¿de verdad se tiene ese pensamiento de que una relación es una cárcel? Pues si un hombre va con esa mentalidad, va de pena, porque una relación no tiene que verse como algo que suponga una obligación o una pérdida de libertad, una relación se escoge libremente y se mantiene porque uno lo quiere y lo sano es poder mantener una vida independiente además de la conjunta con la pareja. Por tanto, avivar esa mentalidad de mujer=cárcel lo único que genera es perpetuar un concepto negativo que no debería de existir.


De todo lo dicho parece que estoy en contra del plan “sofá+manta+peli” y ni mucho menos. Lo cierto es que es un buen plan sobre todo en esos días fríos y lluviosos de invierno y si además tienes compañía, mejor que mejor. En lo que no coincido es en la comparación SOFÁ VS CITAS, si todos nos decantásemos por lo primero la vida sería un poco insulta y aburrida y casi pareceríamos ermitaños en lugar de seres sociables. En fin, yo estaré pensando durante estos días qué haremos, donde me llevará y si saldrá bien la primera cita…¡qué nervios!

domingo, 19 de octubre de 2014

Necesito espacio. Necesito tiempo

Tener tiempo para uno mismo es fundamental, poder estar solo para pensar, leer con tranquilidad, correr, relajarse... es nuestro espacio vital y a veces sentimos que nos están invadiendo ese espacio o, simplemente, una situación nos tensiona tanto que necesitamos aislarnos de los demás. En estos momentos siempre aparece la frase "necesito espacio" o "necesito tiempo" que, aunque tienen ciertas similitudes, pueden tener un significado diferente según el contexto.

Quien dice esas palabras se encuentra saturado por las circunstancias del momento o por una situación concreta: casa, familia, trabajo, salud, pareja, pérdida de un ser querido, dinero... Surgen los agobios y el apoyo de familia y amigos en lugar de hacerte bien, te provocan todo lo contrario, estás de mal humor y te dan arrebatos con las personas que menos se lo merecen. Esto sucede bastante en las parejas, cuando uno de los dos entra en ese estado y empieza a aislarse. ¿Qué ocurre? Pues que la otra parte se preocupa, como es lógico, y pregunta pero las preguntas llevan a un mayor aislamiento y, por tanto, a una mayor preocupación. A mí me ha sucedido en alguna de mis relaciones y llega un punto en el que piensas que es por ti y haces conjeturas sin sentido. Lo más probable es que no tengas nada que ver, pero como no lo sabes y no te lo cuenta te pones en lo peor y un día te dice "necesito espacio" o "necesito tiempo para pensar". A ver, a ver... alto ahí... ¿Espacio? ¿Acaso te estoy molestando? ¿Pensar? Pensar en qué... En que no soy la mejor alternativa, que quieres tomarte un tiempo de "descanso" para hacer lo que te apetezca, desmelarte y vivir una segunda juventud de fiesta y ligoteo.

Aquí es donde se aprecian distintos matices. Un "necesito espacio" es eso, "falta de espacio", es decir, estoy bien contigo pero me siento invadido en ese pequeño hueco personal. Cuando te piden "un tiempo" es que el otro no tiene las cosas claras y, precisamente no suele ser para bien, ya que, si realmente quiere estar contigo, no dudaría y la duda es lo que deja claro que es un "No". ¿Cómo tomarse esto? Pues mal, te lo tomas muy mal porque para ti es un ataque en toda regla, lo llevas al plano personal y emocional y las reacciones pueden ser muy diversas. De ataques de rabia a quedarte paralizada, de recriminaciones y rencores a no saber qué decir y, aunque no lo parezca, muchas veces son estas reacciones las que pueden hacer cambiar las cosas o precipitar el punto y final.

