viernes, 5 de agosto de 2011

En la orilla (**Erótico**)

Entro en el recinto de apartamentos, ya es tarde y mañana quiero aprovechar el día. Me han hablado de una preciosa playa con calas en la que se puede disfrutar del sol y el mar en plena soledad, sin que nadie pueda perturbar el silencio que la naturaleza te ofrece. Me duelen los pies, me quito las sandalias y las sostengo entre las manos. Mi vestido blanco se mueve con la suave brisa y me detengo a respirar el aire fresco de la noche. Voy hacia los ascensores, oigo pasos y me giro. Te acercas y esperas detrás de mí, se abren las puertas y entramos. Pulsas la quinta planta, yo la tercera. Cada uno en una pared, evitamos que nuestras miradas se crucen pero sé que me miras de reojo, buscas mi escote, me miras de arriba abajo fijándose en el detalle de las sandalias en la mano que te hace sonreír. Por un breve instante nuestros ojos se encuentran justo cuando se van a abrir las puertas y me giro. Sé que me observas, sé que te detienes en mis caderas y mi nuca humedecida por el calor de la noche. Salgo y me giro para desearte buenas noches y las puertas se cierran. No sé si le volveré a verte pero realmente eres atractivo.

No me levanto excesivamente pronto, preparo mis cosas y voy donde me han indicado: una playa de arenas blancas, pequeños refugios de rocas y un agua cristalina recorre todo el horizonte. No hay nadie, elijo uno de los refugios de rocas y me desprendo de toda mi ropa. El sol broncea cada centímetro de mi piel, tengo calor y necesito refrescarme. Justo cuando voy a salir veo a alguien… ¡eres tú! No apartas la mirada de mí, al igual que yo no esperabas a nadie, te ha sorprendido verme pero no puedes apartar tus ojos de mis pechos. Eso me hace sentir incómoda pero no quiero que lo notes y sigo andando como si no estuvieses. El agua roza mis pies y se me eriza el vello de los brazos, está un poco fría. Sigo andando hasta que el agua me llega a las nalgas. No te veo, no sé qué haces y no quiero girarme pero tengo la sensación de que me sigues observando y por eso quiero provocarte. Meto una de mis manos en el agua y me mojo la nuca, dejando que las gotas recorran mi espalda, vuelvo a agacharme de forma sugerente para mojarme los brazos, lo hago despacio, deleitándome, como si el agua me estuviese acariciando. Me gustaría girarme, ver tu reacción y si ha surtido efecto. Mis pechos se han encogido por el cambio de temperatura pero noto la excitación en mi cuerpo. Me sumerjo y voy nadando para bordear las rocas de aquella cala y al volver me choco contigo. Nos sonreímos y al alejarme rozo una de tus manos, como si quisiera cogerla, como si quisiera decirte que me siguieras.

Ya en la orilla, me tumbo boca abajo para tomar el sol mientras el agua va refrescando mis piernas e incluso mis caderas. Veo que te sientas no muy lejos de mí, con las piernas extendidas. Se nota que también estás excitado aunque estás intentando controlarlo, recorro tu cuerpo con la mirada y desearía poder tocarte, sentirte más cerca para acariciarte. Volvemos a mirarnos y te sonrío a la vez que te hago un gesto para que te acerques. No nos decimos nada, no lo necesitamos, nuestros cuerpos hablan por nosotros y se desean. Te sientas a mi lado y uno de tus dedos hace dibujos sobre la parte trasera del muslo, subes por el glúteo te desvías a los costados y bajas por la espalda. El agua vuelve a mojar mis nalgas y las gotas dan un aspecto brillante a mi cuerpo. Siento como haces más presión sobre mi piel y tu mano masajea mi nalga izquierda. Abro un poco las piernas y aprovechas para descender lentamente hasta que siento cómo uno de tus dedos me acaricia de arriba abajo, haciendo movimientos suaves y pequeños y poco a poco a metiéndose en mi interior.


No sé si es el agua o soy yo pero siento que la humedad invade mi cuerpo, tengo los labios secos y dejo escapar un pequeño gemido. Me aprieto a ti y alargo mi mano para tocarte. Me apoyo en tu rodilla y voy subiendo por el muslo interno, me detengo y doy un pequeño respingo al notar dos dedos dentro de mí. Te acercas más aún y acaricio tus ingles. Tu erección ya es completa y dejo que mi mano te acaricie, subiendo y bajando al mismo tiempo que la tuya. Mojo mis dedos y hago círculos en la punta descendiendo por el tronco y rozando tus testículos. Tu respiración se acelera y dejas escapar varios gemidos. Nos estamos tocando a la vez, sintiendo el calor del sol y el agua que nos sorprende y nos refresca. Estamos excitados y nuestros cuerpos quieren más. Te ladeas y empiezas a besar mis hombros y mi espalda. Mis pechos se encogen al sentir tus labios y se me eriza la piel. Te colocas encima de mí, mordisqueas mis orejas y tu lengua recorre mi cuello en busca de mi boca. Levanto mi espalda y ladeo el cuello para en busca de tus labios. Nos besamos con pasión y deseo mientras tus manos tocan mis pechos erectos.


Me tumbas, me abres un poco las piernas y noto como te colocas. Siento como va metiéndose poco a poco, duro y te aprietas más a mí. Notas el calor, la humedad, el agua… sientes como las paredes se abren, un suave cosquilleo que recorre todo tu miembro y te llena de placer. Subo las caderas y sigo tus movimientos, sales para volver a entrar, sin prisas, deleitándote dejándote llevar por las sensaciones. Me agarro a tus brazos y te digo que sigas, arqueo la espalda para sentirte más dentro y las embestidas cada vez son más rápidas. Sientes como mi respiración se acelera, mis gemidos son cada vez más intensos. Sigues empujando agarrándome de los hombros, estoy acercándome al orgasmo, mis paredes se contraen cada vez más y más y ya no puedo contenerme. Clavo las uñas en la arena y mis contracciones te hacen llegar al orgasmo casi a la vez. Los dos gemimos y nuestros cuerpos se tensan del placer que nos invade. Te dejas caer hacia un lado, los dos boca arriba, recuperando el aire y dejando que las olas se lleven los restos de nuestro intenso encuentro.

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