sábado, 24 de abril de 2010

Sintiéndote Cerca *(Relato Erótico)*

Llego a casa y lo primero que hago es encender el ordenador. Miles de cosas pendientes por hacer y trabajo que concluir, falta de tiempo, estrés… Carpetas esparcidas por la mesa, el suelo… creo que no lo podré terminar y me angustia.
Siento que la puerta se abre, eres tú asomando la cabeza. Sabes que hoy no es mi día, que estoy mal, que poco me falta para cabrearme por todo. Te acercas sigilosamente para darme ánimos. Pones tus manos sobre mis hombros y me empiezas a dar un suave masaje al notarme tensa. Me encanta que me des masajes, me encanta sentirte en estos momentos que se me hacen cuesta arriba, pero te digo que no puedo entretenerme, que hoy será una noche larga… pero no paras. Envuelves mi cuello con tus dedos, lo mueves a tu antojo, lo acaricias, lo amasas… Subes por los lóbulos de las orejas y te paras en mi sien, rodeando después mi cabeza… te enredas en mi pelo, juegas con él. Tus manos me relajan, me hacen sentir fuera de este mundo de tensiones y me acercas a un lugar de descanso, sin ruidos, sin nada… sólo yo y lo que siento, te siento a ti.
Mientras tus manos me miman, posas tus labios en mi nuca. Noto tu aliento, tus labios húmedos que ascienden por mi mejilla y te apoderas de mis labios. Con mi cabeza hacia atrás y entre tus manos, me dejo hacer… necesito que pares, quiero hablarte pero no me dejas, pones un dedo en mis labios en señal de silencio, no quieres que piense, no te detienes. Dibujas la silueta de mi boca, mirándome fijamente a los ojos como si fuera la primera vez que me ves. Acaricias mi labio inferior, lo deslizas hacia abajo, acercas tu dedo a mis dientes… sabes que voy a morderlo suavemente y sé que lo estás deseando. Estas jugando conmigo, me engañaste, pensé que me ibas a relajar y me estás adentrando a una tensión más intensa, más calurosa, más placentera. Te pones frente a mí, desabrochas los botones de mi camisa lentamente mientras te miro de manera inquisidora. Quiero pararte, decirte que ahora no, pero no puedo hablar, tus manos cada vez me cortan las palabras y me aceleran la respiración. Pero, no… no te detengas… has despertado a esa felina de ojos de mar.
Te inclinas y me besas. Tus dedos quieren hacerse hueco entre los bordes de mi sujetador. Un aventurero sondea el terreno, lo palpa, lo acaricia y llama a los otros que van adentrándose hábilmente en tan pequeño obstáculo. Entre todos consiguen retirarlo y tu boca, que desciende por mi garganta, se apodera de uno de mis cuarteles generales. Contengo la respiración, mis latidos se aceleran a cada movimiento que haces… No me da tiempo a pensar, sólo sé que me tienes en tu poder, que estoy cayendo al abismo de tus fantasías y me gusta.
Derepente, algo me sobresalta. Sutilmente, tus valerosos solados han pasado la frontera de mi falda. Se deslizan agazapados para penetrar en mi puesto de mando, allí donde se encuentra el más grande de los poderes. Tus labios se vuelven a posar en los míos, va subiendo el ardor de tus besos, hemos dejado atrás la ternura para dejar paso al deseo. Suspiramos, sonreímos… pero no hablamos, sólo nos escuchamos. Quiero escapar de tus garras y tomar el mando, pero hoy no, hoy me tienes acorralada y me miras en un reto que sabes que no puedo ganar.
Te arrodillas y vas subiendo mi falda negra por mis muslos, aún dorados por el sol del verano que ya se fue. Me muerdo los labios, sé a donde vas a parar y sé que será ya no tengo salida. Sentada en una silla de despacho, con el portátil en la mesa y papeles por el suelo, me siento como una alta ejecutiva que está siendo seducida por uno de sus subordinados. Es como una atracción fatal, sé que es la perdición pero no soy capaz de frenarlo, algo hay que me lo impide, porque quiero que siga, quiero que vaya mas allá, que pase al mundo de lo prohibido. Lo deseo, lo quiero, lo anhelo…
Bordeas mis muslos con tus manos, sólo un sutil movimiento ha sido necesario para deslizar un pequeño trozo de tela por mis piernas, adueñándote de ellas subiéndolas a tus hombros.
Me resbalo en tu dirección y apoyo mi cabeza en el respaldo, no quiero mirar, no quiero verlo, prefiero dejarme llevar por los sentidos. Rozas con las yemas de los dedos la parte interna de mis muslos, un roce tan leve y tan sutil que haces que toda mi piel se erice. Pasas la punta de tu lengua tan cerca de las ingles que no puedo evitar encoger mi cuerpo. Quieres hacerme esperar, quieres que te lo reclame… Me separas más las piernas, ahora ya no puedo escapar de ti, estoy totalmente rendida, sin fuerzas para poder luchar ante tanta pasión. Te acercas, ya noto tu aliento… queda poco para la acometida, la punta de tu afilada daga me busca. Nada más sentirla, ceso de respirar. Mis labios han cortado el principio de un suspiro, mis ojos más cerrados, mi vientre se contrae en un acto reflejo… es como si el tiempo se parase, quiero retener ese momento. Quedarme con todas las sensaciones que me ocurren, quisiera poder descifrar cada cosa que siento pero es imposible, son tantas que no puedo detenerlas. Sigues, te noto, te siento… cada vez más abajo, cada vez más arriba, cada vez más dentro. Se me escapa un pequeño sonido, un gemido, una señal del comienzo de un camino lleno de placeres.
El corazón me late fuertemente, noto la sangre correr por mis venas… Me alteras, me enciendes. Siento el calor de tus labios, cada vez más húmedos, que vienen y van como una barca surcando un mar embravecido. Tiemblo, me tenso, un rayo recorre mi cuerpo de la cabeza a los pies. Me aferro a los brazos de la silla, arqueo mi espalda… caigo a un vacío celestial. Te detienes… me miras con una mezcla de dulzura y de deseo. No me movería, quisiera disfrutar de este momento tan fugaz.
Eres tu quien me levantas y me envuelves en tus brazos. Me pego a tu cuerpo, noto tu calor y tu fuerza, tu caballo pura sangre quiere salir, está desbocado… Me sostienes en vilo y me aferro a ti con mis piernas mientras me llevas a una pared. Aprovecho a ponerte nervioso… paso mi lengua por tu cuello, beso tus lóbulos y busco tu boca. Empezamos un baile desenfrenado, pegados fuertemente como si fuéramos uno. Siento tu respiración entre cortada, suaves gemidos que se pierden entre besos y caricias. Siento como si una espada penetrase en mi interior, hundiéndose cada vez más en mis entrañas, grande, fuerte, afilada… Ya no me quedan fuerzas, me estoy deshaciendo... voy a desfallecer en tus brazos, quiero rendirme a ti.
Recorro tu espalda con mis manos y clavo mis uñas en tus hombros, mi ultimo suspiro, mi ultimo aliento… no te detienes, somos uno… te tensas, detienes todo movimiento. Me aprietas fuertemente y caes rendido en mis pechos. Silencio, no hay nada, no queda nada… sólo estamos tú y yo… únicos… uno.