¿Qué hacer si te lo dicen? En cuanto al espacio, dárselo. Deja que viva su vida a su gusto, que decida por sí mismo, que se sienta libre. No hagas como mi amiga Raquel, su chico le pidió espacio y al final ella le saturaba a mensajes de ¿Estás mejor? ¿Nos vemos aunque sea un rato? ¿Necesitas algo? Evidentemente, lo dejaron. Así que, si te piden espacio, déjale tranquilo, no es que desaparezcáis el uno de la vida del otro, simplemente, sin agobios. Si te eligió como pareja, deja que te vuelva a elegir porque realmente lo desea no porque se sienta obligado, si le interesas no querrá perderte y poco a poco deseará estar más contigo. Puede que esté en un mal momento o que tenga muchas cosas en la cabeza y por eso necesite su espacio, pero si quiere estar contigo, te lo demostrará. Como mujer, he de decir que no es nada fácil ser paciente y aceptar su petición. Primero porque ya das por perdido todo y en un intento de arreglar las cosas, intentas demostrar que mereces la pena (generalmente agobiándole) y provocas lo contrario, lejanía. Tú no tienes que demostrarle nada, él ya lo ha tenido que ver. Segundo porque le quieres y no quieres perderle, el mero hecho de ver que se aleja te da la inseguridad de que pueda encontrar a otra y le pierdas del todo. Tercero, porque te preocupas por él y si él se siente mal a ti también te afecta. Intentas consolarle, ayudarle, te ofreces para escucharle pero una cosa que nos diferencia a hombres y mujeres es que ellos se guardan mucho las emociones y hablar sobre ello les incomoda, puede que eso les haga sentir débiles o inseguros, quien sabe, pero cuanto más le incites a hablar, más se refugiará en él mismo. Si en alguna ocasión quiere hablar, lo hará por sí solo. Y cuarto, porque solemos ser muy impacientes y queremos resolver las cosas ya para no dilatarlas en el tiempo. Y en esto también nos diferenciamos de ellos, porque nosotras hasta que no lo aclaramos no queda zanjado el tema y "rumiamos" el problema día sí y día también, sin embargo para ellos el tiempo les hace que se vayan olvidando del problema y no le dan más importancia, es decir, desconectan.

En el "necesito tiempo", las cosas se hacen más difíciles todavía. Como he dicho, pedir tiempo es porque hay algún tipo de duda, motivada por cualquier cosa, pero duda al fin y al cabo. Cuando amas, no dudas, lo sientes, hay algo que te dice que es un "sí" muy claro. Es justo cuando no amas cuando surgen esas dudas, bien por miedos, bien porque no ves que sea el momento adecuado para tomar esa decisión. Pedir o que te pidan tiempo es un alejamiento permanente, sólo que se camufla para intentar hacer menos daño al otro o para que no suene tan tajante. "Seguiremos en contacto", "iré de vez en cuando a verte", "quizás cuando las cosas cambien..." Frases esperanzadoras que no llevan a ningún sitio, es más, nos confunden y hacen que el otro mantenga una pequeña ilusión de que va a ser así. Si pedimos tiempo, seamos honestos con nosotros mismos y con el otro, no engañemos ni pintemos de color de rosa algo que se ha vuelto gris. Es complicado hablar claramente pero al menos no hay medias tintas ni cosas sin decir. Si te piden tiempo, no inventes fantasías ni te esfuerces por cambiar de opinión al otro, la decisión está tomada y de poco vale que esperes, hay que ser realistas y dejar que sea el tiempo el que haga el resto.


Tanto si das como si pides espacio/tiempo, piensa un poco en el otro, no pienses que tú eres el centro del universo y que te sientes agobiado o mal por lo sucedido. Seguramente la otra persona no lo vaya a pasar bien y aunque es complicado a veces tener empatía, sobre todo cuando nos toca a nosotros de lleno, al menos tener un poco de tacto y comprensión, no soltar las cosas a bocajarro ni estar todo el día reprochando, e intentar ser justos y no culpabilizar al otro de todo lo ocurrido porque estas cosas siempre son de dos. 

jueves, 2 de octubre de 2014

Hombres Transición

Nunca he creído en eso de "un clavo saca a otro clavo", es más, para comenzar algo nuevo hay que haber cerrado los periodos pasados, pero sí creo que la atención o el cariño de otra persona puede ser beneficioso para superar una ruptura. Después de una ruptura lo pasas mal, sea quien sea el que haya tomado la decisión. Es un periodo de inapetencia y frustraciones, te descuidas (no te arreglas tanto como antes ni sales tanto como antes), pierdes el apetito o la ansiedad te provoca comer en exceso o, simplemente, pierdes la ilusión. Pero un día como otro cualquiera, cuando menos te lo esperas, conoces a una persona que te saca de ese estado de malestar para pasar a otro de mayor confort. Es lo que yo llamo "Hombres Transición".

