viernes, 9 de octubre de 2015

Mindfulness

Últimamente se ha puesto muy de moda el Mindfulness, o lo que es lo mismo, el “Aquí y Ahora” que ha promulgado el Yoga desde tiempos inmemorables, lo que pasa es que ahora queda más “fashion” llamarlo así. Está más que comprobado que el Yoga y otras técnicas de relajación que promulgan este concepto son muy saludables y no solo ayudan a mantener una mente sana sino también un equilibrio entre cuerpo y mente. Sin embargo, eso de vivir el “Aquí y ahora” puede que no sea del todo realista teniendo en cuenta la pura realidad biológica, es decir, nuestro cerebro. Según una serie de estudios científicos, el cerebro tarda unos 3 segundos en procesar la información que recibimos, por lo tanto, estamos permanentemente manejando datos pasados. Que incoherente ¿no? No pretendo hacer de este artículo un texto científico pero de lo que sí quiero hablar es de nuestra forma de ver el pasado, el presente y el futuro.

Por una razón que no logro entender, pasamos más tiempo pensando en el pasado y en el futuro que centrándonos en el presente. Vivo ejemplo de ello son muchas de mis amigas que continuamente se empeñan en rememorar el pasado, sobre todo lo negativo, y hacer miles de planes a futuro que acaban quedando en sus fantasías. Mi amiga Liliana cada vez que conoce a un chico nuevo le aplica actitudes y comportamientos de los hombres con quienes ha tenido malas experiencias. No se da tiempo a conocerles, empieza a agobiarse y a dar por hecho que las cosas son como ella las ve. Muchas veces me dice “¿ves? Te digo que está pasando de mi, está claro”. Por otra parte, otra de mis amigas sigue sin superar la ruptura con su ex después de dos años y le sigue teniendo en la cabeza.  A ver, siempre es complicado y cada uno tenemos un tiempo para asimilarlas, a unos más a otros menos, pero nunca se va a superar si día si y día también se rememora el pasado, de esta manera no se consigue avanzar. Esto demuestra que el Amor es el que más tiempo se queda anclado en el pasado pero también nos sucede con otros aspectos de nuestra vida. Puede que nos arrepintamos de no haber hecho algo (los famosos “y si hubiera”), que pensemos en amistades perdidas, que sintamos remordimientos por algo que hicimos mal... Evidentemente  recordar el pasado no siempre es malo, también nos hace recordar buenos momentos vividos o a personas queridas pero lo realmente importante es la forma en la que vamos a asimilar esas experiencias pasadas.

Si vivir en el pasado no es bueno, estar continuamente pensando en el futuro tampoco es alentador. Conozco personas que planifican a largo plazo y se comportan como el cuento de “La Lechera”: cuando tenga dinero, podré comprarme un hermoso vestido, tener una casa grande, trabajaré en lo que me gusta, podré viajar... Suelen ser personas ambiciosas y que curiosamente todo eso lo quieren conseguir lo antes posible. También hay quienes tienen totalmente determinado los momentos importantes de sus vidas: me casaré a los 29 años, tendré 3 hijos, viviré en una casa con piscina... Y tanto unos como otros, si ven que sus planes no llegan cuando ellos pensaban o no salen las cosas como querían, se llenan de frustración. Otra cosa que hacemos al pensar en el futuro: imaginar. Sí, tenemos la curiosa manía de adelantarnos a los acontecimientos e imaginar lo que ocurrirá: “Me van a echar del trabajo”, “no voy a aprobar”, “mi relación está acabada”.  Una cosa es que preveamos las consecuencias y otra muy distinta que nos atormentemos por lo que aún no ha sucedido. ¿De verdad eso es sano? No, para nada, y cuanto más pensamos en esto más nos agobiamos y más nos alejamos de la realidad.

Con todo ello, dejamos de lado al presente y, mientras nos centramos en el pasado y en el futuro, nos perdemos muchas cosas que nos están ocurriendo “Aquí y ahora”. También lo que nos está pasando es que hacemos las cosas de forma rutinaria, simplemente porque hay que hacerlas, y cosas que a lo mejor antes nos gustaban ahora las hacemos con desgana o hemos dejado de hacerlas por falta de tiempo, cambio de circunstancias, cambio de prioridades… El caso es que nos abandonamos poco a poco y perdemos oportunidades de disfrutar, de vivir, de sentir.


Yo soy la primera que cometo todos estos errores y por eso en lugar de apuntarme a cursos de Mindfullness, me he apuntado a clases de Yoga y voy progresando. Centrarme en la respiración y en cómo se encuentra mi cuerpo en esos momentos no sólo me ayuda a liberarme de todo el estrés sino que me relaja tanto que me ayuda a conciliar el sueño por las noches con más facilidad que antes. Mi siguiente reto es mantener el “Aquí y ahora” en todos los aspecto de mi vida. Y vosotros ¿os animáis a intentarlo?





No hay comentarios:

Publicar un comentario