Sin
lugar a dudas, mucho podemos quejarnos de los hombres, de hecho, da para
escribir libros y libros e incluso llevarlos al cine como ha sucedido con
“Juego de Tronos”, un exitazo en toda regla que parece que no se acaba nunca. Y
la verdad es que las mujeres nos quejamos de los hombres con razón, porque
estoy convencida, (convencidísima) de que alguna vez habréis dicho a vuestra
pareja “¡eres como un niño!” o “¡no me escuchas!”. Pensad y se os ocurrirán
cientos, miles de quejas pero y ellos ¿tienen de qué quejarse? Pues sí y, por
lo visto, más de lo que creemos.

Lo
siento, no soy una mujer: Según ellos, queremos que piensen cómo nosotras o, al
menos, de la misma manera que lo haría una mujer y, sinceramente, es imposible.
Si estás esperando que tu pareja entienda por qué te encantan los bolsos o qué
te impulsa a cabrearte cuando se queda embobado en el sofá viendo la televisión
sin hacer nada, lo llevas claro, puedes esperar sentada por los siglos de los
siglos. A ver, que quede claro para todas (y me voy a incluir que a veces se me
olvida), ellos son hombres y piensan como hombres, no hay más. Cuando le gritas
enfurecida “¡es que no me entiendes!”, efectivamente, no te entiende porque no
puede entenderte. Nosotras damos importancia a cosas que para ellos son
menudencias como por ejemplo la ropa. La mujer dedica mucho tiempo en encontrar
el modelito adecuado que le quede bien, que no haga gorda y que haga juego con
los zapatos. El hombre abre el armario y coge unos pantalones cualquiera y
cualquier camisa limpia que haya, sin importarle el color. Ellos no tienen la
regla, así que, deja de quejarte porque no sabrán nunca lo que duele, lo
incómodo que es y el susto que te llevas si no te llega en su momento. Eso sí,
no les quedará más remedio que aguantar estoicamente el chaparrón de los
cambios de humor durante los días que te toque, y eso ¡mes a mes! Desde aquí,
un aplauso por esos hombres valientes.

Generalizaciones,
no, por favor: Los hombres están hartos de que generalicemos con ellos. El que
hayas tenido un ex novio celoso no implica que el siguiente lo vaya a ser y no
tienes que volcar en el futuro novio aspectos negativos que conociste en el
pasado. El que venga será otra persona distinta, con sus virtudes y defectos
que tendrás que descubrir. Y si realmente descubres que es como tus antiguas
parejas, plantéate que el problema es buscas al mismo tipo de hombre ¡una y
otra vez! Aún así, y a pesar de que las generalizaciones no son buenas, son
inevitables y ellos también pecan en eso.
¡Estáis
todas locas!: Una gran generalización por parte de los hombres que tiene un por
qué. Ellos no entienden que digamos o pensemos una cosa y
luego hagamos justo lo contrario. He escuchado a muchas mujeres decir “él a mi
no me controla”, “no voy a hablar con él nunca más”, “voy a dejarle porque veo
que no me quiere”… y sin embargo, demostraban que las controlaban, que volvían
a hablar con él y que, por supuesto, no le dejaban. El amor nos ciega y nos
convierte en seres irracionales, aunque hay que decir que los hombres
también tienen estos momentos de “locura” y aunque sepan que tienen que olvidar
ese “amor” que no les conviene… ¡no lo hacen!
¿Cuándo
te toca a ti?: Desde siempre se considera que es el hombre quien tiene que
tomar la iniciativa para todo o casi todo.
Es cierto que en las últimas generaciones esto ha cambiado y son incluso
ellas las que más toman la iniciativa pero, a pesar de esto, ellos quieren que
actuemos, que seamos nosotras las que decidamos y que no esperemos a que nos
“roben” un beso, sino que se lo demos o que si queremos ganas de sexo, lo
busquemos. Pero esto no es nada sencillo porque los roles sociales, la
cultura y la educación recibida ejercen una gran influencia en nosotras y la
actitud ante el hombre.
No
soy el malo: Cuando no encuentras las lleves de casa ¿a quién echas la culpa? A
tu pareja. Seguro que piensas que él te las ha cambiado de sitio y por eso
ahora no las encuentras aunque la verdad es que eres un poco despistada y no
tienes ni idea de dónde las has puesto. Lo que sí es cierto es que le
culpabilizamos de todo en la mayoría de los casos, muchas veces con razón y
otras les culpabilizamos simplemente porque sí (principalmente porque hemos
elaborado una teoría conspiratoria en nuestra contra por su parte).
Tanto
ellos como nosotras tenemos motivos para quejarnos del otro pero también
deberíamos resaltar las cosas buenas, esos pequeños detalles que demuestran
mucho. Por eso, voy a disfrutar del desayuno que me ha traído a la cama: zumo
de naranja, café y una tostada... ¿no es adorable?
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