El Hombre Transición aparece de forma espontánea en cualquier momento y te aporta tres cosas importantes: Autoestima, ilusión y tranquilidad. Cuando conoces a alguien, ni tú misma crees que sea el momento adecuado pero sus atenciones te agradan y te sientes más mujer. Te dice que estás guapa hasta sin maquillar y empiezas a arreglarte para que te vea más atractiva. Le gusta estar en tu compañía, te hace reír y mientras estás con él, no piensas en otra cosa, sólo disfrutas del momento. De estar varias horas hablando en el coche se pasa sin saber cómo a la complicidad de las caricias y los besos, sin planificarlo, sino que llega por sí sólo. No estás enamorada de él (aún) pero sí te atrae, te gusta su compañía y te motiva a sonreír por las mañanas cuando te escribe un "buenos días preciosa" o te llama a lo largo del día. Estas simples palabras te llenan de un "algo" especial por dentro que te hacen sentir estupenda e ilusionada, y en lugar de pasarte las noches con el pañuelo en una mano, la tarrina de helado en otra y viendo películas románticas al estilo "Bridget Jones", estás pensando en la próxima cita y deseando que te escriba de nuevo. Es un soplo de aire  fresco en tu vida.

Lo que ocurre es que una relación con un "Hombre Transición" es corta, de unos tres o cinco meses aproximadamente (en esta categoría no se incluyen los ligues de una o dos noches). No es que él desaparezca o tu no hayas superado tu pena, sino que se va enfriando poco a poco y de forma natural, él sigue manteniendo su ritmo de vida y tú vuelves a hacer la tuya gracias a que él te ha dado esa vitalidad que te faltaba, ya no "necesitas" a alguien para sentirte bien contigo misma. Realmente, no se termina nada porque nunca empezó, sólo se va disipando en el tiempo. Por esto mismo, se puede tener más de un "Hombre Transición", y nuevamente aparecen de forma casual sin buscarlos aunque, sí es cierto que una vez que das el paso con uno, es más fácil aventurarse a conocer a otro y a buscarlo premeditadamente. También he de decir, que a veces te llevas pequeños chascos con este tipo de hombres, lo que hace que retrocedas un poco en tu proceso de mejora. Y puede que no haya sido malintencionado, pero por alguna razón algo que dijo o hizo no te agradó, aunque suele ser al contrario, cosas que no dicen o no hacen lo que acaba por desmotivarte, aspecto que influye en que te distancies y se enfríe antes lo que tenéis. Un aspecto a destacar es que un "Hombre Transición" no es una pareja como tal y, por tanto, ni él te debe explicaciones ni tú a él. Tampoco son lógicos los reproches, las dudas, los celos o las malas contestaciones. El objetivo es disfrutar de las cosas buenas que te están ocurriendo en ese momento, sacar partido de las experiencias agradables y de haber encontrado en tu camino a alguien con quien compartirlas, pase lo que pase y dure lo que dure (algo que también tendríamos que hacer con la pareja, la verdad).

Pero, como todo en la vida, ni todo es negro ni todo es blanco y existen las excepciones: Puedes enamorarte de ese "Hombre Transición", puede ser duradero (si te enamoras es lo que deseas) y no querrás conocer a ninguno más. Yo me he sentido cada vez más y más vinculada emocionalmente a algún "hombre transición" que he tenido, es más... me está ¡¡ocurriendo ahora!! (shhh... no sea que se entere). Realmente no es que vayas pensando "no me voy a enamorar de él" o "me estoy enamorando", simplemente sucede, sin saber muy bien cómo, un día abres los ojos y descubres que sientes algo más profundo, algo que aún no llega a ser Amor pero va por el mismo camino hasta que le alcanza. Ya no es que te ilusiones, sino que te apetece estar con él y, en cierta manera, anhelas ese cariño que te ha ido aportando. Te das cuenta de lo que te ocurre cuando notas que piensas más en él de lo normal o te entristece si por alguna razón te cancela un plan o habla menos contigo unos días y sabes que no puedes reprocharle nada. El mero hecho de que influya en ti ciertos actos o actitudes suyas, implica que te está moviendo por dentro y es en este momento cuando surgen nuestros mayores enemigos: Los miedos.