martes, 13 de abril de 2010

Cuando te vas

Ahora que te tengo lejos, te echo de menos. Dime cuando vuelves, dime cuando podré volver a tenerte. Odio la distancia, ese gran obstáculo que me impide estar contigo, sentirte, quererte. ¿Por qué tuvieron que proponértelo? ¿Por qué tuviste que aceptarlo? Ojalá lo hubieras rechazado. Fui sincera al decirte que tenías que aprovechar la oportunidad pero en mi interior no quería que te fueras. Sí, es cierto, soy egoísta y me duele aceptarlo, pero más me duele no tenerte a mi lado. Reconozco que para ti ha sido un gran ascenso y me alegra que valoren tu trabajo, pero se me rompe el alma cada vez que te vas. Se me hace difícil las despedidas en el aeropuerto, siento tus abrazos como si fueran los últimos y me aferro a tus labios para no querer soltarlos. Evito llorar, no quiero que me veas triste, es en el coche, cuando ya no estas, donde mis ojos se humedecen.
Ibas para tres meses y ya son ocho meses sin ti. Las llamadas que antes teníamos casi a diario se están espaciando y ya no me escribes por las noches contándome la soledad de la cama vacía o el intenso día de reuniones. ¿Qué te pasa? ¿Qué te está cambiando? Siento que te estoy perdiendo pero no puedo preguntarte cuando estamos juntos, no quiero estropear las pocas horas que nos quedan. Dulces momentos que siempre terminan en amargura. Nunca creí en las relaciones a distancia y ahora que me ocurre, ¿qué he de pensar?
Añoro esos largos paseos que nos dábamos y el café de las seis los domingos. Aún me acerco a la pastelería donde comprábamos nuestro pastel y repaso una a una las fotos del último verano. Desearía que pudieras ver mi rostro en esos momentos. Un brillo especial aparece en mis ojos cuando pienso en ti y una tierna sonrisa cuando te recuerdo acurrucado en mi pecho, dormido, silencioso, irresistiblemente atractivo.
Las noches son demasiado largas sin estar a tu lado, en sueños te busco y me despierto con el frío de un espacio en blanco. Ya no tengo el calor de tu cuerpo ni las caricias que me adormecían, ya no disfruto de tus besos ni de tu pasión desbordada. En mi habitación ya no surgen los juegos que los dos provocábamos y ya no se oye el eco de nuestros gemidos.
Sólo me quedan dos días para aprovecharte, dos días para recuperarte. Me gustaría plantearte que volvieras pero ¿cómo lo hago si sé que no está en tus manos? Dime que quieres, dime que aún tu corazón tiembla con el roce de mis labios. Prométeme que soy tuya y que está situación será pasajera. Vuelve pronto, no tardes, devuélveme la alegría y trae de nuevo el sol a mi tierra porque las lluvias y tormentas han desolado parte de mi vida. Regresa pronto porque mi corazón te busca y mi alma te espera.