sábado, 14 de enero de 2012

El Placer de la Oficina (**Erotico**)

Entre risas y bromas acabamos visitando tu despacho. Todo estaba en silencio, mesas vacías, ordenadores apagados, no había nadie que pudiera ser testigo de una visita fuera de horario de oficina. A la entrada el mostrador de recepción, un pequeño pasillo lleva a una sala con tres mesas y una sala de reuniones. Tu despacho está al fondo. Una amplia mesa, una silla con respaldo negra y una mesa redonda con cuatro sillas, para reuniones urgentes.

Sin quererlo, mi indumentaria hace juego con el lugar. Falda negra, ajustada a las caderas, que no sobrepasa las rodillas, medias negras y zapatos de tacón. Podría ser tu secretaría, llevarte la agenda e informarte de las llamadas más importantes. Sentada en el borde de la mesa, con las piernas cruzadas, paso a detallarte el orden del día. Lo primero, fuera la chaqueta, hace demasiado calor, lo segundo, tus hombros están tensos y así es imposible trabajar. Desabrocho los tres primeros botones de tu camisa y masajeo tus hombros, dejando que mis dedos recorran tu nuca y, poco a poco, se bajan por tu pecho. Ligeramente acerco mis labios, mi lengua se desliza por tu cuello, acercándome al lóbulo de tus orejas para mordisquearlo suavemente. Sigo desabrochando los botones que aún quedan y te quito la camisa. Mis manos se esmeran en tu espalda mientras me voy acercando a ti y sientes la forma de mis pechos tocándote. Apoyo tu cabeza en ellos y entre caricias y besos consigo descongestionar tus sienes. Mis dedos se pierden por tu pelo, te acaricio por detrás de las orejas y acaricio tu suave barba que tanto me excita, masajeando la barbilla mientras con la punta de mi lengua dibujo la silueta de tus labios. Te beso lentamente, buscando jugar con tu lengua y mordisquear tus labios a la vez que mi pelo va cubriendo tu rostro, dejando que caiga por tus hombros y su suave roce hace cosquillas en tu piel.

Me siento encima de la mesa. Me descalzo, abro las piernas y pongo los pies sobre tus piernas, subiendo hasta tu entrepierna. Te acaricio suavemente mientras me voy quitando la camisa y el sujetador. Noto como se va endureciendo al roce de mis pies y tu respiración empieza a acelerarse. Me levanto y me acerco a ti. Acaricias mis pechos, juegas con ellos, los besas, los lames… Siento el calor de tu lengua rodeándolos mientras tus manos me sujetan fuertemente las caderas. Consigues desabrocharme la falda que cae a mis pies. Tus manos acarician la parte interna de mis muslos, subes y te quedas entre mis piernas, acariciándome por encima del tanga negro y sintiendo la humedad de mi cuerpo. Cada vez estoy más excitada y al notar tus dedos, un escalofrío recorre mi cuerpo. Beso tus labios y desciendo por tu pecho mientras me voy arrodillando frente a ti. Dejo que sientas el calor de mi boca, mi lengua serpenteando y ascendiendo por la parte interna de tus muslos. Noto como tu cuerpo se tensa, como tu respiración se acelera y tus gemidos llenan la habitación, el único sonido que rompe el silencio.

Me levantas en vilo y me tumbas encima de la mesa. Te excitan mis medias de liguero y sientes el calor de mis muslos sobre tus caderas mientras vas adentrándote con fuerza en mi interior. Los movimientos cada vez son más rápidos, más apasionados. Tus besos me provocan, tus caricias me enloquecen, todo tú me haces vibrar. Pequeñas punzadas de placer tensan mis músculos, y comienzo a sentir un suave cosquilleo que me abre las puertas del máximo placer. Gemimos a la vez, casi gritamos, nuestros cuerpos se tensan. Exhaustos y relajados volvemos a vestirnos entre risas por haber jugado al jefe y secretaria, ahora tendremos que repetir intercambiando los papeles.

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