Sí, empezamos a tener miedos, miedos que nos hacen dudar y nos meten malos pensamientos en la cabeza. El primer miedo, y uno de los importantes, es "Miedo a Sentir". Surge, principalmente, porque aún está reciente en la memoria (y en el corazón) la última experiencia y creemos que si arriesgamos puede que salgamos otra vez "tocados y hundidos". También se nos pasa por la cabeza que aún es demasiado pronto para adentrarnos en una nueva relación, pronto para conocer a otra persona y aceptarla tal como es, con sus virtudes y defectos, pronto para volver a pensar por dos en lugar de por uno mismo. En resumen, pronto para compartir tu vida con otro. Esto lleva al "Miedo al Dolor". Queremos evitar pasarlo mal, no queremos agobiarnos con pensamientos negativos que merman nuestras energías y nos hacen flaquear. El sufrimiento nos hace inseguros y nos ciega, provocando que tomemos decisiones precipitadas o que actuemos de una forma que luego nos arrepentimos. Todo ello está influenciado por el "Miedo al Error". ¿Y si me equivoco? ¿Y si no sale bien? ¿Y si me arrepiento? Para no caer en la misma piedra preferimos no andar antes que intentar superar el obstáculo porque además del "Miedo a Perder", tenemos "Miedo a Ganar". Cuando las cosas van bien, da la sensación de que es demasiado bonito para ser cierto, que es sólo una quimera, y la sensación de ganar nos puede por si no se cumplen las expectativas, entran las dudas de si seremos capaces de afrontar esa nueva etapa o que creamos que el proyecto común es demasiado grande para nosotros. Sea el miedo que sea el que nos invade, por su culpa podemos dar al traste, de forma inconsciente, con algo que podría haber funcionado, así que, ojito con estos miedos.

En fin, si tienes un "Hombre Transición" en tu vida disfruta de los agradables momentos que pases con él, dure lo que dure, será una experiencia positiva para ti y, quien sabe, puede que quieras pasar muchos más momentos con él. Yo aún no sé qué pasará con el mío, ¿se habrá enfriado?¿Volveré a verle? El tiempo lo dirá.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Cambiando el chip

No sé cuándo ni por qué, pero he cambiado el chip con el tema de los hombres, ¿les pasará a todas las mujeres o sólo a mi? Yo creo que nos pasa a todas, pero para eso, tenemos que haber pasado malos ratos con este tema y, sobre todo, haber hecho un examen de conciencia para saber qué es lo que no nos conviene.

En la adolescencia empezamos a sentir emociones y sentimientos hasta ese momento desconocidos. Nos gusta un chico y nos llama la atención por diferentes cosas, puede ser el callado de la clase que se sienta en la última fila, el que va con los pantalones caídos, el guaperas o el listo de la clase. Valoras cosas en el sexo opuesto que van a marcar tu selección de parejas en el futuro y así se entiende porque siempre acabas saliendo con el mismo tipo de hombre, algo que no tiene nada que ver con la cuestión física sino más bien de personalidad. ¿Qué me pasó a mi? Pues que me fijaba en los imposibles y pensaba que dando el 100 por 100 desde el primer momento era lo mejor para que se quedasen. Así que me acababan atrayendo hombres con vidas complicadas o que no lo ponían fácil para mantener una relación sana. Y esto, amigas, es un ¡gran error! ¡La de chascos que me he llevado por no darme cuenta antes!

