domingo, 24 de julio de 2011

Nosotras... ¿Así somos o así nos pintan?

Las mujeres somos demasiado ingenuas. Eso o somos incapaces de eliminar los estereotipos que se consideran propios de nuestro genero, estereotipos que las revistas femeninas no dejan de promover. Lo que me resulta más contradictorio es que nos gusta acudir a ellas como si fueran la solución a dilemas trascendentales: ¿pintalabios rojo pasión o gloss? ¿Minifalda con alzas o pantalones bombachos con sandalias playeras? Somos tan incrédulas que nos leemos reportajes del estilo de “100 maneras de decirle que te gusta”, “Saca tu lado más irresistible” o “Los mejores trucos para sorprenderle en la cama”. No es que te cuenten nada nuevo, o puede que sí, pero intercalan en el texto comentarios de gente que les ha contado su caso como por ejemplo lo siguiente: “Tomás, de 25 años nos dice que “cuando mi novia fue a buscarme a la oficina para comer y en el restaurante me dijo que no llevaba nada debajo de la falda… me dio un subidón increíble. Era algo que no me esperaba de ella y me encantó. Ahora siempre intentamos innovar para no caer en la rutina”. Me gustaría saber dónde buscan a estos lectores con historias tan originales, siempre relatan cosas que ni se te habían ocurrido. Y es que, tanto en este tipo de reportajes como en los miles de test que te proponen sobre cuestiones de pareja, buscamos respuestas, buscamos el remedio infalible para acertar con los hombres olvidándonos de la vida real.

Recientemente una publicación femenina planteó este tema: “10 gestos que le conquistarán” Pues bien, vamos a comprobar si lo que dicen se ajusta o no a la realidad de nuestra vida diaria.

Ser Sexy: Estamos de acuerdo en que una imagen vale más que mil palabras y que hay que cuidarse pero ¿ser sexy implica llevar escotes vertiginosos o pantalones ajustados? Puede que ese tipo de indumentaria no nos favorezca así que, olvidémonos de ser las divas de la noche o las reinas por un día. Incluso si acudes muy sexy a una cita, es probable que te desnude con la mirada y sólo quiera conseguir una cosa, sin preocuparse por conocerte. Tanto en maquillaje como en ropa lo adecuado es utilizar aquello que te gusta, con lo que estás cómoda y que sabes que te favorece. Creo que a todas nos queda claro que un chándal, aunque sea cómodo, no es la vestimenta adecuada para una cena con velas pero siempre hay algo en el armario que sabes que te sienta bien. En definitiva, no hay que ser sexy por gustarle a él sino que nos ponemos guapas para gustarnos a nosotras mismas y si nos gustamos a nosotras, gustaremos a los demás, llevemos lo que llevemos.

Hazle Reír: De acuerdo, el buen humor siempre es importante y, de hecho, las personas simpáticas nos resultan más agradables pero ¿tengo que contar chistes o tengo que reírle los suyos? Ni lo uno ni lo otro. Hay que ser natural y ser una misma. Si no se te ocurre una frase graciosa sobre un tema determinado que estéis tratando, ¡no pasa nada! A esa persona tenemos que gustarle tal y como somos, seamos vergonzosas, extrovertidas, serias, alocadas… y si no le gustas es que no ha sabido apreciar tu verdadero yo, así que, probablemente no era el hombre adecuado.

Dale sexo: ¿Cómo? ¿Acoso soy una máquina expendedora? Vamos, como las máquinas de café de mi oficina, sólo que en lugar de apretar el botón para que te de un vaso de café aguachinado con leche, lo que daría sería otra cosa. En una pantalla se puede leer “Haga su selección”. Él aprieta un botón y una voz femenina (un poco al estilo de las gasolineras) dice “ha elegido usted postura del misionero”… hombre clásico que empieza por lo básico pero se queda atónito cuando lee otra opción “Sexo oral mientras ves un partido de futbol”… lo aprieta sin pensarlo dos veces, juntar las dos cosas que más le satisfacen en un mismo momento debe ser increíble, lo único que ¿Cómo cantará el gol? También le gusta la opción de “Sexo en la mesa de la cocina” lo aprieta pero la voz le dice “producto agotado” y esas palabras también aparecen en la pantalla. Justo cuando se va a ir lee “Sexo en postura perrito”, a la mayoría de los hombres les gusta así que la tentación le puede y vuelve para seleccionarlo pero “no tiene suficiente crédito”. Ni nosotras somos objetos inertes ni somos de piedra, nos gusta que nos den placer igual que nosotras lo damos, por lo tanto, en el juego de la pasión la reciprocidad es importante. ¿O acaso va a pensar en sí mismo y te deja a medias? Si hace eso ya sabes que no sabe trabajar en equipo.

No compromiso: Supuestamente tienes que decirle que no quieres compromiso para que se muera de ganas por estar contigo. Pues bien, si a un hombre le dices que no quieres compromiso él lo entenderá de una forma literal “Nada de compromiso”. Eso le permite hacer lo que le apetezca porque no tiene nada serio contigo ni lo va a tener, así que puede buscarse otras amigas con las que compartir sus ratos libres. Le llamas un día para quedar a cenar y el te dice “lo siento, es que ya he quedado con una amiga para ir al cine”. Esa amiguita seguramente acabe en su cama una vez terminen de ver la película y, aunque no tengas nada con él, te molesta. Sí, te molesta porque, independientemente de lo que quieras tener con el muchacho, no es lo mismo intuir que pueda estar con otras a saber que efectivamente se va con otras. Te duele el orgullo de mujer de pensar que no eres la única que ha sido capaz de conquistarle y en tu fuero interno surge ese resentimiento que te hace pensar “¿Sí? Pues yo también voy a hacer lo mismo… ¿quién se ha creído que soy?”. De nada sirve marcar límites desde el comienzo, las pretensiones de cada uno van a salir a la luz por sí solas, hay que ver cómo evolucionan y dejarse llevar por los acontecimientos. Nunca se sabe lo que puede pasar.

