Hanna Fry (imagen de su web oficial) |
Debido a mis estudios y mi pasión por las palabras (de ahí que me guste
escribir) siempre me he considerado una mujer de Letras y no he tenido muy buena imagen de las Matemáticas. Sin embargo, creo que voy a tener que replantearme
está cuestión al conocer las explicaciones de Hanna Fry, Profesora de Matemáticas en el University College de Londres. ¿Por qué mi cambio de opinión?
Pues bien, la profesora Fry ha publicado un libro que seguramente muchas y
muchos deberíamos leer para encontrar nuestra pareja perfecta y conservarla: “Las Matemáticas del Amor”. Di con él tras leer un artículo en una revista y desde entonces esta idea me ha estado
obsesionando día tras día, lo que me ha llevado a buscar por internet esta teoría de Hanna Fry
y he encontrado un interesante video sobre cómo las Matemáticas influyen en el Amor.
Aquí va un resumen de las teorías.
“Atrévete”: Según parece, los atrevidos tienen más
posibilidades de encontrar el Amor. Es decir, cuantas más veces arriesgues,
llegarás a tener una opción posible mientras que si prefieres esperar a que te
elijan, podrás acabar con la opción menos mala de las posibles que hubiese,
aspecto que se calcula con el algoritmo
de Gale-Shapley. Pero vayamos a lo real para verificar este hecho. Estás en
una fiesta y te animas a coquetear
con el rubiales que está pidiendo una
copa. Entablas una pequeña conversación con él pero ves que no te está
prestando la atención suficiente y te vas. Media hora más tarde aparece un
grupo de tres hombres y uno de ellos te ha dejado fascinada, ¿cómo acercarse
para hablar con él a solas? No, cielo, anímate y habla con los tres puede ser
que justo uno de los acompañantes tenga una conversación más interesante y
acabes fijándote en él mucho más que en su amigo. Además, seguro que el hecho
de que tomes la iniciativa a conocerles les llama más la atención que si te
quedas sentada en un sofá a esperar que alguno cruce la mirada contigo. Es
decir, cuantas más veces lo intentes, más probabilidad tendrás de acertar en
alguna ocasión. Lo cierto es que a muchas mujeres les da miedo tomar la
iniciativa por miedo a ser rechazadas, sin embargo, ese hecho es bueno ya que
poco a poco una misma se fortalece con los Noes
recibidos hasta el punto de que no le importa que se los digan porque tiene la
certeza de que habrá alguno que diga un sí.
“Práctica, Práctica, Práctica”: Evidentemente todo en la vida, o casi todo, lo
vamos aprendiendo con el tiempo y la práctica. Unos son muy buenos tocando el
piano, otros pintando, escribiendo, bailando… A cada uno nos gusta algo en
concreto y lo vamos potenciando de tal forma que lo que al principio suponía un
esfuerzo luego se convierte en algo fácil de realizar. Esto mismo sucede con el
Sexo. ¿El Sexo? Sí, porque,
evidentemente, ninguno nacemos sabiendo “TODO”
sobre Sexo, sino que se aprende y la mejor forma de aprender es practicándolo.
Bueno, dado lo que me he encontrado en mi vida sexual, puede que alguno tenga
que practicar más o no haya prestado demasiada atención en sus prácticas
pasadas… En las Matemáticas se habla
de los “Supernodos” a través de la “Ley potencial”, que en las relaciones
amorosas viene a significar que las personas que tengan muchas parejas sexuales
son “Supernodos” que tienen más probabilidades de tener más conquistas
sexuales. Volvamos a la realidad. Cuanta más experiencia coges, no sólo te
llevas ese aprendizaje sino que te afecta emocionalmente tanto de forma
positiva como negativa. La forma positiva es que cuanto más éxito se tiene en
las conquistas, más seguridad se va adquiriendo, y la negativa sería lo
contrario (lo que antes comentaba del rechazo) algo que en algunas personas les
crea inseguridad para seguir intentándolo (un grave error, por supuesto). No
necesariamente tienes que ser un bellezón
para ligar o seducir, pero si eres capaz de
conseguir muchos éxitos, te sentirás más sexy y más capaz de conseguir nuevas
citas, es decir, la visión que tienes de ti misma es positiva y lo reflejarás
en tu forma de vestir, de andar, de mirar, de hablar, de comportarte… en una
palabra, te crees que puedes y, por tanto, lo consigues porque los otros son
capaces de ver esa actitud y les llamará la atención. No obstante, tener muchas
parejas sexuales lleva aparejado un riesgo: estar más expuesto a enfermedades de transmisión sexual o incluso un embarazo no deseado
si no se toman las precauciones
necesarias. Siempre hay que realizar el Sexo
seguro pero hay momentos en los que nos dejamos llevar por la pasión y, sin
pensarlo, no hacemos las cosas bien, así que, por favor, seamos conscientes y
usemos la cabeza antes de tener una relación
sexual de una noche loca.
“Saber venderse”: En el mundo del Marketing y la Publicidad
es un lema fundamental y los matemáticos demuestran que en las relaciones
sentimentales se debe tener muy en cuenta, como así. En su video explicativo, Hanna Fry explica que hay que destacar
eso que te hace ser diferente al resto y que es más ventajoso que no todos nos
consideren atractivos, eso implica que quien tenga interés tendrá menos
competencia y, por tanto, más opciones de éxito, mientras que si muchos creen
que eres una preciosidad no querrán arriesgarse porque no tendrán éxito. ¿Cierto?