Os preguntaréis que en qué ha cambiado mi forma de pensar... pues que ahora me fijo en hombres totalmente distintos a los que antes me fijaba, hombres que en aquel momento no tenían ese "algo" que me atraía. Pensaréis que es el topicazo, la frase de "me gustan cariñosos, románticos, simpáticos...", pero no, me refiero a los detalles, esas pequeñas cosas que se perciben y que te demuestran que interesas al otro, que le motivas y que siempre está ahí. No vamos a ser cínicos y pensar que el físico no importa, evidentemente la imagen es lo primero que vemos, tiene que haber algo que nos impacte y no a todos nos gustan las mismas cosas (¡por suerte!). A unos serán los ojos, a otros el pelo, a unos les gustarán con curvas, a otros delgadas. Tengo amigas que les gustan con tripita y a otras les motivan los calvitos o incluso con pelo en el pecho, en la variedad está el gusto. Pasado este primer "flechazo" viene lo importante, conocer al otro, y justo es aquí donde nos equivocamos. Nos equivocamos porque ofrecemos sexo a cambio de cariño, nos equivocamos porque primero damos preferencia al sexo y luego a conocer al otro y el gran error que cometemos es dejar de ser nosotros mismos. En lugar de buscar a alguien que te complemente y con quien aumentar la felicidad, buscamos la idea idílica de "la pareja perfecta" y nos obsesionamos en el hecho de querer tener pareja porque es lo que tiene que ser y, sobre todo, por miedo a quedarnos solos. En las mujeres es muy común el tener como meta casarse y tener hijos, es el fin último al que toda mujer debe llegar porque si no parece que vas a ser la típica solterona amargada. ¡Ay! ¡Cuánto daño han hecho los cuentos de hadas y las películas de Walt Disney! Qué nos vendían un "y fueron felices y comieron perdices" pero no contaban lo demás.

Y... ¿cómo se cambia el chip? Con el tiempo. Las experiencias te van marcando y modelando y ayudan a aprender de los errores, bueno, a veces necesitamos cometerlos muchas veces para aprender de ellos, ¿por qué nos gustará tanto reiterar en lo mismo si sabemos que es malo? En fin, que lo vivido te hace ir cambiando la forma de ver las cosas. Pero lo más importante es aprender a conocerse a uno mismo, que tontería ¿eh? Creemos que nos conocemos pero nos equivocamos, ¿por qué decimos que nunca más estaremos con un hombre de tal forma y acabamos con uno igual o peor? En definitiva, hay que hacer un autoanálisis en el que poner en claro qué buscas en una pareja, qué aspectos buscas en un hombre y cuáles no te gustan, valores importantes para ti... y todo ello compararlo con los hombres de tu pasado y, si tienes uno en el presente, ir indicando aquellas cosas que te aporta esa persona y si coinciden con lo que para ti es importante para tener una buena relación de pareja.

Pues sí, gracias a un libro que leí sobre este tema (Hombres Tóxicos. Autora:  Lillan Grass) que, por cierto, recomiendo encarecidamente su lectura (también había que escribir sobre Mujeres Tóxicas, que las hay), me puse con papel y bolígrafo a analizarme y ver esos puntos flacos que me hacían fallar una y otra vez. Y ¡oh, sorpresa! lo vi con una claridad que asustaba, tantos años quejándome de que si este chico es tal o cual o guardando rencor a un ex por no sé qué y...¡resulta que era yo la que tenía el problema! Y sí, era yo porque era incoherente conmigo misma, decía que me importaban unas cosas pero luego ¡buscaba otras! Y eso me llevaba a no estar satisfecha, exigir más y, evidentemente, no sentirme feliz. Vamos, que me empeñaba en no ser feliz y ¡la felicidad estaba en mis manos! Sí, nos empeñamos en no ver la realidad, la pintamos y nos hacemos los ciegos porque sabemos que no nos va a gustar. Un chico es celoso desde el primer momento que le conoces otra cosa es que no se quiera ver, para eso, simplemente es fijarse y huir antes de que sea tarde. Con los chicos buenos sucede lo mismo, hay un algo que les hace distintos y es con ellos con los que vamos de duras o bien les colocamos en la Zona Amigos. A ver, si dices que quieres un chico romántico y que te escuche ¿por qué metes en el saco de amigos a un chico que justo tiene eso? ¿Acaso sólo los amigos pueden ser buenos, románticos y que sepan escuchar? ¿Somos tan cabezotas que pensamos que como no existe un hombre así, si descubrimos en un hombre esas características, le ignoramos porque creemos que no es de verdad? ¡Por favor! Hay que abrir los ojos y aprender a mirar.


