jueves, 2 de febrero de 2012

Respuesta del Caballero

Acabo de recibir vuestra carta y os confieso que me he sorprendido al leerla. No esperaba tan bellas palabras y aún menos la sinceridad con la que me habláis. Ha sido como un sueño, un sueño intenso, un sueño tan hermoso que me parecía irreal, por eso he leído más de tres veces la misiva, quería cerciorarme de que no era una quimera. Incluso he interrogado a mi lacayo para que me explicase cómo, cuándo, dónde y quién se la ha entregado.

No temáis, la imagen que tengo de vos no es precisamente de una joven vulgar y descarada, sino todo lo contrario. Como bien decís, nos hemos visto en breves ocasiones y en todas ellas habéis demostrado una gran compostura y una elegancia digna de alguien como vos. Antes de llegar a este magnífico lugar, me habían hablado del comercio, de sus gentes y de su posición estratégica, sin embargo no me habían avisado de que tras los muros de esta ciudad se escondía una hermosa joya de la que uno se podía enamorar. Aquel día en el banquete, quedé fascinado por vuestra mirada, limpia, clara y llena de vida. Pregunté a mi compañero de armas y me avisó de quién erais para quitarme de la cabeza la idea descabellada de seducir a la hija de nuestro anfitrión. La verdad es que estabais preciosa, el color azul hacía aún más llamativos vuestros ojos y el colgante realzaba un busto juvenil que invitaba al pecado. Pero vuestros labios, ¡ay, vuestros labios! Carnosos, rosados, seductores… A pesar de ser un caballero, también soy hombre y, creedme cuando os digo, que no pude dormir aquella noche, cerraba los ojos y veía vuestros labios besando los míos. Me imaginaba acariciando vuestra piel blanca y perdiéndome en la calidez de vuestro cuerpo. Sois un verdadero misterio que desearía descubrir, mostráis ingenuidad pero vuestros pensamientos no son de una niña. ¿Creéis que es malo lo que sentís? El amor en sí mismo no es malo, tampoco lo son los pensamientos y deseos sobre la persona amada ni las emociones que nos provoca con sólo sentir su presencia. El Amor es dulce, arriesgado, emocionante, intenso, lleno de locura, de ilusión, de pasión. Pero también puede ser amargo, confuso, inquietante, incierto, que nos lleva a un abismo de tristeza y miedos. Decís que sabéis poco del Amor y que no controláis lo que sentís pero la verdad es que es imposible controlarlo y nadie llega a saber todo sobre los secretos del corazón, incluso para los que hemos bebido de sus aguas. Habláis de hechizo, he de daros la razón porque vos me habéis hechizado y de veras que no quiero deshacer ese encantamiento.

Desconocía que se hablase tanto de mi procedencia. Como habéis podido observar, soy de carne y hueso, tanto que las heridas me sangran y mi cuerpo se agota. No hay nada en mí que sea una fantasía, si acaso mi caballo, llamado Arion en honor al caballo alado de la mitología griega. No tiene alas pero es tan veloz que parece que no pisa el suelo, es fuerte y de gran nobleza. Ambos venimos del sur, donde el sol reina nuestras tierras y buscamos la sombra para descansar. ¿Mi nombre? Vos podéis llamarme como queráis, os lo dejo a vuestra elección más cuando nos encontremos os sacaré de dudas. Acepto el reto de la carrera y será un placer acompañaros en un paseo por vuestros bosques, pero he de confesaros que estando tan cerca de vos será difícil no desearos con la mente aunque controle mis impulsos por respeto y cortesía. La idea de que me vierais a escondidas me cautiva, pero más me seduce la posibilidad de vernos en un lugar tan bello como lo pintáis y tan especial para vos. Allí estaré dentro de dos días, a la hora indicada.

Hasta entonces… Estaréis en ni pensamiento

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