No sé cuándo ni por qué, pero he cambiado el
chip con el tema de los hombres, ¿les pasará a todas las mujeres o sólo a mi?
Yo creo que nos pasa a todas, pero para eso, tenemos que haber pasado malos
ratos con este tema y, sobre todo, haber hecho un examen de conciencia para
saber qué es lo que no nos conviene.

Os preguntaréis que en qué ha cambiado mi
forma de pensar... pues que ahora me fijo en hombres totalmente distintos a los
que antes me fijaba, hombres que en aquel momento no tenían ese
"algo" que me atraía. Pensaréis que es el topicazo, la frase de
"me gustan cariñosos, románticos, simpáticos...", pero no, me refiero
a los detalles, esas pequeñas cosas que se perciben y que te demuestran que
interesas al otro, que le motivas y que siempre está ahí. No vamos a ser
cínicos y pensar que el físico no importa, evidentemente la imagen es lo
primero que vemos, tiene que haber algo que nos impacte y no a todos nos gustan
las mismas cosas (¡por suerte!). A unos serán los ojos, a otros el pelo, a unos
les gustarán con curvas, a otros delgadas. Tengo amigas que les gustan con
tripita y a otras les motivan los calvitos o incluso con pelo en el pecho, en
la variedad está el gusto. Pasado este primer "flechazo" viene lo
importante, conocer al otro, y justo es aquí donde nos equivocamos. Nos
equivocamos porque ofrecemos sexo a cambio de cariño, nos equivocamos porque
primero damos preferencia al sexo y luego a conocer al otro y el gran error que
cometemos es dejar de ser nosotros mismos. En lugar de buscar a alguien que te
complemente y con quien aumentar la felicidad, buscamos la idea idílica de
"la pareja perfecta" y nos obsesionamos en el hecho de querer tener
pareja porque es lo que tiene que ser y, sobre todo, por miedo a quedarnos
solos. En las mujeres es muy común el tener como meta casarse y tener hijos, es
el fin último al que toda mujer debe llegar porque si no parece que vas a ser
la típica solterona amargada. ¡Ay! ¡Cuánto daño han hecho los cuentos de hadas
y las películas de Walt Disney! Qué nos vendían un "y fueron felices y
comieron perdices" pero no contaban lo demás.

Pues sí, gracias a un libro que leí sobre
este tema (Hombres Tóxicos. Autora:
Lillan Grass) que, por cierto, recomiendo encarecidamente su lectura
(también había que escribir sobre Mujeres Tóxicas, que las hay), me puse con
papel y bolígrafo a analizarme y ver esos puntos flacos que me hacían fallar
una y otra vez. Y ¡oh, sorpresa! lo vi con una claridad que asustaba, tantos
años quejándome de que si este chico es tal o cual o guardando rencor a un ex
por no sé qué y...¡resulta que era yo la que tenía el problema! Y sí, era yo
porque era incoherente conmigo misma, decía que me importaban unas cosas pero
luego ¡buscaba otras! Y eso me llevaba a no estar satisfecha, exigir más y,
evidentemente, no sentirme feliz. Vamos, que me empeñaba en no ser feliz y ¡la
felicidad estaba en mis manos! Sí, nos empeñamos en no ver la realidad, la pintamos
y nos hacemos los ciegos porque sabemos que no nos va a gustar. Un chico es
celoso desde el primer momento que le conoces otra cosa es que no se quiera
ver, para eso, simplemente es fijarse y huir antes de que sea tarde. Con los
chicos buenos sucede lo mismo, hay un algo que les hace distintos y es con
ellos con los que vamos de duras o bien les colocamos en la Zona Amigos. A ver,
si dices que quieres un chico romántico y que te escuche ¿por qué metes en el
saco de amigos a un chico que justo tiene eso? ¿Acaso sólo los amigos pueden
ser buenos, románticos y que sepan escuchar? ¿Somos tan cabezotas que pensamos
que como no existe un hombre así, si descubrimos en un hombre esas
características, le ignoramos porque creemos que no es de verdad? ¡Por favor!
Hay que abrir los ojos y aprender a mirar.
