domingo, 4 de julio de 2010

Cuento: El Barco

Los hombres somos como navíos de carga buscando un puerto en el que dejar nuestra mercancía. Surcamos la bravura de los mares, los infinitos océanos, con la esperanza de llegar a algún lugar. “¡Tierra!” te grita tu pequeño duendecillo del inconsciente. Pero no le crees y necesitas verlo por ti mismo. Sales a cubierta, cielo despejado, sol de alegría, mar en calma. Gaviotas que revolotean cerca del mástil. Abres el catalejo y divisas tierra firme. Una sonrisa se aprecia en tu rostro, por fin un lugar de descanso, un lugar donde encontrar la tranquilidad perdida durante el largo viaje.

Nos acercamos poco a poco, para evitar encallar, buscamos un punto de amarre, atamos los cabos y saltamos pensando en el futuro que nos depara esta nueva tierra. Antes de hacer negocios, visitamos la ciudad. Nos gusta, parece que es próspera, llena de riquezas, bellos paisajes y de temperatura calida y pensamos que es el lugar perfecto. Al poco de llegar, vamos descargando nuestro barco. Descargamos la Curiosidad, la Esperanza y la Alegría. La Pasión y la Ilusión salen con ansias de conocer el nuevo mundo. Y el Amor, aunque algo tímido, se va animando a bajar la rampa. Detrás y a cada lado, para empujarle, va el Miedo y la Decisión, sus dos grandes aliados y consejeros. La Duda, la Tristeza y el Llanto, de momento, prefieren no salir, siempre caen mal, cada sitio por el que pasan se vuelve lúgubre y gris.

Y.. ¡aya vamos! A por una nueva aventura. Todo parece ir bien, pero, pasados unos días, algo sucede. Las nubes empiezan a tapar el sol. Se oyen truenos, comienza una ligera llovizna y el mar se agita. Nuestro velero, sufre las duras envestidas del oleaje y acaba rompiéndose en dos mitades. La Pasión y la Alegría se emborracharon con los vicios de la ciudad, la Ilusión se perdió por las praderas de margaritas, la Curiosidad, de tanto mirar por un precipicio, se cayó, la Esperanza fue corriendo a ayudarla pero el Miedo la empujó. La Decisión se pasó horas y horas buscando al Amor, para que remediara la situación. ¿Dónde estaba el Amor? El Amor, había salido corriendo para encontrar un refugio. Quiso meterse en el hueco de un árbol, donde habitaba una ardilla, pero era demasiado grande para un escondite tan pequeño. Se encontró un hormiguero, y las hormigas se enfadaron porque iba a romperles su hogar. Pasó delante de la puerta del lugar de los vicios y le chillaban “¿Eh? ¿A donde vas? ¡¡¡Aquí se pasan todos los males!!! jajaja… Ya te dijimos que lo bueno se acaba. Anda… ¡No te hagas de rogar!” El Amor salio huyendo dejando atrás las voces burlonas que le decían “No llegarás lejos, muchacho, ¡volverás aquí de rodillas! jajaja”.

Un pequeño duendecillo apareció inesperadamente y le dijo al Amor: “Corre a refugiarte al baúl donde viniste. Aquí ya no haces nada. Esta tierra ya no es para ti, está perdida. Todos los que venían contigo han sucumbido, has perdido todo. No hay nada que hacer. ¡Vete!” El Amor fue corriendo hacia el muelle, no estaba el barco, pero junto a la rampa de la que bajó, había un pequeño cofre de madera. Se acercó, y comprobó que desde su llegada hasta ese momento, se había ido haciendo más y más pequeño. Ahora si que podría esconderse porque el baúl era mas grande que él. Lo abrió y se metió dentro. Al moverse, se asustó porque no estaba solo. Ese era el lugar en el que viajaban la Duda, la Tristeza y el Llanto, “con nosotros estás a salvo”, le dijeron, y el Amor comenzó a llorar amargamente, triste por haber perdido todo cuanto traía y lleno de dudas de por qué había ocurrido todo sin explicación.

Alguien desde fuera golpeó el cofre, “sal, Amor, soy Decisión” No recibió contestación. “Amor, ¿no me digas que no me vas a hacer caso? Venga, deja de esconderte y sal aquí conmigo. ¡La tormenta ya ha pasado!”. El Amor, con lágrimas en los ojos le contestó: “No, Decisión, no voy a salir. Aquí nadie me quiere. He desperdiciado mi tiempo y cada cosa que venía conmigo ha desaparecido. Ya no tengo ilusión por descubrir, no tengo alegría para reír, no tengo curiosidad para investigar, no tengo pasión para amar, no me queda esperanza y hasta el miedo a lo nuevo me ha abandonado. He dado todo a esta tierra y así me lo han pagado. Todo ha sido un negocio, un simple intercambio de caprichos e hipocresías. He sido estúpido, me han apreciado por interés pero, una vez agotado, me relegan. Vine grande, con tantas cosas por dar y me voy pequeño y despojado de todo cuanto traía. No Decisión, prefiero quedarme con lo poco que me queda en este pobre cofre de madera.”

“Mira, Amor”, contesto Decisión, “es cierto que te has quedado vacío, despojado de tantas y tantas cosas buenas. Es cierto que la tormenta ha arrasado lo que parecía una tierra fértil, pero, ¿acaso no has disfrutado mientras ha durado tu estancia? Por unos breves instantes, has sido feliz, has conocido un nuevo lugar, has pasado nuevas aventuras y has dado todo cuanto podías dar. ¿Realmente crees que no ha merecido la pena?” “¡No, no ha merecido la pena!” Protestó el amor entre sollozos.

“Te confundes Amor-continuaba Decisión- Esto supone una nueva experiencia en tu largo caminar, una experiencia que te ayuda a aprender de los errores y te abre las puertas a un nuevo camino. El amanecer nos espera con huracanes y tempestades, querrán destruir nuestra barca y hundirnos en el mar de la amargura pero tenemos que seguir adelante, luchar por nosotros mismos y mantener el rumbo hacia mejores puertos. Darás con otras ciudades, grandes o pequeñas, unas te acogerán y te dejarán marchar, otras te rechazarán, en algunas permanecerás sólo una noche, en alguna podrás quedarte un mes o dos, pero llegara un día, en el que desde lejos, y antes de pisar tierra firme, sepas que el puerto que divisas es perfecto para tu velero. Amor, siempre he viajado a tu lado, he sido tu apoyo y consejero, sólo escúchame y piensa. Aquí tengo un bote, pero el cofre pesa mucho y no aguantaría. Despréndete de lo que te queda, ya no te servirá y su compañía no te hará ningún bien, sólo tendrás sufrimientos por lo que fue y lo que no pudo llegar a ser. ¿Prefieres quedarte encerrado, llorando y sin poder ver lo que te depara el nuevo camino, y morir triste y vacío? ¿O te animas a enfrentarte a una nueva etapa con ánimos renovados? El camino no será fácil, pero siempre será mejor que huir de nosotros mismos.” Decisión hizo una larga pausa y continuo: “Amor, hagas lo que hagas, estaré siempre a tu lado, soy tu fiel amigo y te apoyaré. La decisión es tuya”.

2 comentarios:

  1. Creo que me he hecho fan de tus pequeños relatos

    Saludos! ;)

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  2. Muchas gracias... Intento tener el blog actualizado pero muchas veces la falta de tiempo me impide escribir tanto como quisiera. En estos meses de verano prometo publicar más cosillas.

    Felices vacaciones!!!

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