Pero... esto no es infalible. No es un método que te vaya a ayudar a encontrar el Santo Grial del Amor, no. Es algo que te va a servir para reflexionar, valorar, conocerte, aprender, rectificar y, finalmente, para cambiar el chip sobre los hombres. ¿Y si te vuelves a equivocar con alguien porque pensabas que era de una forma y no lo es? No pasa nada, te llevarás un poco de decepción pero seguro que irás mejorando en la selección que haces de hombres que encajen contigo. Paciencia y a intentarlo porque el Amor te está esperando.

jueves, 28 de agosto de 2014

FRIEND ZONE: Te quiero como amigo

Supongo que todos conocéis la perversa zona amigos o friend zone. ¿Definición? Ese lugar donde nunca quisiste entrar, al que accediste sin darte cuenta y del que pocas veces (ninguna, diría yo) eres capaz de salir. La "Zona Amigos" tiene nombre de atracción de feria ¿no os parece? Yo me la imagino con una entrada muy bonita y un letrero luminoso muy llamativo resaltando la palabra "Amigos", con letras en mayúsculas muy visibles para que no se te olvide nunca donde te encuentras. Te subes al cochecito de la atracción pensando que va a ser muy tranquilo todo pero te equivocas. Por dentro la cosa cambia y nada más empezar te encuentras en una montaña rusa con una bajada muy pronunciada y una subida tormentosa y lo peor de todo a oscuras y con voces de fondo que se meten en tu cabeza gritándote "¡salta, salta!", "¡no sigas, es una locura!", "¡Sigue! Tu puedes", "Ten paciencia, lo conseguirás". Y aunque está forma de dibujarlo parece sacada de un libro de Stephen King, la realidad supera con creces a la ficción.

A mi me gustaría saber cómo surge exactamente la zona amigos. Es decir, en qué momento en el que estas conociendo a alguien te encuentras a un paso de cruzar esa barrera que distingue el "Te quiero pero como sólo como amigos" del "En tu casa o en la mía". Porque a ver, seamos sinceros, en la zona amigos no vas a tener sexo, aunque te esfuerces y seas una bellísima persona, olvídate. Tu función va a ser escuchar, servir de hombro en el que llorar y, sobre todo, enterarte de lo que no quieres saber: quién le gusta, con quien tontea, si sale mucho de fiesta... Bueno, y otra de las cosas que me intrigan es cómo salir de allí porque realmente...¡no puedes! Te encuentras en un callejón sin salida, intentas volver hacia atrás y sólo tienes dos caminos: aceptar la amistad y atenerte a ella o renunciar a todo y desaparecer. Pero como te encuentras en un bucle de emociones, te engañas a ti mismo pensando que con el tiempo verá que estáis hechos el uno para el otro o que acabará viendo en ti eso que tanto busca en una pareja. Pero evidentemente, y como todos hemos podido comprobar en nuestras propias carnes, esto no sucede.

¿Mujeres y Hombres tenemos la misma visión de la Friend Zone? No, por supuesto que no, y la gran diferencia es en la forma en que categorizamos. Nosotras tenemos tres etiquetas: "Amigos", "No Amigos" y "Tal vez". Entre estas categorías no hay movilidad descendente, es decir, un amigo no pasa a no amigo o a tal vez, pero si puede ocurrir que a alguien que incluiste en las otras dos acabe en el grupo de los Amigos. Por tanto, la zona Amigos es prácticamente cerrada y una vez que se asigna esa categoría es casi imposible cambiarla. Y digo casi imposible porque las nuevas generaciones están siendo un poco más liberales en este sentido y no tienen tantos miramientos. Sea como fuere, a quien etiquetas como amigo le tratas como tal: le tratas como amigo, le hablas como amigo, confías en él como amigo, salís como amigos y le cuentas intimidades como amigos. Como le ves como amigo, el tipo de cariño y roce es distinto de quien no lo es y por eso es complicado que veamos a un amigo de forma diferente. Es cierto que puede pasar que con el tiempo y por motivos que se desconocen, puedas fijarte en ese amigo de toda la vida por el que nunca habías pensado sentir algo. ¿Probabilidades de que esto suceda? Pocas, muy pocas.

