lunes, 16 de agosto de 2010

VACACIONES DE VERANO

Momento de vacaciones… y momento de tensiones. Sí, las vacaciones de verano suelen ser las más conflictivas para todos, ya estés soltero, casado, con hijos o con la familia al completo. Durante todo el año el estrés nos lo provoca el trabajo y consideramos el hogar como el reino del descanso. En el periodo estival, cuando la casa es el trabajo, no hay momentos para descansar. El primer gran dilema de las vacaciones familiares: ¿Dónde vamos? No vale cualquier sitio, hay que amoldarse a la situación personal, no sólo económica sino de los integrantes del grupo.

Por ejemplo, un matrimonio con dos niños, uno de 5 y otro de 7 años. No pueden ir a sitios de visitas culturales, los peques se cansarían rápido, se aburrirían y sería imposible seguir el planning establecido. Lo más práctico, playa y piscina, pero ¿camping, hotel o apartamento? El camping es el más económico pero pasar 15 días escuchando los ronquidos del vecino de la parcela de al lado o despertarse muy de mañana por el calor y la claridad no son unas vacaciones del todo halagüeñas.
El apartamento es más cómodo, es…como una segunda casa y justo por eso pueden surgir las tensiones: hacer la comida, las camas, poner lavadoras (la ropa de los niños se ensucia día si día también)… El hotel resulta más caro pero cuenta con actividades para los críos así como la posibilidad de evitar gastos adicionales de comidas y cenas.

¿Qué hacemos? Aquí es donde cobra gran importancia el presupuesto familiar, según lo que uno pueda gastar, elegirá no sólo el destino sino la forma de veranear.
Las cosas se complican un poco cuando el número de hijos es mayor o vienen los abuelos u otros familiares. Se decide alquilar un apartamento entre varios y, no te explicas cómo, todos los años se produce una gran invasión. Colchones hinchables en el suelo, algunos duermen en el sofá cama y varios apretados en la habitación. A esto se le suma las complicaciones del momento del baño, preparar comida para todo un regimiento, levantarse sin hacer ruido para no despertar a los dormilones o acostarse tarde por los trasnochadores.

Las malas caras están aseguradas. Reprochas a tu marido que no está pendiente de los niños, tu cuñado no deja de fumar en el salón y no sabes cómo evitar que la abuela haga demasiados esfuerzos. La mujer quiere sentirse útil y lo hace con toda su buena intención pero, entre unas cosas y otras, en lugar de ayudar dificulta y contestas de malas maneras, algo, que más tarde, te hará sentir culpable.

Hablamos de familias al completo pero ¿qué sucede con las parejitas de enamorados? Los primeros días les ves cogidos de la mano por el paseo marítimo y muy románticos, pasada una semana será fácil ver a la chica de morros y él con mirada indiferente. ¿Qué ha sucedido? Fácil. Pequeños roces del día a día que son más comunes en aquellos que aún no han dado el paso de vivir juntos. Algo tan simple como no bajar la taza del bater o dejar la pasta de dientes abierta pueden dar lugar a grandes discusiones. También puede afectar el hecho de no coincidir en las cosas que se quieren hacer: “Podríamos ir a tomar algo esta noche al pub que vimos el otro día”, dice ella. “No me apetece mucho, estoy cansado. Mejor vamos mañana”, contesta él. Pero a ver, ¿cansado… de qué? Pues de estar tumbado porque, como se suele decir, cuanto menos haces menos quieres, así que, otra vez con movidas. De hecho, se han dado casos de recién casados que, a la vuelta de la luna de miel, deciden separarse, ¿Qué tendrán las vacaciones que tanto alteran?

Los solteros que deciden viajar con los amigos no se libran de esta tortura. Suelen buscar cosas más bien baratas y por internet, total, cuando no están en la playa o visitando cosas, estarán de fiesta. La habitación sólo para dormir y por si hay alguna aventurilla veraniega. Aquí lo difícil es elegir el destino y lo que se hará durante el viaje. Unos votan por hacer el Camino de Santiago: “Que sí, hombre, ¡que va a estar genial! Es toda una experiencia”. Por otra parte están los que adoran ir de fiesta: “¡Ibiza, Cuba, Punta Cana! ¡Vamos a quemar la noche!”. A ver, que no es por no ir pero que para fiesta me quedo en mi ciudad y no me gasto un dineral en un viaje para sólo vivir de noche y dormir de día, que eso se puede hacer en invierno ¿no?

Finalmente, se decide hacer un viaje mixto que incluya algo cultural y, a su vez, playita y terrazas nocturnas: Las Islas Canarias.
Personalmente, considero que más de cinco personas son demasiadas para viajar, siempre será más complicado ponerse de acuerdo.

Mi amiga Sonia, siempre impecable y glamurosa, no prescinde nunca de sus zapatos de tacón. Con lo cual, no puede ir rápido, le cuesta andar por calles empedradas y, como se cansa antes, pide que descansemos cada media hora.

Roberto es también de poco andar. Es un chico encantador y que ameniza las veladas como nadie con sus chistes y chascarrillos, pero le va más el picoteo y la cervecita, bueno, y que no falte el aperitivo, claro.

Sandra es la reina de la noche. Ve una discoteca y nos quiere arrastrar como sea, “sólo 20 minutos” nos asegura, pero acaban siendo dos interminables horas. Habla con los relaciones del local y siempre se las ingenia para que nos hagan descuentos en las consumiciones. Eso sí, olvídate de despertarla por las mañanas, no se mueve.

Nos cuesta ponernos de acuerdo pero, finalmente, llegamos a un consenso, eso sí, no sé por qué, salimos perdiendo los de siempre.

Vayas como vayas y a pesar de ir con gente que conoces de siempre las vacaciones pueden complicarse por pequeñas cosas. Lo importante es tener paciencia, saber respetar a los demás (y que nos respeten, claro) y que cada uno haga de su tiempo lo que más le guste. Pero ante todo hay que disfrutar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario