domingo, 8 de diciembre de 2013

Mujer y Sexo

Hay hombres que creen saber todo sobre la sexualidad femenina pero a la hora de la verdad desconocen mucho sobre nosotras y el sexo. Y, por supuesto, hay que añadir clichés sociales y culturales y los tabúes y perjuicios que aún se mantienen sobre la sexualidad de la mujer. ¿Os habéis fijado lo fácil que resulta la penetración en una escena de cama en cualquier película? Se tiran en la cama, ella abre las piernas, él se coloca y… chim-pum, ya está dentro. Ni previos, ni toqueteos ni nada de nada, bueno, es que no tienen tiempo ni de disfrutar de los besos y caricias, parte importante para una conclusión apoteósica. ¡Ah! Y sin olvidar la tan recurrida postura del Misionero. ¿Acaso no hay más que se recurre siempre a la misma? Las mujeres tenemos gustos y fantasías sexuales igual que cualquier hombre, algunas las compartimos y otras son diferentes, en definitiva, nos gusta el sexo y queremos tener sexo.

Pero realmente ¿qué nos gusta que nos hagan? ¿Somos fáciles de complacer? Nos gusta todo aquello que nos haga sentir. El hombre es visual, imagina con la vista y su excitación pasa de 0 a 100 en un segundo mientras que la mujer es más sensitiva, requiere su tiempo y necesitamos las caricias y los besos para excitarnos y no únicamente entre las piernas sino por todo nuestro cuerpo. El “SENTIR” lleva a “EMOCIONES”. En el sexo buscamos complicidad con el otro, que haya pasión y algo de ternura para sentirnos deseadas. ¿Qué postura preferimos? En este sentido cada mujer tiene sus preferencias y las variantes son infinitas, desde estar encima para poder controlar la penetración hasta estar tumbada boca abajo o incluso de lado. La elección de una u otra dependerá del rol en el que se encuentre más cómoda (sumisa, dominante, activa, pasiva…) y, sobre todo, aquella con la que el orgasmo sea más sencillo.

En la sexualidad femenina hay ciertos puntos controvertidos. Uno de ellos es la práctica del sexo oral a la mujer. Se puede decir que practicárselo al hombre ya se considera normal, se da por sentado que al hombre le gusta, sin embargo, hay hombres que se muestran reticentes o que ni se plantean hacérselo a la mujer, así como también hay mujeres que lo ven como algo desagradable. Está claro que la anatomía es totalmente distinta y que la higiene es muy importante, pero ¿acaso el pene no tiene los mismos inconvenientes? Pues señores, tampoco es una maravilla vuestra “cosita” porque también puede oler, saber, tener vello y sus fluidos no son precisamente un estupendo manjar. Otro asunto delicado es la masturbación femenina y el uso de “juguetes”. Sucede lo mismo que en el caso anterior, la masturbación femenina aún es un tabú, de hecho, muy pocas mujeres son capaces de afirmar abiertamente que lo hacen y no nos engañemos con la “falsa libertad” de la sociedad actual. Socialmente se sobreentiende que el hombre lo hace, se ve como algo natural e incluso necesario, tanto es así que si alguno es capaz de afirmar que no se toca, se le tacha de “raro” o que tiene algún problema. Por tanto, si no es malo para el hombre, ¿por qué tiene que serlo para la mujer? Tampoco hay muchas féminas que afirmen usar juguetes sexuales, es algo que se lleva más en la intimidad y en el secreto. Lo curioso del tema es que hay un amplio mercado de estos artilugios para nosotras y no tanto para ellos, que se han tenido que conformar con las muñecas hinchables y sólo hasta hace relativamente poco se han empezado a comercializar otras variantes.

Y ya que hablamos de elementos adicionales, el mercado pornográfico se ha dirigido principalmente al sexo masculino. No es que las mujeres no vean películas porno, sino que mayoritariamente el perfil del consumidor suele ser hombre y, por ese motivo, se da más relevancia a las fantasías masculinas que a las femeninas en dichos metrajes. No obstante,  me veo obligada a decir que el porno ha hecho mucho daño al sexo. ¿Por qué? Porque hombres hechos y derechos se lo creen todo y demuestran tener ideas preconcebidas. El cine X es útil para el divertimento y placer pero es eso, ¡cine! Por otra parte, parece que las fantasías y deseos sexuales de la mujer empiezan a reflejarse en la literatura, de ahí el éxito de la famosa trilogía erótica “Cincuenta Sombras de Grey”, que en breve se va a llevar a la gran pantalla, y la proliferación de libros eróticos dirigidos a un público principalmente femenino.


En este punto, cualquier hombre se preguntará, ¿cuáles son las fantasías sexuales femeninas? En general fantaseamos con situaciones que no nos atreveríamos a hacer en la vida real o que no seríamos capaces de hacerlas, como por ejemplo lugares públicos o concurridos o utilizar complementos como esposas, correas o fustas. También imaginamos tríos, principalmente con dos hombres aunque también con otra mujer, sólo que en este último caso pocas se atreven a confesarlo. Y por supuesto, fantaseamos con hombres buenorros de fuertes brazos y cuerpos perfectos, que nos satisfacen de mil maneras posibles y son inagotables. A esos hombres les asignamos un prototipo y nos inventamos una historia en la que trascurre todo el proceso de seducción y sexo. Puede ser un jovencito mecánico lleno de aceite y sin camiseta, el monitor del gimnasio que te ayuda a estirar después del entrenamiento, el policía que está a punto de ponerte una multa y que es irresistiblemente atractivo o el bombero que ves cada mañana haciendo abdominales. Estos hombres “espectaculares” de nuestra imaginación pueden ser de otros países y culturas, ofreciendo un morbo añadido de lo diferente y desconocido. Todo lo relacionado con la sexualidad de la mujer está dentro de un halo de misterio y, sobretodo, existen muchos tabúes que provocan la aparición de mitos o equívocos. Para empezar, el clítoris no es un botón que simplemente se aprieta, es mucho más y está conectado a una gran cantidad de terminaciones nerviosas, por lo tanto, es muy sensible y si se cuida y se trabaja con esmero los resultados serán increíbles. También hay que recordar que los pechos no son masas de harina para hacer pan ni los pezones son protuberancias para retorcer o pellizcar. Cada mujer tiene un nivel de sensibilidad en los pechos y para algunas, será placentero que se toquen con más intensidad mientras que otras requieran más suavidad en el roce.  

El gran mito por excelencia “El tamaño importa”. Pues bien, ni vamos a ser hipócritas ni excesivamente bondadosos: el tamaño tiene una importancia relativa. ¿Por qué? Porque sí, un tamaño impresiona pero eso no quiere decir que nos guste, es más, cuando al tacto sientes que tu compañero sexual tiene un miembro de gran tamaño lo primero que piensas no es “¡OH, qué bien, es enorme!”, no, lo que piensas es “¡Madre mía! ¿Eso me va a entrar?” y ya vas con un poco de cuidado por si te va a hacer daño. En estos casos, el susodicho ha de ser muy hábil para preparar el terreno lo suficiente para que entre con suavidad y no como si fuera una Boa Constrictor. También hay que tener en cuenta el grosor, mucho más importante que la longitud aunque en ambos casos un tamaño grande dificulta el sexo oral e incluso anal…no es necesario explicar el por qué. A este respecto, se olvida que nosotras también tenemos unas medidas y hay un tope.  Es decir, si una erección de unos 18cm es el tamaño perfecto para una mujer en particular (cada una tiene unas medidas distintas y admitirá tamaños distintos), más supone dolor y menos no sentirá tanto. Así que, hombres, desprenderos de esa idea absurda de que el tamaño importa pero no os confiéis pensando que “lo importante es que funcione” porque funcionará en tanto en cuanto se adapte a la compañera de cama y del estupendo trabajo que seas capaz de hacer.

Y no podemos olvidarnos de dos etiquetas que la mujer ha adquirido en el sexo. La primera es que no nos gusta el sexo (siempre se menciona la excusa del “dolor de cabeza”), y es un gran error, que no queramos tener relaciones sexuales en un momento dado (principalmente porque nos hayamos enfadado con nuestra pareja) no implica que no nos guste el sexo y es perfecto para quitar dolores de cabeza y estrés. Y la segunda, es que preferimos hacerlo a oscuras (lo que implica considerarnos vergonzosas), y no, a nosotras también nos gusta ver lo que tenemos delante, así que, unas velitas o una luz tenue y todo resuelto.

Poco a poco, la mujer se ha aceptado a sí misma y su sexualidad, algo que ha permitido que tengamos más poder de decisión al respecto. Si te gusta cómo te lo hace, DÍSELO, si no te gusta, ENSÉÑALE, si quieres sexo, PROPÓNSELO y, sobre todo, NO TE CORTES.





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