martes, 13 de abril de 2010

Cuando te vas

Ahora que te tengo lejos, te echo de menos. Dime cuando vuelves, dime cuando podré volver a tenerte. Odio la distancia, ese gran obstáculo que me impide estar contigo, sentirte, quererte. ¿Por qué tuvieron que proponértelo? ¿Por qué tuviste que aceptarlo? Ojalá lo hubieras rechazado. Fui sincera al decirte que tenías que aprovechar la oportunidad pero en mi interior no quería que te fueras. Sí, es cierto, soy egoísta y me duele aceptarlo, pero más me duele no tenerte a mi lado. Reconozco que para ti ha sido un gran ascenso y me alegra que valoren tu trabajo, pero se me rompe el alma cada vez que te vas. Se me hace difícil las despedidas en el aeropuerto, siento tus abrazos como si fueran los últimos y me aferro a tus labios para no querer soltarlos. Evito llorar, no quiero que me veas triste, es en el coche, cuando ya no estas, donde mis ojos se humedecen.
Ibas para tres meses y ya son ocho meses sin ti. Las llamadas que antes teníamos casi a diario se están espaciando y ya no me escribes por las noches contándome la soledad de la cama vacía o el intenso día de reuniones. ¿Qué te pasa? ¿Qué te está cambiando? Siento que te estoy perdiendo pero no puedo preguntarte cuando estamos juntos, no quiero estropear las pocas horas que nos quedan. Dulces momentos que siempre terminan en amargura. Nunca creí en las relaciones a distancia y ahora que me ocurre, ¿qué he de pensar?
Añoro esos largos paseos que nos dábamos y el café de las seis los domingos. Aún me acerco a la pastelería donde comprábamos nuestro pastel y repaso una a una las fotos del último verano. Desearía que pudieras ver mi rostro en esos momentos. Un brillo especial aparece en mis ojos cuando pienso en ti y una tierna sonrisa cuando te recuerdo acurrucado en mi pecho, dormido, silencioso, irresistiblemente atractivo.
Las noches son demasiado largas sin estar a tu lado, en sueños te busco y me despierto con el frío de un espacio en blanco. Ya no tengo el calor de tu cuerpo ni las caricias que me adormecían, ya no disfruto de tus besos ni de tu pasión desbordada. En mi habitación ya no surgen los juegos que los dos provocábamos y ya no se oye el eco de nuestros gemidos.
Sólo me quedan dos días para aprovecharte, dos días para recuperarte. Me gustaría plantearte que volvieras pero ¿cómo lo hago si sé que no está en tus manos? Dime que quieres, dime que aún tu corazón tiembla con el roce de mis labios. Prométeme que soy tuya y que está situación será pasajera. Vuelve pronto, no tardes, devuélveme la alegría y trae de nuevo el sol a mi tierra porque las lluvias y tormentas han desolado parte de mi vida. Regresa pronto porque mi corazón te busca y mi alma te espera.

1 comentario:

  1. HOLA ANA!!SOY MONICA TU PRIMA..AUNQUE HACE TIEMPO QUIZAS QUE NO HABLAMOS , QUIERO FELICITARTE POR LO DEL BLOG.. ME ENCANTA TODO LO QUE ESCRIBES.. Y CON ESTE RELATO EN CONCRETO ME me he sentido muy identificada.. He sentido que alguien ha puesto palabras a mi sentimientos.
    Espero que sigas asi.

    Un beso.

    ResponderEliminar