Las fiestas de los pueblos son muy entretenidas:
puestos tradicionales, peñas, vestimenta típica del lugar, mucha bebida y
comida... Las noches las amenizan diferentes orquestas (unas mejores que otras)
que pasan de pasodobles y canciones infantiles a pop de los años 80, rock y los
éxitos más actuales del momento. Pero hay algo que no me gusta de las fiestas
populares: la separación entre hombres y mujeres. ¿No os habéis fijado que
cuando vas a comer o cenar los hombres se sientan a un lado y las mujeres al
otro? Y generalmente la posición suele ser en forma de "C",
formándose una línea divisoria imaginaria entre ellos delimitada por un único
aspecto: los temas de conversación.
En las ciudades también pasan estas cosas ¿eh? No
vayáis a pensar que por el hecho de ser más cosmopolitas los que vivimos
rodeados de asfalto y polución somos más propensos a la integración de género,
no, no os equivoquéis. Y si no pensad en cualquier reunión que hayáis tenido
recientemente: un cumpleaños, una cena en casa de un amigo, una comunión, una
boda. No importa el número de personas, simplemente haced memoria y seguro que
recordaréis que en muchos momentos se formaba un corrillo de hombres y otro de
mujeres. Si es en una casa, lo típico es que en la cocina se reúnan las mujeres
que luego se trasladan a una parte de la casa, bien sea la habitación del niño
o el baño para enseñar la nueva ducha de hidromasaje instalada recientemente.
Por otro lado se encuentran los hombres, principalmente sentados en el sofá al
rededor de la televisión o cerca del mueble-bar.

Hay otro gran tema fundamental y que nunca falta en
las reuniones de mujeres: los hijos. ¡Cuánto amor de madre se respira en esos
encuentros! Y cuando todas tienen hijos de edades semejantes ya es lo más de lo
más. Cuando son pequeños se apoyan y se comprenden la unas a las otras: falta
de sueño, preparar biberones, cambiar al bebé, dormirle, las papillas... Las
más veteranas con dos o tres pequeñuelos aconsejan a las mamás principiantes y
comparten con ellas los momentos en los que el niño se les ha puesto malo o
remedios caseros que sólo se les ocurren a las madres. Si los hijos son
adolescentes o adultos, se centran en los progresos en los estudios y en lo
bien que les va en el trabajo y aquí es donde surgen pequeñas competencias
entre las madres, porque para cada una su hijo es el mejor.
Pero el tema más frecuente y el preferido de las
mujeres es único: Los hombres. ¿Por qué? Porque dan mucha guerra: no escuchan,
no nos entienden ni nosotras a ellos, a veces (por no decir muchas veces) sólo
se centran en ellos y sus cosas, se olvidan de fechas señaladas o no cuentan
contigo. Les falta empatía y comunicación por lo que explicarles ciertas cosas,
y más si se trata de sentimientos, es bastante complicado. Pero no sólo
hablamos de cosas malas también buenas, sobre todo al comienzo de la relación
y, por supuesto, hablamos de sexo y más de lo que los hombres se creen. En la
mayoría de grupos de amigas siempre hay una de ellas que es más atrevida y
picante que las demás, un poco al estilo de "Sexo en Nueva York", por
lo que son inevitables los comentarios sobre cómo funciona tu amante en la cama
o consejos para unas relaciones más satisfactorias y... sí, la cuestión del
tamaño también aparece. Podríamos decir que en este aspecto particular el sexo)
y en el tema en general (los hombres) las mujeres aprendemos las unas de las
otras y nos damos apoyo moral, muy necesario cuando nos enfadamos con nuestras
parejas.

Las féminas pocas veces hablamos de política o
economía, si acaso mencionamos la subida de precio del kilo de tomates y lo
caro que es hacer la compra. Ellos son más efusivos y no es de extrañar que
surjan momentos de tensión cuando se ofrecen opiniones opuestas sobre estos asuntos,
por eso, como suelen ser temas muy polémicos, mi consejo es evitarlos sobre
todo en reuniones familiares tipo Navidades que, no sé muy bien por qué, son
fechas en las que es muy común llegar a los postres discutiendo.

Como veis, somos muy distintos en nuestras
conversaciones y muy probablemente sea por eso que tengamos problemas de
comunicación entre hombres y mujeres, ¿llegaremos a solucionarlo? De momento,
voy a llamar a mi amiga, la atrevida, que tiene novedades interesantes que
contar.