miércoles, 23 de junio de 2010

Un adiós

No me digas que te vas, no me digas que me dejas, ¿acaso no ves que aún me haces falta? Noto que te escapas, que vuelas y desapareces. Te siento cada vez más lejos ¿Qué he de hacer para retenerte?
Te agarro de la mano pero ya no me respondes, no me miras pero sé que aún me sientes. Sí, aún siento tu presencia y no puedo evitar recordar todos los buenos momentos vividos. ¿Te acuerdas de aquel viaje? Que bonito fue: aquellos paisajes, tantas cosas por ver, las largas caminatas… ¿Y cuando se nos estropeó el coche? Que mal lo pasamos pero después no parábamos de reír. Has llenado mi vida, has dejado en mí tantas cosas buenas que sería difícil describirlas una a una. Pero he de dejarte marchar, lo sé, pero me resisto a ello, no es fácil y más cuando aún te quiero.
Déjame besarte, sólo un último beso. No quiero que te vayas sin pensar que no te quiero. Que te llevas todo, que me dejas sin nada… al menos asegúrame que volverás a rescatarme del mar agitado que ante mí se asoma. Ahora sólo veo tormenta, nubes negras que me ciegan. A lo lejos diviso una pequeña barca, sólo una persona va en ella. Una figura encorvada, de manos arrugadas y ropas negras. No le veo el rostro pero sé cual es su destino. Se acerca cada vez más, algo que me asusta y me llena de tristeza, ya no hay vuelta atrás. El pequeño bote se sitúa junto a nosotros y el hombre nos mira. “¿Por que ahora?” le grito desesperadamente sin tener respuesta. Una penetrante mirada me paraliza, y de sus finos labios sale una voz profunda “No hay remedio, así está escrito”.
Tienes que irte, me duele ver que tu alma va subiendo despacio a las orillas del río. Cuando partas no mires atrás, prefiero pensar que comenzarás un nuevo camino donde la luz te guiará. Un mundo lleno de colores verdes, rojos y amarillos con mariposas que revolotean entre los arbustos y las flores. Piensa que desde allí, las cosas serán distintas, no hay sufrimientos ni penas, no hay lágrimas ni quejas, sólo sonrisas y cantos que te darán la bienvenida.
La barca ya se aleja. Ya le di el pago al oscuro barquero, se lleva mi gran tesoro, ese que me ha acompañado durante todos los años de mi vida. ¿Qué hago yo ahora?
Tu mano sigue entre las mías, ahora inerte, ahora fría. Reposas en la cama como si durmieras. Espero que desde allí puedas soñar y que tus sueños te lleven tan lejos como un ave que busca un nuevo nido. Vuela, vuela alto y siente que eres libre, que ves todo desde arriba como nadie podría hacer.
Sólo un favor te pido, que me cuides desde lo alto. Guía mis pasos hacia el mejor destino, igual que cuando estabas en vida, seguiré fielmente los consejos que me digas. Con los ojos cerrados podré saber que estás cerca, no tendré miedo porque sentiré que me coges de la mano y susurrándome al oído me dirás “no te preocupes, pase lo que pase, estaré a tu lado”
Caronte, lleva su alma a buen puerto, uno que sea grande donde pueda tener todos los caprichos. Háblale de lo que se encontrará y atenúa sus temores, enciende una llama y despeja tanta niebla, deja que vea otras almas conocidas que partieron antes que ella. Y cuando vengas a por mi acuérdate del lugar donde la dejaste, me dirás su nombré y allí me llevarás porque, aunque las distancias nos separen y pasen muchos años, el amor es lo único que no muere.

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