Si me baso en las conversaciones con amigos, cuando ven a una chica realmente
increíble en una discoteca, por
ejemplo, no paran de mirarla pero muy pocos (o casi ninguno) se atreven a
lanzarse ya que saben que no van a estar a la altura y que no van a ser de su
agrado. También me han comentado que ante un grupo de amigas es mejor lanzarse
a las que son más normalitas y no a la que destaque más por su belleza, con las
amigas pondrán tener más probabilidades mientras que si “atacan” a la guapa no
sólo es que les puede rechazar, sino que sólo tendrán una única opción. si en
el campo del Amor lo relacionamos con el atrevimiento, las opciones se
multiplicarán.
“¿Pareja Perfecta? Es posible”: Según las matemáticas, se utiliza la “Parada óptima”, por la cual en un
tramo de entre los 15 y 35 años, el primer
37% de nuestras relaciones ha de descartarse como opción sería de matrimonio y se debe elegir a la
siguiente persona que sea mejor que todas las anteriores. La profesora Fry
advierte que no es eficaz al 100 por 100 y que se pueden dar dos tipos de
riesgos: que la pareja perfecta aparezca en ese primer tramo del 37% que
rechazamos y que no encontraremos a nadie que sea mejor que lo anterior, o que
el 37% inicial no se adapte por completo a ti y que el siguiente sea “menos malo” y te quedes con esa opción
aunque no es realmente buena para ti. Parce que solemos funcionar así y en la
época de juventud se suele “juguetear”
mientras que pasado el tiempo se intenta tener relaciones más estables. No
obstante, me planteo varias cuestiones. Qué sucedería si conoces a esa persona
siguiente de tu 37% con el cual deberías quedarte y, sin embargo, para él, tú
te encuentras en su primer 37% que tiene que descartar o cómo se explicaría que
haya personas que se casen con su primera pareja, algo muy común antiguamente y
no tanto en el siglo XXI aunque algún caso sí he conocido. También me gustaría
saber cómo calcular cuándo has llegado a tu 37%, puesto que has podido salir de
una relación duradera y, como en ese tiempo no has ligado, aún no has cumplido
tu 37% a pesar de poder estar en un tramo de edad superior a los 25-30 años, es
decir, has pasado el rango del “juego” y te encuentras en el rango de “seriedad”, según las estadísticas, en
este caso ¿se intenta jugar para tener más experiencia en todos los aspectos o
nos quedamos con una alternativa que sea mejor que lo ya conocido? El problema
es que cuando se supera la barrera de los 35 años es muy probable que la
soltería comience a pesar, el reloj
biológico de la mujer (que por desgracia es el que es y no se puede
cambiar) suena cada vez con más intensidad y se comete el error de buscar a la
desesperada, desear pareja lo antes posible y generar frustración cuando se
producen rechazos o las opciones se tienen que descartar.
“Positividad”: ¿Quieres que tu relación prospere y no acabe en divorcio? La solución está en el umbral de negatividad. Hanna Fry
menciona el estudio del equipo del psicólogo John Gottman, en el que se demuestra que parejas positivas tienen
menos riesgo de divorcio. A este estudio se suma la ecuación de “Espiral de negatividad” del matemático
James Murray, en la que interviene
el estado de ánimo de cada miembro de la pareja y como se influyen entre sí.
Los resultados indican que para que una relación funcione hay que tener un bajo umbral de negatividad que se
caracteriza por no pasar las cosas por alto y que haya espacio para las quejas
para que cosas triviales no se conviertan en problemas serios. En definitiva,
tener una visión positiva del matrimonio.
En este punto la realidad es mucho más compleja que las matemáticas aunque, por
supuesto, siguen dándoles la razón. En las discusiones de pareja muchas veces
nos dejamos llevar por las emociones
y caemos en el error de los gritos, los reproches
o incluso insultos o faltas de respeto. Obviamente, esto no es lo más
ventajoso, al igual que estar discutiendo permanentemente. Lo que hay que
encontrar es un término medio, en el que hablar las cosas sin llegar al “enfado extremo”, tener cada uno su
espacio pero mantener espacios comunes en los que no sólo disfrutar el uno del
otro sino también de hablar de lo que nos preocupa y ofrecer soluciones
positivas. Lo malo de esto es que prácticamente es imposible llevarlo a cabo porque
en la actualidad tenemos tan poco tiempo que lo último que queremos cuando
llegamos a casa es mantener una discusión “cordial”
con tu pareja, básicamente lo que queremos es estar tranquilos e ignoramos los
problemas que puedan estar ocurriendo en nuestra relación. También nos hemos
hecho más egoístas y nos cuesta escuchar a los demás y, por supuesto, hay que
contar con el gran impedimento que supone el intentar hablar con un hombre de
sus sentimientos, de lo qué está
pensando o si le pasa algo, vamos, toda una misión imposible.
La verdad es que nunca creí que pudiese darse una relación entre las
Matemáticas y el Amor ni mucho menos que nuestro comportamiento pudiese estar
fundamentado de forma inconsciente en ecuaciones matemáticas o probabilísticas.
Lo que sí es cierto es que el Amor, igual que las Matemáticas, no es sencillo y
requiere del esfuerzo de ambos miembros de la ecuación para conseguir que 1+1
sea igual a 2.
Par saber más:
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