Por el contrario, ellos catalogan en "Amigas" y "No Amigas" y hay movilidad entre ambos grupos, principalmente porque al final acaban viéndolas como “sexo si”- “sexo no”. Es decir, con una No Amiga tendrían sexo y con una Amiga también, si se diera el caso, o puede que con la Amiga de momento no porque no sea el momento pero quién sabe si más adelante… Sólo no ven con ojos de sexo a aquellas chicas que han pasado a formar parte de la subcategoría de las amigas de “como una hermana”, en ese caso, es intocable y el trato es distinto, más cercano y de tú a tú.

Un gran enemigo que surge en la Friend Zone: Los celos. Es típico enfadarse cuando ves que la otra persona no te hace el caso que quieres, cuando no está cuando tú quieres o en lugar de quedar contigo queda con otra gente. Pides explicaciones que no tienen por qué darte e incluso haces reproches que no vienen a cuento y esto puede provocar un deterioro en la amistad. Mi amiga María sabe bien de qué hablo, perdió la amistad de un buen amigo porque le exigía cosas típicas de una pareja cuando ellos siempre han sido amigos, sólo amigos, pero él no lo veía de la misma manera y su amor se convirtió en obsesión.

La perspectiva del que es colocado en esa zona maligna es muy distinta. En el momento en el que la persona por la que sientes algo te dice la frase “sólo como amigos” se te cae el mundo a los pies. Ves que no hay esperanzas y te desilusionas tanto que empiezas a plantearte el dejar de hablar con esa persona, pero no lo haces. Es más, al final acabas pensando que todo puede cambiar, que esa persona llegará a verte como su alma gemela y se enamorará de ti. ¿Y qué haces? Pues buscas puntos en común con esa persona, intentas que te gusten las mismas cosas (aunque en realidad a ti no te gustan tanto), haces cualquier cosa por llamar su atención y te vuelcas al cien por cien simplemente para demostrarle que eres imprescindible en su vida. Pero de nada sirve cuando esos ojos te ven “como amigo/a” ya que todos esos buenos actos lo que hacen es ¡aumentar esa visión de amistad y no de amor! Y justo por haber dado todo y no recibir lo que esperas es por lo que se crea ese malestar (más bien diría insatisfacción) que fomenta la aparición de los celos. Lo malo de todo esto es que el que coloca en la Zona Amigos a alguien, de pie a que el otro se forme falsas expectativas y le haga hacerse ilusiones cuando no las hay. Y sí, hay hombres y mujeres que lo hacen a sabiendas de conocer los sentimientos del otro hacia ellos. Vamos, en pocas palabras, les utilizan. A mis amigas les ha pasado, a mis amigos les ha pasado y yo también lo he vivido. Un chico que conocí fue tan encantador conmigo que llegué a pensar lo que no era, se notaba que a mí me atraía y él lo fomentaba hasta que debió cansarse y dejó de hablarme, sin más.


 A nadie le gusta entrar en la Zona Amigos pero como es algo inevitable y no sabemos con quién o cuándo sucederá, lo mejor es tomárselo lo mejor posible, respetar la decisión del otro y no forzar la situación. Si tiene que ser, será, sino, otra posibilidad vendrá.

martes, 1 de julio de 2014

Los hombres y su insistencia

Ayer me mandó un mail un antiguo ligue, bueno, mejor dicho un error que tuve en una ocasión, ¿estaría ciega, borracha, deprimida? Sea como fuere, decidí no volver a quedar con él y fui desapareciendo. No contestaba a sus mensajes ni a sus proposiciones y aún así, seguía escribiendo. Pensaba que ya se había olvidado, pero parece ser que no, ¿en serio no se da cuenta de que le ignoro?