Dale libertad: Partiendo de la base de que no vamos haciendo prisioneros a nuestro paso, no puedes dejar a nadie que sea libre de hacer lo que quiera si no es nada tuyo. Es decir, si ya es tu pareja no tienes que conquistarle, sólo mantener la conquista día tras día. Tanto si estáis juntos como si sólo es un amor pasajero, él puede salir con sus amigos igual que tú con los tuyos, no por una cuestión de conquistar simplemente porque es bueno que cada uno tenga una cierta independencia.

¿Vemos el futbol?: Está muy bien que quieras adaptarte a sus gustos y que intentes involucrarte en sus aficiones, pero de ahí a esperarle en casa sólo con una camiseta de su equipo favorito…. Va un trecho. Si te gusta el futbol estará encantado de que lo veas con él, pero si no es así, no finjas, mientras él esté entusiasmado gritándole al árbitro tú estarás aburrida, se notará y quedará mucho peor que si desde el principio eres sincera.

Hazle la cena: Se cae en el tópico de que a los hombres se les conquista con el estomago. Puede que aún sea cierto pero, en los tiempos que corren en los que nosotras trabajamos igual que ellos, buscamos hombres independientes que sepan valerse por sí mismos y no dependan de las faldas de sus madres o de otra mujer que la supla para hacerles la comida. Si supiese hacer “Risotto con setas y pollo con salsa de frutos rojos, aderezado al Pedro Ximenez” entonces trabajaría de cocinera en algún restaurante famoso y no delante de un ordenador ocho horas al día. Además, a nosotras también nos gusta que nos sorprendan con una cena con velas, aunque haya hecho un simple plato de pasta, la intención es lo que cuenta.
No te enfades: Para ver a alguien sentado como un tonto delante del televisor sin ganas de hablar y sin poder contarle el día que he tenido, casi en lugar de querer tener pareja me compro un oso de peluche gigante que, al fin y al cabo, hará la misma función ¿no? Sí, puede que hombres y mujeres tengamos ciertas diferencias a la hora de comunicarnos, que nosotras seamos más expresivas y emocionales y ellos más prácticos y racionales pero la gracia del asunto es intentar llegar a un entendimiento, muchas veces no será posible, incluso diremos que no les entendemos y ellos dirán lo mismo de nosotras, pero hay que intentarlo. De acuerdo, no hay que llegar al dramatismo y fomentar el victimismo llorando por nada, pero a él le gustará que le escuches cuando realmente lo necesite y él hará lo mismo si realmente le importas.

Improvisa: Con ellos la improvisación es casi imposible porque el día que le propongas ir a visitar Segovia, él te dirá que ya ha quedado con los amigos por la tarde para jugar al pádel. Le insistirás bromeando como si fueras una niña pequeña pero no funcionará, le dirás que te hacía mucha ilusión, y te dirá que lo dejáis para el próximo fin de semana. En tu último intento desesperado de convencerle le dices que hacéis pocas cosas juntos… craso error, eso suena a reproche y ya no tienes nada que hacer. Eso sí, cuando él quiere improvisar… échate a temblar. Tú ya tienes planes con unas amigas y te plantea ir a la sierra, le dices que no puedes pero insiste y empieza a tocar la vena sensible diciéndote que lo pasareis bien, que estaréis los dos solos, que con tus amigas puedes quedar cualquier otro día y que es una buena oportunidad para hacer cosas juntos. Eso te hace recapacitar y acabas cediendo. Si quieres hacer algo, díselo en ese momento, no esperes a que sea más tarde y ya tenga planes, y si no puede, concretar un día, no es necesario que planifiquéis cada salida pero al menos asegúrate de que no tiene otros planes.

¿Reproches?: Los reproches no son buenos se los hagas a quien se los hagas. No es necesario que le recuerdes constantemente que se equivocó pero si que tenga en cuenta tu opinión para otras ocasiones o que si ha hecho algo que, de una forma u otra, te haya dolido debe saber que ha actuado mal y disculparse. No será fácil perdonar pero si le importas y te importas al final las peleas siempre acaban en agradables reconciliaciones.

Estos diez consejos me recuerdan a los panfletos que repartían en los años veinte con recomendaciones para ser una buena esposa: ten la comida preparada cuando tu marido llegue a casa, como llegará cansado del trabajo déjale descansar mientras friegas los platos y das de comer a los niños, ponte guapa para recibirle y complácele en la intimidad para que siempre esté sonriente y feliz… Y así podríamos seguir describiendo lo que se consideraba el estereotipo femenino de aquella época. Ahora estamos en el siglo XXI, donde poco a poco las mujeres somos algo más que objetos de una casa o el juguete sexual del hombre, sin embargo, seguimos manteniendo esa vieja imagen de la mujer.

Lo mejor para conquistar no es tener un planing de diez cosas que hay que hacer, sino ser una misma y dejarse llevar por la situación. Si conectas con esa persona lo notarás rápido y te plantearás el famoso ¿Y ahora qué? Sólo hay una forma de descubrirlo… nunca se sabe qué puede pasar.

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