No es el único caso que he tenido pero nunca deja de sorprenderme, ¿qué necesitan para darse por entendidos? A ver, a mi me lo han hecho también y no he insistido. Es más, cuando he intentado ponerme en contacto con alguien que había desaparecido un tiempo, me ha costado porque tengo la sensación de que molesto o que si no ha querido saber de mi será porque no quiere nada más o lo que sea. Entonces, si yo lo entiendo, ¿por qué ellos insisten? Una vez un amigo me dijo que puede deberse a que hayan terminado una relación o se sientan solos y al ver tu teléfono se acuerden de ti. Pero ¿para qué? ¿Se piensan que en cuanto me llamen saldré corriendo para verles? Pues mira, va a ser que no. Por tanto, si yo he querido alejarme de ellos, ¡que no insistan! Ellos que sigan su vida y yo seguiré la mía. El problema es que se molestan y me han llegado a escribir "bueno, ya veo que no quieres saber de mi. No te molestaré más. Adiós", (que la verdad, no entiendo porque les sienta tan mal) y con esto ya doy por sentado que no volverán a dar señales de vida ¡pero no!

Los hombres son cabezones hasta decir basta. Prueba de ello es su persistencia, supongo que pensarán que de aburrimiento acabaremos cediendo para que se callen, algo que a veces funciona pero en la mayoría de los casos no, porque, si no he aceptado a la primera, será que no quiero ¿no? Esta es la técnica que usan algunos (más de los que creemos) para ligar. Y nada mejor que irte a una discoteca y ver las tácticas de ligue. Vas a la barra a pedir una copa y se te acerca un chico bien parecido, te da conversación pero  es tan prepotente que le ignoras. Es tan descarado que te dice: "¿no te gusto? Soy muy bueno en lo que hago...". ¿Y sabéis? Digas lo que digas, insiste y se arrima más de lo normal. Así que, lo mejor es irse sin más. Otro truco, la persuasión invitándote a una copa, aunque he de reconocer que ya no se lleva mucho. El caso es que parece agradable y decides aceptar, el problema es que aunque no quieras acostarte con él en ese momento, él sacará todas sus armas de seducción y te pedirá el teléfono. En ese momento dudas, durante unos segundos, pero dudas: "¿le doy uno falso? no, es majo, a ver qué pasa". Puede que te salga bien y sea un buen partido, o un buen amante,  pero los hay que no paran de pedirte fotos desnuda o su tema de conversación gira en torno al sexo. Así que, chicas, si te invitan a una copa o te dan conversación para sonsacarte el teléfono, no es que quieran amistad es que quieren llevarte a la cama y si aceptas... ya sabes lo que hay.

Con el tema de las fotos también son muy pesados e incluso insolentes. No suelen admitir un no por respuesta y si les dices que no, insistirán, puede que no en el mismo momento, pero lo harán. Una amiga mía se escribe por whatsapp con un chico que ha conocido recientemente. Hace unas semanas él le mandó varias fotos sexys, entre ellas una semidesnudo, y le pide que ella también le mande unas igual. Según ella no se la pidió en ningún momento y a ella ya no le está gustando ese comportamiento. A ver, es que de verdad que no lo entiendo, si las manda es porque quiere, es más lo que quiere es exhibirse, y si la otra persona no sigue ese juego ¿por qué continúan? Pues nada, que ayer el chico volvió a pedirle una foto sexy. Vamos, que si le sigues el juego, malo, si no, también. Aunque la palma se la llevan los que te llaman o insisten para quedar una y otra vez sin cansarse. "¿Oye? Nos vemos hoy?", "Esta semana estoy sin coche, si quieres cuando ya lo tenga me paso a verte". Intentas ser educada y evadir la invitación con un "sí, ya te diré", "a ver cuando estoy menos liada" o "ya lo vamos hablando" pero no tienes intención de quedar con él y no sacas el tema ni le hablas en un tiempo pero no te preocupes, que ya se encardará él de recordártelo. Y claro,  en lugar de decirle, "mira, chico, es que no me interesas, eres majo pero no quiero nada contigo" sigues evadiendo el tema con la esperanza de que se canse o hasta que te harta tanto que pasas a la ironía o directamente le bloqueas.

Entonces... ¿qué hacemos con estos especímenes? ¿Cómo hacer entender a un hombre que no quiere entender? En fin, hay mucho pesado suelto y saber quitártelo de encima es todo un arte. Menos mal que aún hay hombres encantadores que saben comportarse con una mujer, saben qué decir, cuándo retirarse a tiempo y cuándo es el momento de acercarse. Cuesta encontrarlos pero en algún sitio están. Como sucede con los tesoros, hay que saber buscarlos, eso si... ¿alguien nos puede dar un mapa?